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La fiesta fue una buena experiencia. Torny la disfruto complacida por las sonrisas del pequeño niño que la acompañaba, Caym iluminaba sus días y sus noches.

—se te ve feliz—. La voz de su otro acompañante la saco de sus pensamientos, observo al infante un par de segundos más antes de mirarle a él. —estoy feliz—. Le respondió sonriendo. Paúl simplemente asintió reafirmando ligeramente el agarre de sus manos, el silencio se hizo presente y no les molesto, volver a casa caminando de la mano les daba una bonita sensación en sus pechos. Se conocían hace años y se tenían gran cariño, junto con Patrick también, claro, aunque míster faraón se encontraba aun en la fiesta con Amy.

Pasaron quince minutos antes de que el chico volviera a hablar. —lo viste?

—a quien?

—sabes de quien hablo.

—...me analizo de pies a cabeza, pero apareciste así que le ignore por completo.

—entonces, no notaste que prácticamente nos siguió a cada esquina?

—por supuesto que lo note, pero lo ignore, estoy algo cansada de que me cobre cuentas injustificadas.

—son injustificadas?

—pues... si, totalmente.

—no me gusta molestarte, pero ese trato que tienen...—. Frunció un poco el ceño. —para él no significa más que una venganza, y ya has pasado por muchas, realmente no-

—Paul, cálmate—. Se apego al polaco apoyando la cabeza en su hombro, todo con tal de calmarle. —tienes razón, quiere venganza y ya... pero dejemoslo así, no es como si yo pudiera perder. Anda ¿confías en mi?

—con mi vida.

—entonces vamos a calmarnos y seguir tal cual, estamos bien y eso es lo importante.

Pero, era eso verdad?

No podía seguir negando lo que provocaba la mirada del británico en su ser, así que, no lo haría más. Sin embargo, eso no significaba que podía terminar cayendo en sus trucos. Sabia lo que sentía, pero sabia también por quien lo sentía y Thomas no era de fiar. El deseo de venganza era mas potente, si ella bajaba la guardia él no dudaría de usarla y dejarla tirada. Ese era su fin. Ese era el trato.

Mientras Tom corría el riesgo de enamorarse. Torny ya estaba perdida, ya solo le quedaba cuidar su corazón de las malas intenciones del moreno.




Un mes pasó desde la fiesta. Nadie se sorprendió cuando Amy y Patrick comenzaron a relacionarse de otras formas, aquella celebración les ayudo a conocerse y en cualquier momento la brasileña le pediría al castaño formalizar. Si, ella lo haría pues Pat era muy tímido. —no sabe como reaccionar, es tan lindo—. Decía la rubia, contándole los últimos sucesos a Torny mientras caminaban por el centro comercial un sábado por la mañana. Caym daba saltos jugueteando  un par de pasos mas adelante.

—debo admitir que nunca lo vi así por nadie, siéntete especial amiga mía.

—claro que lo hago, querida.

Se detuvieron a comprar un helado, algo para engañar el estomago y pasear un poco mas antes de almorzar. El pequeño chillaba de tanto en tango, gustoso con el cono de menta y chispas de chocolate que traía en las manos. Se adelantaba cada vez mas, alejándose de su madre. No tardo mucho en terminar el dulce y cuando terminaba de masticar la galleta se giro para alzar las manos, esperaba que la mayor le ayudara a limpiar sus manos. Pero no la vio por ninguna parte. —mamma?—. El pequeño corazón comenzó a latir con fuerza, no la veía por ningún lado. —mamma!—. Empezó a alzar la voz al llamarla, se estaba asustando y ya pronto comenzaría a llorar.

Nadie se fijaba en el pequeño de cuernos. De pie allí en medio de la gente que transitaba, se dio cuenta de que no le iban a ayudar. O eso estaba pensando antes de escuchar a alguien hablarle.

—hey.. niño.

Volteo velozmente, sorbiendo la nariz, a mirar al extraño. Un castaño de sudadera verde.

—estas perdido?

Asintió desconfiado, retrocediendo un paso. —no.. no encuentro a mi mamma—. Susurro bajito. El mayor solo sonrió comprensivo mientras sacaba de su bolsillo un pañuelo. —te ayudare a encontrarla..—. Le dijo. —pero primero tenemos que limpiar esa carita.

Dicho y hecho, le ayudo a limpiarse las lagrimas y las manos.

—dime, de que lado vienes?

—no sé.

—...umh.. y, a donde ibas?

—allá.

—bien, entonces al lado contrario.

Caym sonrió poquito, ese extraño realmente parecía querer ayudarle. Y por el momento no tenia mas opciones. Deambularon unos minutos, mirando a todos lados para saber si veían a la madre. Cuando pasaban junto a una tienda de electrónica lo escucharon.

—Caym!

A metros de ellos divisaron a Torny, se veía nerviosa y preocupada, miraba a todos lados y preguntaba a quien podía si habían visto a su hijo. El infante comenzó a moverse inquieto, quería soltarse del agarre del extraño, quien, notando lo que pasaba le dejo ir. —mamma!—. Un solo grito basto para que la atención de la noruega se centrara en el. No tardo en correr a su encuentro, dejándose caer al suelo a medio camino para recibir en sus brazos al niño. 

—mi niño, mi hijo, mi pequeño, te encontré, estas aquí bebe, estas conmigo—. Le apretujaba entre los brazos si llegar a hacer daño. Amy se paro junto a ellos poco después, mirando con alivio a la madre y el hijo decirse palabras bonitas entre mimos de la mayor y risas del menor. Luego choco la vista con quien estaba de pie observando la escena. Enmarco una ceja, con duda, a lo que el chico castaño le sonrió en saludo.

Con eso llamaron la atención de Torny.

—mamma, el me trajo—. Hablo Caym con felicidad, sin notar la seriedad en el semblante de la extranjera. Se dejo hacer cuando ella le alzo del suelo y simplemente la rodeo con los brazos abrazándola. Larsson se acerco al muchacho, seguida de Martins.

—tú.. es cierto lo que dice mi niño?

—si—. Estiro la mano para presentarse. —Edd Gould, un gusto.

—creo.. que ya sabia quien eras—. Acepto el saludo, sonriendole agradecida.

—ah si?

—si, conoces a Tom?

—oh Tom, claro... eres la chica de la cafetería.

—Torny Larsson, es un gusto también, Edd.

♡ Una Mujer -tomtord- ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora