6º PLAN

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La noche había llegado. Los tres Gryffindor estaban en él lavabo esperando al Slytherin que parecía no llegar nunca.

Después de unos largos minutos, la puerta se abrió y Draco entró en la sala. Tenía las ojeras mucho más abultadas y parecía tan pálido como un papel.

—¿Qué ocurre Draco? —preguntó Ron, que había notado ese cambio repentino en el chico.

—Tengo algo —dijo con tono cortante y casi con lágrimas en los ojos.

—Cuéntanoslo —pidió Hermione, que estaba sentada y apoyada en la pared, junto al pelirrojo y al de pelo azabache.

—Estaba viniendo hacia aquí y he escuchado una conversación —Draco se detuvo un momento y se sentó junto a Ron—. La profesora Minerva le estaba dando una buena bronca al nuevo profesor de pociones. Algo de que faltaba el último ingrediente y era indispensable y que tenían que estar seguros. Algo de unas lágrimas de un ser que ama y es amado o algo así —terminó de explicar Draco.

Hermione se quedó pensativa y recordó lo de la poción.

Todos explicaron cómo habían salido las partes del plan. Draco explicó lo del grito en la enfermería. Ron lo de esa poción tan importante y Harry traía el mapa y la capa. Hermione explicó todo lo que había encontrado y dio su punto de vista sobre lo que creía que hacía falta de aquellos libros.

—Entonces... ¿Qué hacemos ahora? —pregunta Harry, que estaba aún procesando toda la información.

—Deberíamos escabullirnos dos personas en la enfermería. Uno aguantando la capa y el otro el mapa. Harry, si necesitamos las lágrimas realmente, lo mejor sería conseguirlas ya, por si acaso. Tú eras importante para Snape y él lo es para ti. Yo debería estar contigo para ver qué hemos conseguido bien las lágrimas —dijo Hermione rápidamente.

—Perfecto, ya tengo el plan —recitó la morena—. Draco y Ron iréis a la enfermería y os colareis en la parte que Draco dice haber visto y estado. Harry y yo iremos al despacho de la directora McGonagall y utilizaremos el pensador para que viertas el recuerdo y así, las lágrimas sean de pura tristeza para terminar las pócima —dijo Hermione.

—•—

Y ahí estaban Ron y Draco, bajo una capa, caminando por los pasillos intentando hacer el mínimo ruido y con los corazones acelerados.

Cuando doblaron la última esquina antes de llegar a la enfermería, vieron al profesor King salir del lugar. Draco empujó lentamente a Ron hasta una pared y King pareció notar algo, parando delante de ellos y justo cuando fue a tocar la pared, los dos agacharon la cabeza.

King se fue por el pasillo y los dos respiraron por lo recién ocurrido.

—Abre el mapa —le dijo Draco a Ron en un susurro.

Así lo hizo. Podían observar en la enfermería a dos personas, McGonagall y Pomfrey y podían observar unos pies de un color extraño con un nombre borroso.

—Quizás sea Snape —dijo Ron en un susurro y Draco asintió.

Caminaron lentamente hasta la puerta de la enfermería y la abrieron con sigilo. Entraron y la volvieron a cerrar de la misma manera.

Ron no sabía dónde estaba la entrada, pero Draco caminaba recto sin detenerse.

—Es como el andén —dijo el rubio.

En ese instante los dos corrieron contra la pared, y pasaron de la enfermería a una sala.

La habitación era lúgubre y de un tono negro, no había ninguna entrada ni salida "de forma normal".

Solo habían tres camas y en una de ellas estaban tres personas con una tenue, pero cálida luz. Podían observar de espaldas a Madame Pomfrey y en el otro lado, sentada en una silla estaba McGonagall.

—¿Cuanto le queda? —preguntó angustiada la directora.

—Horas. Horas Minerva... —dijo casi en un susurro la señorita Pomfrey.

La directora dejó escapar algunas lágrimas y llevó su mano hasta la del que parecía ser, un paciente, del cual apenas se podía distinguir con la enfermera en medio.

—Me retiro para que nadie entre, si ocurre algo, avíseme —dijo Madame Pomfrey y se giró, dispuesta a irse.

En ese instante, Ron y Draco observaron la camilla.

Severus Snape, con los ojos cerrados, con una manta blanca y con el cabello más crecido de lo normal.

—No te mueras, Severus. Todos te esperan y te necesitan. No nos dejes tú también. Harry, Harry anda por ahí sin vida. Más de un día he tenido que ayudarlo de formas que me destrozan. Tapándole con su propia capa en él aula de pociones mientras susurra tu nombre entre lágrimas —hubieron lágrimas y un ligero silencio—. No te mueras, Severus —pidió desesperada la profesora.

Ron acarició suavemente la mejilla de Draco para que le observara y cuando consiguió su atención. Le hizo un gesto para salir de allí. El Slytherin hizo caso y los dos salieron del lugar.

SNARRY-el fantasma del que me enamoré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora