Jessica
Me sentía mal.
Había tratado como una mierda a Ethan. No se lo merecía.
Aunque él tampoco debió escuchar la conversación que estaba teniendo con Teresa.
Pero... yo también escuché su conversación con Helena.
¡Agh! Aún así Ethan no debería haber metido sus narices ahí.
Ese día fui a clases enfadada. Mi hermano, después de una larga discusión con mis madres, se quedó a dormir en mi casa. Ahora mismo ellas y él estaban en un tipo de tregua.
Sabía que no iba a durar ni un día, pero tenía la esperanza de que durara, aunque sea una semana o dos.
Casi no había hablado esa mañana con mis madres. Supongo que seguirían enfadadas con la discusión y mi revelación.
No había desayunado esa mañana, salí de casa con muchísimo tiempo de antelación, por lo que decidí pasear por un lago que había cerca. Podría haber cogido el metro antes, pero eso suponía ir con Ethan, y no me lo quería encontrar. Temía que pasara lo que había pasado en la entrada.
De igual caso pasó. Era estúpida.
Por otro lado... ¡lo había besado! No sé que demonios me picó, pero necesitaba darle en la cara y demostrarle que yo también tenía ovarios para darle los besos que me diera la gana.
Tenía miedo a que se separara por vergüenza a quién nos viera, pero al revés. Recibió mi beso con demasiada ternura.
¿Eso significaba qué no le importaba el qué dirán de los demás?
Supongo... que así era. Le gustaba, o por lo menos algo le atraía, y no se avergonzaba de ello. ¡Le gustaba a Ethan!
Hablando... más bien, pensando en el rey de Roma... entró por la puerta del aula, sonriente como siempre, mostrando sus bonitos brackets. Hasta con ellos estaba guapo.
Tenía su pelo castaño perfectamente desordenado, como siempre. Le daba un toque demasiado sexy. Y aunque llevara el uniforme, todo el mundo sabía que su forma física era fit. No había que ser un genio para saber eso.
Saludó a sus compañeros y en varios momentos, me miró. Disimuladamente, pero lo hizo.
Un momento.
Todo esto no podía ser tan perfecto. Algo fallaba.
No te podías llevar bien con el resto de la clase y besar a Jessica López.
Simplemente era imposible. Había una especie de reglas en el instituto, y en especial en esa clase. Que aunque nadie las impuso, no estaban escritas en ningun lado, y nunca nadie había hablado de ellas, se sabían. Están ahí, en la cabecita de cada uno.
¿Por qué Ethan no me odiaba? ¿Por qué Ethan me hablaba y me quería besar? ¿Por qué Ethan era así?
Me había perdido algo. Eso, o él se había perdido mucho.
¿Qué quería Ethan de mí?
El día fue normal. Ethan y yo no volvimos a hablar en todo el día, solo para acordar a que hora tenía que estar en su casa, ya que teníamos que terminar el maldito trabajo de historia. El plan inicial era terminar el trabajo en mi casa, pero tal y como estaban las cosas en mi casa, preferí inventarme una absurda excusa y terminar en su casa. A él no le importó.
En el recreo estuve todo el tiempo metida en la biblioteca. Investigando.
En media hora no se podía hacer mucho. Pero aún así algo pude sacar.
Cada vez estaba algo más cerca, pero aún así, todavía me faltaba muchisímo. No sabía incluso si lo iba a conseguir, pero suponía que: la esperanza que lo último que se pierde, así que aún así, no tenía pensado rendirme.
Llegué a mi casa, almorcé con mi hermano y me fui directa para la casa de Ethan.
Él y yo no estábamos muy bien. Creo que le había dejado en ridículo delante de la gente del instituto.
Aunque simplemente si yo estaba cerca de él, ya hacía el ridículo según algunas personas.
El caso es que, creo que tenía que estar algo molestado conmigo.
Pero no me importaba.
Todo me valía mierda en ese momento.
Desde la discusión con mis madres y al ver que al día siguiente no hubo represalias, me sentí más confiada, a lo mejor en algunas cosas sí que llevaba razón de verdad. Así que intenté ser algo más valiente.
Aunque más adelante eso se convirtiera en mi peor pesadilla.
Pegué en la puerta de Ethan con la esperanza de que me abriera él, como la anterior vez. Pero me equivoqué. Me abrió una mujer rubia, con los ojos iguales de azules e intensos que los de Ethan, sonriente, con una sonrisa perfecta.
Iba muy bien vestida, llevaba un jersey rosa palo, unos vaqueros azules y unas botas del mismo color que el jersey.
Aparentaba tener unos 37 o 38 años, más no. Su piel estaba muy bien cuidada al igual que sus uñas.
-¡Hola! ¿Cómo estás, cielo? Debes de ser Jessica, yo soy la madre de Ethan, Manuela, dame dos besos, mujer -se presentó con gran alegría. Ya me caía bien. Tenía una voz muy dulce, se veía que era de las típicas madres que todo adolescente querría tener.
No sabía muy bien que hacer o como comportarme. Ya sabía como me llamaba, ya sabía que era la compañera de Ethan, ya sabía todo lo importante, no sabía que añadir.
-Hola -saludé tímida pero sonriente. Le quería caer bien a esta mujer. Era genial.
-Por dios, ¡pero si eres guapísima! Me encanta tu pelo, y tus ojos, y tu ropa... -me halagó.
¡Manuela era lo más! Era increíble como te podía subir la autoestima en menos de dos segundos.
Suponía que por la apariencia y la amabilidad, Manuela y Edgar debían ser hermanos.
-Muchas gracias, tú también eres muy guapa -le devolví el cumplido. Ella sonrió con ternura.
-Ethan está en su habitación, sube, hoy no os molestaran las pequeñas -se río por lo bajo.
Asentí y subí las escaleras con nerviosismo. ¿Cómo que no nos molestaran hoy? ¿Acaso Ethan le había contado a su madre lo que pasó entre nosotros?
Quiero decir, es normal que le cuentes cosas a tu madre, pero, ¿no iba a ser algo incómodo -sobre todo para mí- cuando Manuela nos vea juntos?
A lo mejor solo se quiso referir al trabajo y me estaba montando demasiadas películas. Sí, debía ser eso.
-Hola... -dije nada más entrar, la puerta estaba entre abierta, así que suponía que podría entrar sin pegar ni nada, no creía que estaría haciendo nada raro como masturbándose o algo así, aunque conociendo a Ethan, todo podía pasar.
Por suerte no pasó así.
-Ey, ¿qué tal? -me saludo con una gran sonrisa. Menos mal, no estaba enfadado, no quería tener malos rollos con él haciendo un trabajo.
-Bien, tu madre es muy simpática -le comenté, el sonrió y me hizo un gesto para que me sentará al lado de él.
-¿Vamos al lío, no? -preguntó frotándose las manos.
Me sentía incómoda, siempre pasaba cuando estaba cerca de él. Necesitaba controlar ese sentimiento cuanto antes.
Asentí.
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Etéreo
Teen Fiction¿Había algo más delicado que ella? ¿O algo más ligero que él? Ella escondía un gran secreto. Él quería descubrirlo como sea, aunque, al saberlo, le rompiera el corazón en mil pedazos. Su amor era algo fuera de este mundo. Etéreo: extremadamente deli...