Capítulo 6

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Era tarde. Increíblemente tarde.

Lauren a penas pudo despertarse, estaba cansada. Debía agradecerle a Ally que la llamó casi 20 veces porque todo el mundo, excepto ella y Normani, estaban en BookVerly. Se duchó a toda velocidad, para luego ponerse uno pantalones de Nilo corintos a juego con una camisa negra de cuello largo, y tacones a jugo con la camisa. Tomó su bolso y pidió el taxi hacia el edificio.

Estaba segura que su auto ya debería haber salido de la reparación, sin embargo, no la habían llamado aún para que pudiera recogerlo. Aunque la verdad ella estaba deseando que no la llamaran. Ni hoy, ni nunca. Y eso era por la simple ilusión que tenía de que su jefa la fuera a dejar a su departamento de nuevo...

*****

-¿Es aquí? -preguntó la mujer viendo el edificio.

-Sí, muchas gracias por traerme -dijo tomando su bolso con fuerza, pues sentía que con las manos tan débiles y temblorosas se le iba a caer todo.

-La quiero mañana temprano en mi oficina, Señorita Jauregui -a la ojiverde le gustaba escuchar su apellido saliendo de los labios rosados de esa mujer. -Sé puntual.

-Por supuesto -asintió.

No lo resistió más, salió del auto cerrando la puerta, con demasiada fuerza. ¿Por qué nos volvemos torpes con la persona que nos gusto y que al mismo tiempo nos disgusta? Dilemas de la vida.

-Señorita Jauregui -llamó de vuelta, la ojiverde volteó. -¿Le han dicho lo hermosa que se ve cansada?

*****

-Buenos días -la ojiverde saludó a la recepcionista casi corriendo. Dios, su jefa iba a matarla.

Ya podía ver a _______ Pavelka asesinarla, y luego como sus amigas preparaban su sepelio, y como en su tumba diría "murió por llegar tarde". Maldición. Al menos Ally le había hecho el increíble favor de preparar su café y el de la señora Pavelka. El café fue lo único que se le ocurrió en modo de disculpa.

Llegó a su oficina más rápido que el rayo McQueen. Dejó su bolso en su escritorio. Tomó el café de su jefa con ambas manos, tratando de que lo caliente del vaso se trasladara a su pálidas y heladas manos. Arregló su cabello como pudo, quería estar lo mejor presentable posible.

Y entró 

Parecía que la mujer la había estado esperando. Estaba sentada en su silla, con ambos codos sobre la mesa, y con las mano juntas en un puño sosteniendo su barbilla. Aunque la ojiverde entró por sorpresa, la castaña no parecía nada sorprendida, o lo disimulaba bien, porque su serio semblante parecía un retrato. Inmóvil.

-Lamento el retraso.

Y listo, fue lo único que pudo decir.

________ miró a la chica de ojos verdosos de arriba a abajo, y el único pensamiento que tenía era tumbarla sobre el escritorio de vidrio y hacerla gritar. Se levantó de su asiento, dejando a Lauren sin aliento; vestía un pantalón negro, con tirantes en sus hombros, una camisa blanca que dejaba a la imaginación sus pechos, pues era una camisa V. Y su castaño cabello libre.

La ojiverde se quedó quieta al ver como su jefa se acercaba de una manera tan decidida que daba miedo. Apretó el vaso en sus manos, empezando a quemarse.

-Sabes que odio la impuntualidad, ¿no? -preguntó frente a Lauren. Su voz gruesa y demandante era casi como una droga. Adictiva.

-Lo sé -contestó.

-No soporto la impuntualidad, señorita Jauregui.

Eso lo tenía claro, pero no había sido su culpa. Vale, si lo fue, pero... ¡Deja de buscar excusas!

Obsession (Lauren Jauregui y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora