Secrets [Premios Karmaland 2020]

•°•° DIECINUEVE °•°•

FLASHBACKS

Desde pequeño vivió con su abuela, ella era viuda mucho antes de que él naciera, aun así nunca se la veía triste, siempre tenia una  sonrisa que alegraba a su nieto. Su mejor amigo y compañero era el perro de la casa, Tai, un nombre un tanto peculiar pero fácil de aprender. Desde pequeño amaba cocinar, su abuela lo ayudaba y cada día prendía nuevas recetas. No sabe mucho de sus progenitores, hasta donde sabia, su madre de joven había sido una guardia encargada de proteger el  pueblo, y su padre, un profesor de química; sin embargo, ambos compartían un particular gusto por la ciencia, dejaron sus profesiones para volverse científicos. Solo sabia que al salir a trabajar -como todos los días hacían- mas nunca regresaron y Amelia tuvo que encargarse de Miguel. No los conoció o bueno tal vez si pero apenas tenia unos meses, una edad demasiada temprana como para acordarse siquiera sus caras, bueno, las veía en las fotos del álbum familiar.

Vivir en un pueblo como Teilar, no había muchas preocupaciones. Para su mala suerte, en sus 10 largos años de vida no había podido conseguir una cámara, pero eso sí, un televisor de pantalla plana si que había. Extraño, ¿verdad?

Así que cansados de su búsqueda decidieron ir a buscar la dichosa cámara en otro pueblo; no se quedarías mucho tiempo, pues Tai era el encargado de cuidar la casa en su ausencia, y seguro se aburría al esperar su regreso, mientras más rápido mejor.

Encontraron un pueblo relativamente cerca, a pesar de que  su abuela ya tuviera sus años caminaba bastante rápido por algo de jovencilla era la campeona de atletismo de todo Teilar.

—Kar.... -intento ver lo que decía el cartel.

—¿No puedes ver bien?

—No...esta borroso -respondió, le molestó un poco el hecho de que su nieto no le había dicho nada respecto a su mala visión, en fin, la señora tuvo una idea, siempre tenia unos lentes en su bolsillo, eran de ella aunque nunca los usó, decidió dárselo al pequeño. Se los puso y Mangel, como ella le decía, sonrió al poder ver bien.

—¡Karmaland! -dijo cuando pudo leerlo bien al fin. Un nombre curioso, pensó.

—Abu , ¿puedo ver el pueblo? -preguntó tímido

—La mujer sonrió- Vale, pero no te alejes mucho ¿si? -recibió un asentimiento como respuesta.

A lo lejos vio a unos niños jugar con espadas de maderas, quiso ir pero decidió irá otro lugar más tranquilo, mientras caminaba observando las tiendas, sintió que lo empujaban haciéndolo caer.

—Auch... –se quejó, por suerte sus anteojos estaban intactos. Levantó su vista y vio a un castaño de ojos verdosos, tenía una máscara de oso en la mano, te vez le gustan los osos,  pensó.

—L-Lo siento no me  fije –dijo el niño– te ayudo –le extendió su mano, este aceptó. Iban a presentarse cuando unos ladridos los interrumpieron, un cachorro venía en su dirección, el "oso" por instinto, se cubrió detrás del de lentes, aunque fuera más alto.

El perrillo parecía inofensivo así que Mangel decidió agacharse y darle cariño tosen la cabeza, efectivamente,  ese perro era mas bueno que el pan. El más alto se sorprendió, pensó que lo atacarían. Cuando iba a preguntarle como lo hizo, fueron interrumpidos.

—¡MAX! -una tercera voz se escuchó, un pelinegro de ojos marrones venía hacia ellos, tenia una extraña marca azul en el lado izquierdo de su rostro, el cachorro reconoció la voz de su dueño y fue corriendo hasta él- aquí estas chico -dijo una vez tuvo a su mascota en brazos- gracias por encontrarlo.