Harry despertó temprano aquella mañana. Era domingo y jugaba un partido muy pronto.
Se puso su traje de Quidditch y junto a su saeta de fuego, se dirigió al campo.
Aquella mañana, el sol se había cernido con cariño, y recordó la primera vez que había volado sobre la escoba que Sirius le había regalado.
Cuando comenzó el partido, todos pusieron atención en él. La Snitch estaba cerca y Malfoy también la había visto. Por primera vez en la historia, los dos chicos la cogieron a la vez. Y todo el partido se quedó callado.
—¡Empate! —gritó Hooch.
—Casi te gano, Potter —dijo Draco—. Pero no quiero que mi pelirrojo pierda —espetó, observando a Ron que se acercaba a toda velocidad.
—No me creo que hayáis empatado, sois dioses —dijo Ron mientras se reía—. Hasta para perder sois rivales —volvió a decir entre risas.
Cuando el partido terminó, Harry recordó aún a Sirius, así que se dirigió al Sauce Boxeador.
—¿Dónde va, Potter? ¿Quiere que le reste puntos a su casa? —Harry soltó una risa, antes de girarse y ver a Severus con su pose de profesor amargado.
—En eso pensaba profesor —dijo Harry inocentemente y entró en el Sauce.
—¿Por qué quieres entrar aquí? —preguntó Severus, mientras le seguía con un "Lumus"
—Aquí fue donde conocí a Sirius. Donde descubrí toda la verdad. Que él era mi padrino, que Remus era también parte de mi familia y que Peter era un asqueroso traidor al que sigo odiando. Ya que por su culpa regresó Voldemort —soltó Harry con la voz temblando.
—Sí, recuerdo este lugar. Maldito Sirius haciéndome esa broma —dijo riéndose y Harry también rió.
—Me habría gustado irme a vivir con Sirius... Me habría gustado poder disfrutar de mi única "familia" de Remus, de Sirius, de Dumbledore —Severus paró en seco.
—Yo maté a Dumbledore, él me lo pidió... Y cuando lo hice, me sentí un asesino de verdad... —dijo Severus.
Harry cogió su mano y abrió la puerta.
—Aquí pasaron mucho tiempo, mi padre, Sirius y Remus —dijo con una sonrisa agria Harry—. La casa de los Gritos, un alucinante lugar —dijo Harry, y Severus lo abrazó por la espalda.
—Sí tu padre, tu madre, Sirius o Remus, supieran que estamos juntos, me matarían —dijo Severus con una sonrisa al aire.
—Tienes razón, te matarían. Pero no están... Por un lado duele mucho... Pero por otro... Aún queda gente a mi lado —y besó a Severus con necesidad—. Así que no estoy solo... —dijo con un deje melancólico.
—Aún tienes tu hogar —dijo Severus con una sonrisa triste también—. Hogwarts —dijo finalmente.
—Y siempre lo será. El único lugar donde puedo estar sin que él mal me aceche y sin que mi corazón se derrumbe —dijo Harry con lágrimas en los ojos.
Severus no dijo más. Secó sus lágrimas con sus propios mangas y agarró a Harry de la cintura con una mano. La otra la llevó hasta la mano del Gryffindor y la levantó a la altura de su hombro.
Comenzó a tararear una melodía que le recordaba a Harry a algún baile lento y comenzó a mecer a Harry para que bailase.
La casa vieja y descuidada. Con zarpazos por todas partes hechos por la garras de Remus. Aún estaba la cama en la que reposó Ron cuando Sirius lo hirió por error.
Todo estaba igual que aquel día. Aquel día en el que Harry pudo saborear el gusto a familia por primera vez, Sirius. Y donde descubrió también, por primera vez, que era un ingenuo pensando cosas que ni siquiera podía entender.
—Severus —dijo Harry, y el mayor dejó de tararear, pero no de moverse—. ¿Realmente odiabas a mi padre y a sus amigos? —preguntó Harry, con un poco de esperanza, esperando que no fuese así.
—A tu padre lo odié mucho tiempo, pero cuando tú madre se casó con él, y te tuvieron a ti, no pude odiarle, porque tú compartías su sangre. En cuento a Remus, puede que fuese el que más mal lo pasó con la broma. Cuando le dijeron que casi me mata, su piel palideció y estuvo apunto de irse por cuenta propia, por miedo hacerle daño a alguien. A Peter lo odiaré toda la vida, en el colegio era el que mejor me caía, pero cuando descubrí la verdad, sentí que Sirius había recibido un mal castigo por su culpa. En cuanto a Sirius... bueno... lo odié por mucho tiempo, pero también te salvó la vida, así que no puedo odiarlo más que por la broma que me hizo —explicó Severus.
—¿Y de mi madre? —preguntó Harry, y Severus lo apretó más contra él.
—Fue una gran amiga, una gran maga y una gran madre, Harry. Cuando llegué a tu casa, el único con vida eras tú, y llorabas a tu madre, la única que veías desde la cuna. Mi alma casi se va con la muerte de tus padres cuando la vi inerte en el suelo, pero tornó rápidamente cuando te vi a ti. Por eso te protegía, eres lo único valioso que me queda, lo único de valor sentimental que me llena —explicó Severus, y le besó la frente a Harry, justo donde se encontraba su cicatriz.
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SNARRY-el fantasma del que me enamoré
Fiksi Penggemar"𝐿𝐴 𝑀𝑈𝐸𝑅𝑇𝐸 𝑃𝑈𝐸𝐷𝐸 𝑆𝐸𝑅 𝐸𝐿 𝑉𝐸𝑁𝐸𝑁𝑂 𝑀𝐴́𝑆 𝐷𝑂𝐿𝑂𝑅𝑂𝑆𝑂 𝑃𝐴𝑅𝐴 𝐿𝑂𝑆 𝑄𝑈𝐸 𝑌𝐴𝐶𝐸𝑁 𝐸𝑁 𝑉𝐼𝐷𝐴." Harry pensaba que no levantaría cabeza. La muerte de Severus había sido un fue...