Capítulo 3

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El lunes por la mañana todo el mundo aún hablaba de la fiesta del viernes, o más bien, todos estaban chismeando sobre cierta mujer atractiva e intimidante.

Era algo increíble, pues Lauren conocía a todas las personas que trabajaban en BookVerly, incluso sabía quiénes eran las personas que siempre llegaban tarde a trabajar, pero esa mañana, incluso esas personas estaban presentes, bien despiertos e impecables, a las 7am de la mañana.

La chica llegó a su oficina, dejando su bolso en el escritorio. Ally apareció con una enorme sonrisa y dos cafés en manos.

-Es el gran día -canturreó entregándole su respectivo café a su amiga.

-Oh, por fav...

-Chicas, es hora de la reunión -avisó Normani en la puerta. -Sam y la señora Pavelka ya estan en la sala de juntas.

Las tres amigas se encaminaron al lugar a paso apresurado, tratando de pasar por toda la multitud, pues todos querían llegar a tiempo. El rumor de ______ y su problema con la impuntualidad ya había corrido por todo el edificio.

*****

-¡Es solo un favor! -exclamó.

-¡Quieres que me quede archivando papeles y esa mierda! -exclamó la menor.

-¡SI!

_______ había pasado 10 minutos tratando de convencer a Camila de renunciar a su puesto de asistente y pasar a ser la archivadora de expedientes.

-Lo único que quieres es que Lauren esté siempre a tu lado.

-¡Es lo que llevo diciéndote por diez minutos!

La mujer ya se había exasperado. Se miró en el vidrio de la sala de juntos, ajustando el pantalón de lino color blanco, a juego con la blusa con mangas azul marino. Ajustó su castaño y ondulado cabello, llevándolo de un lado al otro.

-No te estoy pidiendo que seas la que recoge la basura, Mila -dijo volteando a ver a la cubana que aún tenía un puchero en sus labios. -Por favor.

Pero al ver que Camila no cambiaría de opinión, empezó a caminar de una manera lenta hacia el cuerpo de la menor, mientras veía como esta última se ponía más y más nerviosa, ¿cómo lo sabía? Fácil, sus manos jugaban entre ellas, y su boca quedó entreabierta, tratando de regular su respiración.

-¡Ya, lo haré! -concedió antes de que si quiera llegara a tocarla.

Pavelka sonrió, separándose bruscamente de la chica al escuchar los toques en la puerta de la sala de juntas.

-Abre la puerta, Mila.

Los empleados empezaron a entrar en la sala de juntas. La mujer podía sentir como las miradas se posaban en ella por unos segundos, y estaba segura que había mojado las bragas de más de una de las trabajadoras.

-Señora Palvelka -saludó Sam con una sonrisa.

-Buenos días -devolvió el saludo.

El hombre se quitó del camino, dejando a ver a cierta persona con ojos verdosos, con un elegante vestido negro pegado a las rodillas, con tacones a juego y su cabello largo cayendo por sus hombros y pechos.

Bingo. 

Lauren trató de no ver el rostro de la castaña, pero fue algo imposible. Incluso podía decir que había olfateado su perfume. La ojiverde sentía como sus rodillas temblaban aún estando caminando, y el temblor aumentó cuando ______ le dio una media sonrisa, con una pizca de picardía.

Todos tomaron sus respectivos asientos. La chica de ojos verdes quedó justo al medio de sus amigas. Vio a la señorita Cabello, que estaba a la derecha de la castaña, pero tenía una mirada perdida, casi llorando.

-Buenos días a todos -empezó Sam. -Hoy es el nuevo día de BookVerly, un día que hará que la empresa quede en el puesto número 1 de Nueva York -sonrió al ver el entusiasmo de los empleado. -Para mi han sido unos grandes años estando al frente del negocio, pero sé que siempre hay alguien mejor que tú. Así que en esta mañana, renuncio a mi puesto de trabajo y tomarme unas vacaciones, para dejar todo en mano de la mujer que hará todo posible, la señora Pavelka.

Los presentes aplaudieron. Los malditos animales parecían estarse comiendo a esa mujer con la mirada, pero la mirada de ella estaba al frente completamente.

-BookVerly ha estado en uno de los mejores puestos del país -su grave e intimidarte voz llenó el salón. -Pero el número 1 es el que buscamos. Tengo aquí sus hojas de vida -alzó un puñado de hojas en su mano derecha, todos mantuvieron el aire. -Jeffrey Williams, nuevo portavoz.

El rubio sonrió satisfecho.

-Celia Pena, contadora de presidencia. Normani Kordei, maquetadora -Lauren apretó la mano de su amiga, quien parecía iba a ponerse a bailar. Cada hoja se la entregaba a la señorita Cabello, quién las archivaba en un portafolio. Y con cada hoja que pasaba hacia que los latido de la ojiverde aumentara, impaciente por escuchar su nombre. -Ally Brook, diseñadora gráfica del área de presidencia. Camila Cabello, secretaria de presidencia.

La chica frunció el ceño, ¿era por eso que la señorita Cabello estaba tan decaída? Volteó a ver a la nueva jefa, quien en ese momento la estaba mirando a ella directamente. Regreso su mirada a la última hoja, sonriendo a penas.

-Lauren Jauregui, asistente de presidencia.

¿Pero que mier...?

Ahora Normani era la que apretaba la mano pálida de su amiga, pero no por su emoción, más bien por su shock.

-Las personas mencionadas, por favor desocupen su escritorio y pasen a sus nuevas áreas -dijo la mujer, haciendo que todos empezaran a levantarse y seguidamente a retirarse de la sala, no sin antes pasar dando una apretón de manos con la nueva jefa.

-¡Quedaste como la asistente personal! -exclamó Ally abrazando a su estática amiga.

-Creo que más bien quiere que seas su mujer personal -dijo Normani levantando ambas cejas.

-Déjate de idioteces, Mani -contestó la ojiverde, levantándose de su siento.

-Es evidente la tensión que hay la nueva jefa. ¡Te quiere comer!

Lauren rodó los ojos, viendo la fila de personas que se despedían de la mujer, todos sonrientes, pero la castaña solo les daba un leve asentimiento de cabeza mientras apretaba sus manos, completamente seria e indiferente.

-Un gusto trabajar con usted, señora Pavelka -sonrió Ally al estar frente a la castaña.

-Igualmente, señorita Brook -inclinó la cabeza.

-Encantada -ahora la morena.

-Es un placer -volvió a asentir. Y sus ojos se iluminaron... a penas. -¿También es un placer para ti, señorita Jauregui?

La chica tembló, sintiendo una descarga en todo su cuerpo al escuchar su nombre saliendo de sus labios. Y esa sonrisa chueca, junto con los ojos cafés tan penetrantes la volvían loca.

-Por supuesto -contestó.

La mujer asintió, quitando su completa atención de la ojiverde, para enfocarla en la señorita Cabello. ¿Qué dialtres? La veía como si fuera la última mujer en el planeta y luego solo la ignoraba. Lauren suspiró, un tanto avergonzada, caminado hacia su oficina.

-Señorita Jauregui -llamó, haciendo que la chica volteara. -Despache su oficina.

Frunció el ceño. -¿Por qué? La asistencia de presidencia siempre ha estado ahí.

La señora Pavelka apretó los labios, pero sonreía, de alguna manera, cínica. Empezó a caminar hacia el cuerpo nuevamente estático de la chica de ojos verdosos, taconeando. Se inclinó a penas, mirando directamente a sus ojos, mientras la más baja trataba de tomar todo el oxígeno posible antes de que ese le fuera arrebatado por esos ojos chocolate.

-Despache su área de trabajo, y la veo en mi oficina en 1o minutos.

Y sin más, la mujer salió de la sala de juntas, caminando hacia su oficina. Lauren sabía que le iba a arrebatar el oxígeno, porque ahora mismo sentía como le hacía falta a sus pulmones.

Obsession (Lauren Jauregui y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora