9º BESO ROBADO

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Severus se levantó temprano la mañana siguiente y aún estaba ahí. Harry dormía como un bebé y tenía una sonrisa en el rostro que parecía imborrable. Pero Severus sabía que Harry tenía que ir a clases.

—Despierta, Potter —le dijo con su tono naturalmente frío y severo.

El pequeño reaccionó hundiendo su cabeza en el pecho adolorido de Severus, y este se quejó silenciosamente.

—¡Despierta! Tienes clases, Potter —dijo nuevamente, y Harry cayó de la camilla por el sobresalto.

—¿Q-qué o-ocurre? —dijo, mientras cogía las gafas de la mesita y comenzaba a colocárselas.

Se levantó y miró a Severus a los ojos. Negros y hermosos, como espejos del alma.

—Tienes que ir a clase, Potter —dijo Severus, cuando Harry justamente reaccionó a todo lo que había ocurrido la noche anterior.

—S-severus, estás vivo —dijo, y lágrimas empezaron a desbordar—. Estás aquí, estás vivo —volvió a decir, aún no podía creerlo, era más que evidente.

—Sí Potter, enhorabuena. Te acabas de dar cuenta de que cuando alguien respira, te levanta y te manda a clases, esta vivo —dijo irritado el profesor y con su tono de ironía que solía tener.

—¡Ho mierda! Llego tarde, tienes razón —dijo, ordenándose bien el pelo (intentándolo) y colocándose la túnica.

—Aps... Se me olvidaba —dijo Harry, se acercó hasta Severus y le depositó un beso en la boca, casto, pero que hizo sonrojar a ambos.

—•—

Hermione, Ron y Harry estaban en clase de Hagrid. Les tocaba con Slytherin y aunque en un pasado lo hubiesen detestado. Harry y Hermione amaban las caras de Ron cada vez que el rubio pasaba o le miraba.

—Buenos días —dijo alegremente Hagrid, y empezó a sonreír a toda la clase—. Hoy quiero tratar de hacer algo nuevo. Estoy seguro de que todos estáis preparados para ver a un animal único en el mundo, un fénix, el fénix que Dumbledore tuvo como mascota hace mucho tiempo. Él mismo a querido venir a mi clase y está en su última faceta de vida —dijo, y Fawkes, el fénix, entró volando—. Ahora os ponderéis por parejas y escribiréis la teoría de lo que creáis conveniente sobre estas hermosas criaturas. Yo os iré comentando cosas también. ¡Vamos! ¡Poneos por parejas! —terminó de decir alegremente.

—Nosotros dos nos ponemos juntos Ron —dijo Hermione, señalando a Harry y a ella—. Pero creo que alguien quiere ir contigo —le dijo la morena, señalando a Malfoy, que estaba de espaldas.

—Está bien. B-Bueno... Luego nos vemos —y Ron se despidió de ellos para irse con Draco.

Caminó nervioso hasta llegar donde estaba el Slytherin y se puso dos pasos detrás de él.

—Draco... —susurró Ron, casi inaudible, pero Draco se giró.

—Hola pelirrojo —le dijo con una sonrisa pícara y Ron sintió como sus mejillas comenzaban a arder.

—B-bueno q-quisiera saber si quieres ir conmigo en, ósea, bueno hoy —dijo nervioso el Gryffindor, y Draco soltó una pequeña risa por el estado del pelirrojo.

—Me parece bien —dijo con una sonrisa—. Siéntate a mi lado —le dijo nuevamente y cogió la mano de Ron.

Ron pudo sentir que el corazón se le salía del pecho, pero no apartó la mano. Se sentó y Draco no dejó de cogerle la mano ni un segundo, aunque realmente, Ron no se quejaba de ello.

—Pelirrojo, esta noche te quiero ver —Ron lo miró y sintió que se moría de vergüenza—. En la torre de astronomía a las 12:00, ni un minuto más —dijo finalmente, y Ron solo asintió.

Por otro lado, en la clase, Hermione y Harry hablaban de todo lo ocurrido.

—¿Cómo está... ya sabes? —preguntó Hermione, sin dejar de apuntar cosas en su libro.

—Se encuentra débil, pero está —dijo Harry con alegría—. Hoy me ha despertado él para que llegase a clase y encima le he besado... En la boca —dijo Harry, algo avergonzado.

—¡No me lo puedo creer! —dijo Hermione demasiado alto, y Harry la tuvo que callar.

—Hermione, no digas nada de esto —pidió Harry, con las mejillas de color cereza.

—No diré nada, lo prometo —dijo Hermione con una sonrisa amistosa.

—•—

Después de terminar las primeras clases, Hermione, Ron y Harry se dirigían al comedor, pero alguien los detuvo un momento.

—Harry —dijo la profesora McGonagall y Harry se giró inmediatamente—. Ven, vayamos a mi despacho ha hablar —le dijo la directora amablemente.

—Está bien —dijo Harry, mirando a sus dos amigos antes de comenzar a caminar junto a McGonagall.

La profesora parecía mucho más feliz que de costumbre. Y Harry lo notaba. Aunque él mismo era mucho más feliz en esos momentos, sabiendo que la persona de la que se había enamorado estaba viva.

SNARRY-el fantasma del que me enamoré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora