VII

1.3K 94 207
                                    

Ethan

El día terminó mas rápido de lo que esperaba. Iba preparado para pasar el día más aburrido de mi vida.

¿Enserio, un museo? ¿Quién iba a un museo con dieciséis años? No estabamos en primaria.

Odiaba las excursiones obligatorias, siempre he preferido quedarme en casa que ir a cualquier actividad fuera del instituto. Simplemente no me gustaban. Me aburrían. No podía hacer absolutamente nada. Ni leer, ni escuchar música, ni hablar con amigos... nada. Solo atender al sermón de los guías o desesperarme con cada cosa interactiva que haciamos.

Pero, ahí la vi. Mi distracción de ese día.

Jessica.

El día anterior habíamos hecho un trabajo, y también me había tirado un libro. Tenía que portarse bien conmigo.

Siempre vi a Jessica como una más. No era la típica que se exhibía mucho, ella pasaba mucho desapercibida, solo sabía que era la mejor amiga de Helena, y con suerte que sabía ese dato.

No tenía problema en hacer el trabajo con ella, aunque era rara. Muy rara.

¿Qué ser humano no tiene hambre desde que se levanta hasta las siete de la mañana hasta las tres de la tarde?

También me pidió perdón. Dos veces. Por tirarme un simple libro, que al fin y al cabo, la culpa era mía por ir distraído.

Tenía cara de niña buena, sus rasgos faciales eran finos y dulces. Su pelo era de un rubio no muy acentuado y sus ojos eran castaños.

Su voz era dulce, y tenía unos labios demasiados... bonitos. Cualquiera que la viera seguramente querría tenerla en su cama amarrada de manos y completamente desnuda.

Cada vez que la veía, se me ocurría una nueva fantasía, pero sabía que si iba directo se asustaría. Era una chica demasiado inocente, tanto, que solamente la palabra polla le espantaría. Tenía que ir con pies de plomo.

Y eso me jodía. Mucho.

¿Por qué cojones me tenían que poner tanto las chicas con carita tierna?

La tenía a mí lado, ahora ella estaba en la parte de la ventana, tenía los cascos puestos y su cabeza estaba apoyada contra el cristal.

Se veía bastante atractiva.

En todo ese día, no paraba de intentar sonsacarle cosas, necesitaba saber de ella, cómo era, sus gustos, sus aficiones, sus amistades... quién era, en general.

Pero lo único que saqué de todo aquello fue que le gustaban Natos y Waor, y lo descubrí por mi propia cuenta.

No sé que cojones le pasaba, parecía que vivía en una burbuja, no hablaba de nada personal.

No le pregunté directamente sobre nada, simplemente quería que la conversación fluyera. Ya bastante acosador parecía cuando le gasté la puta bromita de que la espiaba.

Otra cosa en contra. No tenía sentido del humor.

Era muy distraída, vivía en su propio mundo.

Aunque, pensándolo bien, mejor para mí. Solo la quería para una cosa, para un rato, no me hacía falta mucho.

Cuando volteé a verla de nuevo, tenía los ojos cerrados. Me dio demasiado ternura. ¿Enserio se estaba quedando dormida en un puto autobús con gorilas gritando y riendo a su alrededor y la música a toda polla?

Esta tía cada vez me impresionaba más.

Aunque ese mismo día, por la mañana, me dijo que apenas había dormido. Me preguntaba por qué. ¿Acaso era de las típicas personas nocturnas que se pasan la noche en internet? ¿O a lo mejor se tiró toda la noche estudiando? Pero lo dudaba, no teniamos exámenes próximos.

Intenté averiguar si tenía novio, pero como decía anteriormente, esa chica era un puto libro cerrado.

Suponía que esto iba a ser más difícil de lo que creía.

Ya había pasado una semana de la excursión. Jessica seguía sin confiar en mí, mis únicos avances fueron que le gustaba el pastel de chocolate negro y su color favorito era el amarillo.

Hablabamos mucho de Natos y Waor. Era casi nuestro único tema de conversación, fue en lo único que coincidiamos, pero tampoco me interesaba tener más mierdas en común. Solo la quería para una follarmela. Claro y sencillo.

Pero me estaba costando la misma vida.

Era demasiado desconfiada con todo. Normalmente, con las chicas que hablaba por internet era todo más fácil, quedabamos, nos liabamos, y cada uno por su lado.

Solo me acosté con tres chicas. Me lié con muchísimas más, tampoco me importaba mucho el sexo. Yo mismo me servía y me bastaba.

Las chicas con el sexo se volvían locas.

Y pesadas. Muy pesadas.

Pero en ese caso, me daba igual las veces que Jessica me pidiera más, le daría todo lo que ella me pidiese.

-¿Sabes qué? -me preguntó Jessica con una gran sonrisa.

Me gustaba cuando sonreía, tenía una sonrisa pura, y no como todas las chicas que querían algo de mí. Esas solo tenían cara de diablas, de malas. Me gustaban. Pero no era lo mismo.

-Dime -le dije serio.

Estaba hasta la polla. Jessica me hacía sentirme muchas veces así.

Era difícil. Muy difícil.

Nunca se daba cuenta de mis indirectas, siempre me hablaba bien, como un amigo, o lo que era peor, como un mejor amigo.

No quería ser nada de eso, joder, quería que me comiera la polla un par de veces. No era tan difícil.

Su sonrisa se esfumó de su cara al ver mi reacción y por vigésima vez, me repetí a mí mismo que debía de ser simpático con ella. Y tener paciencia. Mucha. Paciencia.

-Natos y Waor van a sacar un nuevo tema -me informó, esta vez, sonriendo un poco menos.

-¡Qué pesados sois con Natos y con Waor! -se quejó mi prima. Teresa. Jessica y ella hicieron muy buenas migas en cuanto las presenté.

Teresa ya sabía mi plan. Lo sabía antes de que yo le dijera nada. Me conocía bastante bien.

No me gustaba tener muchos amigos, y menos amigas. Me gustaba hablar con gente en internet, ya sea por chat o por llamadas, sentía que era mucho más reales que la gente que te rodea diariamente. Ellos, por mucho que quieran, no te van a poder joder, en cambio, tus seres más cercanos, sí.

Mi prima era mi confidente, era como mi mejor amiga, pero que también formaba parte de mi familia. Teníamos la misma edad, nos criamos casi como hermanos. Nos conocíamos bastante bien.

Jessica y Teresa se llevaban bien, ella me ayudaba mucho. Sabía como era mi carácter, cada vez que me cabreaba, Teresa sabía perfectamente como solucionar la situación y entretener a Jessica para que no se lleve una muy mala imagen de mí. Éramos un gran equipo.

¿Cómo se conseguía convencer a alguien tan cursi de follar y cada uno por su lado?

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora