Capítulo 1

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Ilusión

Desde muy pequeña me habían hablado de Dios. Me parecía tan normal escuchar hablar de él en mi casa. Oír hablar de la iglesia y de lo que dijo el pastor. De que les había gustado mucho la predica del pastor o que mi padre dijera que no le gustó la predica de ese domingo.

Asistiamos a la iglesia religiosamente cada domingo y de vez en cuando a los cultos de oración o a los de estudio bíblico. Una familia modelo según mi madre.

Ahora que lo pienso.. ¡No eramos una familia modelo!. Eramos una familia disfuncional.

Mi hermano Patrick salía con sus amigos y regresaba a casa tarde y con aroma a cigarro o alcohol. Mi padre no le decía nada. Era un hombre. Un buen hijo y un buen estudiante, según mi padre tenía derecho a divertirse un poco.

Mi hermana Jen. Se pasaba de tono con su novio Rick cada vez que se besaban frente a la cochera de la casa sin que mis padres dijeran nada, por que su novio era el hijo de un hombre rico. ¡Y yo!.. era la adolecente curiosa pero sumisa. Lo que dijeran mis padres era una ley para mí.

Los domingos todos asistiamos a la iglesia como la familia "perfecta" El novio de mi hermana nos acompañaba pero para mí era más que obvio que solo iba por Jen.

Al salir del colegio conocí al primo de Rick. Un joven muy guapo y simpático. Me lo presentó porque él se lo pidió.

¡Fue amor a primera vista!. Pensé que había encontrado al hombre ideal. Nos hicimos amigos. Él empezó a llegar a mi casa a visitarme y a mis padres les caía muy bien.

¡Todo era perfecto!. El chico guapo era mi pretendiente y mis amigas sentían envidia de que se fijara en mí.

Empezamos a salir y era tan romántico conmigo, tan galante y considerado. ¡El hombre de mis sueños.!

Cuando me propuso matrimonio al año de salir dije felizmente que sí. No podía ser más feliz. Mi vida tenía música y yo podía oírla cuando estaba con él.

En mi mundo perfecto nunca vi las señales. Ni le pregunte a Dios sobre mi decisión de casarme con él, muy a pesar de que siempre tenía una excusa para no acompañarme a la iglesia. Iba conmigo a la iglesia lo menos posible y yo nunca vi eso mal.

Salía con mi hermano a divertirse y gracias a mi novio, Patrick salía con una chica muy linda. Según mis propios criterios era un chico maravilloso.

Ciega y tontamente enamorada nunca vi realmente quien era Lucas Flening.

Me casé y los primeros tres meses todo era felicidad, hasta que la miel se nos acabo, al quedar embarazada y las complicaciones empezaran a aparecer.

Nuestro hijo nació y después del tamizaje a mi pequeño; el médico nos llamó para darnos la noticia de que el pequeño Lucas tenía una enfermedad congénita y que uno de los dos la poseía.

Debíamos hacernos unos exámenes. Pero Lucas no quiso. Me dijo: ¡Todo esto es tu culpa Rebeca!

¿¡Mi culpa!? ..¿Porqué? .

¡Es tu culpa!. Porque yo no tengo ningún problema. ¡Soy un hombre completamente sano!. Tú lo llevaste en tu vientre. ¡Fuiste tú! quien le causó esa enfermedad a mi hijo. ¡Es tu culpa si se muere!. Tal vez eso habría sido mejor para él..

¿¡Cómo puedes decir eso!?.. ¡Es tu hijo!

¡No!..Lucas no es mi hijo..¡es tu hijo!

¿De que estás hablando?.. Lucas..

Yo no tendré un..

¡No te atrevas Lucas!.. Empecé a llorar y eso hizo enfurecer más a Lucas.

Llorando Rebeca no harás que cambie lo que pienso de ese niño..

¿¡Ese niño!?..

No puedo ni mirarlo.. su cabeza parece un balón.. su cuerpo deforme.. ¡Ese no puede ser mi hijo!..

Lucas..¿Como puedes ser tan cruel?.. Dios..

No menciones a Dios en esto.. ¡Si él existe te tiene que estar castigando a ti!...¡Porque yo no tengo nada que ver con él.!

¿Como puedes decir eso?.. Lucas Dios es..

Te dije que no lo mencionaras.. ¡Escuchame Rebeca!.. Ese niño va a morir pronto. ¡Por suerte para los dos! Pero mientras él esté en esta casa ¡yo no voy a vivir aquí.! Cuando él muera volveré a estar contigo y tendremos uno sano..

Iremos a los mejores médicos y ellos te curaran. Y cuando estés sana tendremos a mi hijo. Antes me iré a un departamento. Y no te preocupes por el dinero yo me encargare de ti. No te hará falta nada.

Estaba absorta. Como si me hubieran golpeado en lo más profundo. ¿Quién era ese hombre?. No podía reconocer a Lucas. Era tan frío y egoísta.. Orgulloso y cruel.. ¿Quién era ese hombre que estaba frente a mí?

¿Como pude estar tan ciega?. Si se iba con mi hermano y volvía a la casa con olor a licor y yo nunca dije nada. Estaba embarazada y pensé que solo necesitaba un poco de espacio.

Mi embarazo había sido de riesgo. Creí que necesitaba espacio y distraerse un poco. Pero él era realmente así. ¡Un hombre del mundo.!

Me había casado con un yugo desigual..

¡Lo sabía!.. Pero nunca quise escuchar la voz de Dios. Ni sus señales de alerta..

¿Porque ahora debía sorprenderme que no quisiera que le hablara de Dios? O lo que me decía de nuestro hijo..

Él salió de la casa furioso y yo me quede sola, mirando la pared y recordando las escrituras: "No os unais en yugo desigual con los incrédulos" 2 Corintios 6:14

Eso era Lucas.. ¡un incrédulo!.. Un hombre que no quería nada con Dios.. Y yo siempre lo supe. Pero me cegue por amor. Ahora estabamos separados y mi hijo solo me tenía a mí.

Doble mis rodillas y lloré.. después dije: Señor.. aunque ahora es tarde. Te declaro mi pecado y te pido perdón. Te fallé al no escucharte y seguir los deseos de mi carne. Perdóname Señor. Te pido..que no te lleves a mi hijo..por favor..

Mis lágrimas no pararon por horas.. Mi hijo estaba en el hospital y yo sola en mi casa. Y aunque había orado no sentía la diferencia. También me había dañado la incredulidad de mi esposo y sin darme cuenta me había escondido en mi embarazo y me había alejado de Dios..





El naufragio de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora