Hace seis meses.
Jessica.Hoy era el día. No podía aguantar más.
-Helena -llamé a la chica de pelo blanco y gafas de pasta que estaba caminando delante de mí
-Dime, lady -habló con una sonrisa cuando se dio la vuelta.
Bueno, por lo menos estaba de buen humor.
-Tengo que hablar contigo... -no me dejó terminar, como de costumbre.
-Ya, ya, ahora, ¿vale? -me explicó y se giró para seguir su camino.
No, no iba a pasar como todas las veces fallidas que intenté hablar con ella del mismo tema y después por una razón o por otra, el valor se me fue de la nada.
No había estado toda la noche en vela para nada.
Literalmente, no había dormido en toda la noche, no iba a perder esta oportunidad.
La agarré del brazo e hice que se diera la vuelta
-Ahora, es ahora, Helena -le avisé. Ella me miró sorprendida y a la vez con terror.
Sí, el ser así de exagerada y dramática era una de sus características. Iba en su genética.
-¿Qué. Te. Ha. Pasado? Oh, por dios, esas ojeras no son ni medio normales -opinó. Yo puse los ojos en blanco y la volví a mirar, esta vez con algo de rencor y enfado.
-¿Qué pasa? ¿Me vas a volver a llamar gef? -pregunté, y esta vez fue ella la que puso los ojos en blanco.
Para que me entendáis, gef, era una palabra que se había inventado ella para decir más fácil y rápido, gorda, estirada y fea:
G. Gorda
E. Estirada
F. FeaYo para ella era una gef. Y como lo era para Helena, también lo era para medio instituto. Estaba cansada de estar así. Todos los días eran comentarios innecesarios de su parte. No aguantaba más.
-Jessica, no seas tan dramática -me replicó.
-No quiero que me trates más así -le solté.
Ella volvió a sorprenderse.
-¿Qué? ¿Así cómo? -cuestionó.
-Así, llamándome como te da la gana, tratándome como una mierda y... -de nuevo, no me dejó terminar.
-Ay, Jessica, deja tus dramas, chao, baby, cuando te relajes, me llamas -comentó y se volvió a girar.
-En tu puta vida me vuelvas a hablar más -escupí tan enfadada, que me dio igual el tono de voz que usé. Ella volvió a girarse con una sonrisa ladina y se acercó a mí.
-Estás sola sin mí, así que adelante, no me vuelvas a hablar, verás como en tres días vienes arrastrándote.
Y sí, iba a estar sola, pero, podría conseguir a alguien, alguna amiga o algo por el estilo, seguro que alguien de seguro quiere ser mi amigo.
Y a las malas aprendí que mejor sola que mal acompañada. Así que sin más, solté la frase que me estuvo rondando por la cabeza toda la noche.
-Siempre te he importado una mierda -gruñí. Sí, no era la frase del siglo, pero necesitaba decirselo, necesitaba dejarle claro lo que verdaderamente sentía.
-Pues muy bien -se encogió de hombros, y al ver su reacción me dieron ganas de llorar, de decirle que era broma y que me abrazara fuerte, que nunca me soltara y que me prometiera que nunca más se iba a comportar mal conmigo.
Sí, así de rastrera era mi autodefensa.
Pero no salió nada de eso de mí. Ya habíamos tenido esa conversación muchas veces. Y ella siempre me había prometido lo mismo. Ya me había jurado mucho. No quería que me mintiera más.
-Tranquila que no voy a volver más -murmuré y pasé a paso aligerado por su lado.
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Etéreo
Teen Fiction¿Había algo más delicado que ella? ¿O algo más ligero que él? Ella escondía un gran secreto. Él quería descubrirlo como sea, aunque, al saberlo, le rompiera el corazón en mil pedazos. Su amor era algo fuera de este mundo. Etéreo: extremadamente deli...