Capítulo 12

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Alyssa había logrado evitar a Nathan por tres días, aprovechando el fin de semana y la excusa de que debía estudiar

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Alyssa había logrado evitar a Nathan por tres días, aprovechando el fin de semana y la excusa de que debía estudiar. Lucy la cubrió todas las veces que él vino a buscarla, inventando alguna historia por la cual no podría verla. Por supuesto, su amiga preguntó si todo estaba bien entre los dos. Aly ignoró la pregunta como si su vida dependiera de ello. No era necesario ponerse en ridículo con Luceenda diciéndole que estaba celosa.

La tarde en que Vevienne la había abordado en el comedor con la propuesta de una amistad, Aly había charlado con el chico en la noche. No le preguntó sobre su relación. Esperaba que él se lo comentara. Pero Nate no dijo una palabra, solo le acarició el pelo y le deseó buenas noches antes de marcharse. ¿No se suponía que ella era la persona en la que más confiaba? Se sintió traicionada. Por eso prefería evitar encontrarse con él, porque no estaba segura de poder seguir conteniendo su malestar. Con un suspiro pesado, dejó de pensar en Nathan para concentrarse en la clase que estaba tomando.

—La magia es como el cerebro —dijo la profesora Morganda Labeius—. Mientras más la usas, mejor te vuelves en ello.

Un bostezo colectivo recibió su declaración, y aunque a Alyssa le había parecido muy buena frase, no podía evitar sentirse adormilada. No había dormido bien la noche anterior. Una pesadilla en la que una bandada de cuervos rodeaba una luna roja la había acosado toda la madrugada. Quiso llamar a su madre para consultarle, pero creyó que solo la asustaría en vano. Después de todo, era probable que su sueño estuviese influenciado por su reciente contusión, los rumores sobre el conflicto entre aquelarres, el estudiante desaparecido y las extenuantes clases de Relldann.

Cuando reprimió su segundo bostezo en menos de un minuto, Aly se decidió. Debía salir del salón para refrescarse en el baño. Un poco de agua fría la despertaría. Tragando saliva con fuerza levantó la mano hacia la profesora Labeius.

—¡Oh! —exclamó la mujer, emocionada— La señorita Bradford tiene algo que agregar.

—De hecho... —corrigió Aly, algo apenada— Yo solo, como que... solo quería ir al baño.

Las risas invadieron el salón, haciendo que la conciencia de Alyssa la molestara por haber ayudado a ridiculizar a la pobre señora. Nadie quería nunca participar en sus clases. Sin embargo, la mala sensación disminuyó cuando una vez en el pasillo del edificio principal, apresuró sus pasos hacia el área de deportes. El profesor Herston la miró con malos ojos al verla pasearse tranquilamente por el edificio principal y murmuró algo acerca de cómo todos los Bradford eran iguales. Con una sonrisa culpable, recordando la broma de sus hermanos, la chica aumentó la distancia entre ellos para llegar a la zona de los lavabos.

En cuanto cruzó la puerta del servicio sanitario, Aly escuchó unos sollozos femeninos que la asustaron. Había algo familiar en ellos. Avanzó despacio hacia el interior del baño, cuidando de no ser muy brusca.

—¿Hola? —llamó con voz suave— ¿Necesitas ayuda?

El silencio fue la única respuesta que recibió al principio. El llanto se detuvo con una exclamación baja de sorpresa y entonces nada, ni un sonido por minutos.

Resplandor [Hermanos Ceniza I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora