Capítulo 1

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Alyssa escuchó la voz de su madre llamándola y abrió la puerta de su habitación, lista para bajar las escaleras

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Alyssa escuchó la voz de su madre llamándola y abrió la puerta de su habitación, lista para bajar las escaleras. Después de la última travesura que ella y su hermano mayor habían llevado a cabo, no convenía hacer que se enojase esperando. Cerró su libro de hechizos básicos con un suspiro y recogió su largo cabello en una coleta. En el camino al comedor se encontró con Allen, principal promotor de la aventura pasada. El chico le sonrió con una mezcla de diversión y miedo, a lo cual ella no pudo evitar responder con una risilla. Siempre era así, uno de los chicos inventaba alguna tontería, y detrás iba ella a seguirles la corriente. Aunque a veces se veía envuelta en problemas por el simple hecho de intentar detenerlos. El presente caso, sin embargo, no era un ejemplo de esas veces.

Bajaban las escaleras cuando Adrien salió de su habitación. Ambos se detuvieron a esperarlo, y en apenas dos segundos estuvo junto a ellos. El joven pasó un brazo por encima de los hombros de sus dos hermanos menores y sonrió también. Se parecían tanto que perturbaba. Si había algo que distinguía a los Bradford era el extraño color de cabello que tenían. Los cuatro hijos habían heredado las hebras grises de su padre. La tonalidad no existía de manera natural entre los humanos, y en la comunidad mágica a la que pertenecían no era habitual encontrarla. Mucho se murmuraba sobre ellos, alegando que pertenecían a un viejo clan de hechiceros con conexión ancestral con la luna.

—Escuché sobre lo que hicieron —comentó Adrien—. ¿Cómo se te ocurre, pedazo de idiota?

—¡Eh! —reclamó Allen— Alyssa estaba conmigo. ¿No le dices nada?

—Aly no es idiota. Es divertida, hay una diferencia. Además, apuesto a que la idea fue tuya. Y apuesto a que mamá no te dejará salir esta noche.

La chica rio. Ver cómo Adrien molestaba a Allen era una de sus cosas favoritas en la vida. Después de la sonrisa de Nathan, por supuesto.

Llegaron al comedor con los rostros serios. Su madre debía creerse que estaban arrepentidos de lo que habían hecho, de otro modo el castigo les duraría hasta que se acabaran las vacaciones. Algo inconcebible para Allen, quien pensaba conseguir la atención de muchas chicas en sus últimas semanas de libertad. La señora Bradford estaba de pie detrás de su esposo, quien ya ocupaba una de las sillas. Alyssa no notó nada fuera de lo común, excepto la mirada desconfiada de su madre. Pasaría un buen tiempo hasta que olvidara aquello.

—Mamá... —comenzó a decir Allen.

—No quiero oír una palabra, Allen Mason Bradford. Cenemos con tranquilidad.

El aludido asintió con la cabeza. Estaba perdido. No iba a salir esa noche de casa ni en sueños. Ni siquiera pensó en escaparse por la ventana, porque si lo hacía podía olvidarse del resto de las vacaciones. Su madre era capaz de enviarlo al colegio antes de tiempo con tal de castigarlo. Y Allen odiaba la escuela de verano. No había chicas lindas allí, solo perdedores que no podían aprobar un examen de pociones o de magia aplicada.

Resplandor [Hermanos Ceniza I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora