XXII

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Jessica

Vi a Ethan entrar a clase, él siempre entraba después que yo, como dije al principio de todo esto, ese chico tenía unos pies de plomo.

Todo en mí se removió, tuve una sensación entre nerviosismo, pánico y vergüenza. Todo al mismo tiempo. Pero a la vez, lo veía y me derretía. Mi mundo entero se paraba.

Ethan hizo que el día anterior me sintiera como una reina. Por una vez en mucho tiempo me sentí bien. Y no sé por qué extraña razón en el momento que... bueno, ya sabéis, en ese momento, me sentí completamente cómoda con él.

Me echó una mirada pícara y sonrío con maldad. Pero no con maldad mala... ¿acaso eso existía? Bueno, en cualquier caso, me miró juguetón. Como si tuviera ganas de hacer allí mismo lo que me hizo la tarde anterior.

Empezó a hablar con algunas personas que estaban al principio del aula. Sonreían y charlaban tranquilamente. Después se alejó de ellos y yo bajé la mirada a mis apuntes lo más rápido posible. No quería que me pillara viéndole. Iba a parecer una psicópata.

Y no molaba parecer una psicópata delante del chico que te llevó al cielo tocándote el día anterior.

Cuando creía que iba a pasar de largo y se sentaría donde siempre, se paró en mi pupitre, cogió mi cara con su mano y me la elevó.

-¿Cómo estás? -me preguntó con una sonrisa amable.

-Bi... bien -me travé, cómo siempre.

El sonrió y me dio un beso en la mejilla.

-Me alegro, ¿tienes algo que hacer esta tarde? -cuestionó. Negué con la cabeza y le sonreí-. Pues ya tienes planes, estoy en tu casa a las cinco.

Y sin más, se fue a su pupitre.

Vale, eso sí que había sido ramdom. De todas formas acepté. No me iba a quedar en mi casa aburrida y amargada. Cualquier plan estaba bien.

Pensándolo mejor, ¿por qué Ethan quería quedar? A lo mejor quería que hoy yo le devolviera el favor.

En ese caso... meh, ¿qué más daba? Quería hacerlo. No le pondría pegas.

De repente noté que alguien se sentó a mi lado.

Creía que era Sara o Borja, esos dos chicos siempre se sentaban a mi lado por una de dos: se quedaban sin sitio, o llegaban tan tarde que era el único sitio libre.

Pero por el aroma que desprendía tenía claro que Sara no era. Y a no ser que Borja haya cambiado de colonia y ahora su colonia huela irresistiblemente bien, no sé quien podía ser.

Me giré un poco para verlo y no parecer tan descarada, al parecer si lo era, la gente se ofendía.

《Ay, no, tonta, la gente se ofende por todo lo que tú hagas》

Vi a un chico de pelo rubio, estaba algo fuerte y su perfil era perfecto. No lo había visto en mi vida. Y eso que llevaba seis meses en la misma clase.

Bueno, a veces era muy despistada.

No me atreví a hablarle, si él era de esta clase, seguro que ya le caía mal.

Pero pasó algo raro, miré alrededor. Enfrente de nosotros había un sitio libre, y dos pupitres más atrás de nosotros había tres huecos sin usar.

Wow... eso sí que era raro. De todas formas tampoco era para tanto. Se había sentado ahí como cualquier otra persona. Yo no tenía la peste ni ninguna otra enfermedad contagiosa.

La clase empezó como si nada. El chico rubio iba a lo suyo, no separó la mesa como lo hacían Sara o Borja.

-Bueno chicos, sé que ya es un poco tarde pero tenemos a un compañero nuevo, por favor, Victor, ven aquí y preséntate -comentó la maestra. El chico rubio se levantó de mi lado y caminó al frente de todos algo avergonzado por la preposición de la profesora.

-Hola... me llamo Victor, vengo de Cáceres y... bueno, eso, espero caerle bien a todo el mundo -se presentó con una gran sonrisa y en eso último que dijo que miró a mí. Era bastante guapo, (no tanto como mi Ethan) pero tenía cierto encanto. Vestía con un polo y unos vaqueros azules, se le veía muy pijo, pero quién no era pijo en un instituto concertado.

O sea, que era nuevo, nadie lo conocía y él no conocía a nadie. Es decir, podía presentarme como realmente soy. Jessica. Sin etiquetas, sin sobrenombres, sin ser subestimada.

Bueno, era cuestión de tiempo que le lleguen rumores de mí. De todas formas, por intentarlo que no quede.

Se volvió a sentar. Lo miré sonriente y le dije lo primero que se me pasó por la cabeza.

-Me gusta tu nombre -hablé sin más.

Perfecto Jessica, ahora parecías una loca.

En cambio, pareció tomarselo bastante bien.

Se giró hacia mí y me miró.

-Muchas gracias, tú eres Jessica, ¿verdad? -cuestionó.

-Sí, eh... espera, ¿cómo lo sabes? -que yo supiera no le había dicho mi nombre todavía, ¿enserio ya se había corrido la voz de quién soy yo? Joder, soy famosa en este lugar y no me he dado cuenta.

El soltó una carcajada leve y me volvió a mirar.

-Tus madres son compañeras de mis padres -explicó-. Soy el hijo de Jose y Carla.

Ah, qué era por eso. Bueno, mejor eso que me conociera por otros medios...

Ejem, Helena, ejem

Sonreí y asentí. Conocía muy bien a sus padres, siempre me felicitaban y me traían regalos por mi cumpleaños.

-Ah, claro, Victor, sí, tú eres Victor, claro, todo cuadra -le dije porque era cierto. Jose y Clara eran las personas más rubias que había en el mundo. Carla tenía los ojos verdes, y Jose algo azules, pero más tirando a grises, por eso Victor tenía esos ojos tan llamativos, eran un verde agua preciosos.

Ethan los tenía más bonitos.

Hablando de Ethan... miré disimuladamente atrás y vi que Ethan nos miraba a los dos fijamente, tenía el ceño fruncido, después, rapidamente bajo la mirada y supuse que empezó a teclear algo en su móvil.

Sí, sabía su pequeño secreto. Ethan se pasaba siempre por el forro todas las clases y se dedicaba a hablar con sus amigos del Internet. En realidad me lo esperaba.

Volví a mirar a Victor.

-Me tienes aquí para lo que sea, entonces -le aseguré con una sonrisa.

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora