•°•° TREINTA Y CUATRO °•°•

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Vencer a aquella intimidante bestia no sería trabajo para nada sencillo, todos estaban cansados, tanto esfuerzo y pelea contra tantos enemigos empezaban a pasarles facturas, pero eso no significaba que se iban a rendirse.

Cada uno, con agilidad y precisión, dedicación y esfuerzo, cada ataque que les llegaban trataban de devolverlo, el que halla oscurecido y los mobs por defecto -aunque en menor cantidad- aparecieron.

Las heridas de batalla, las cortadas y golpes, hacían que se debilitaran. Los noobs empezaban a perder fuerzas, parecía que en cualquier momento aparecería, no solo era aquel monstruo volador, ocho de los once integrantes que observaban sonrientes la cercana victoria, se unieron a la batalla. Fuertes encantamientos, armas poderosas y con una notoria ventaja hacia que poco a poco nuestros héroes retrocedieran.

—¡Cuidado!

El monstruo había bajado de los cielos, estando cara a cara con nuestros héroes, sus filosos dientes y garras les demostraban que si o si iba a atacarlos hasta que ninguno quedara en pié. La magia no era muy conocida que digamos, aquella organización lo sabía y aprovechó aquel conocimiento para controlar a aquella bestia traída desde lo mas profundo del inframundo. Los dioses simplemente espectaban la situación ¿por qué no hacían nada? Ninguno de los héroes lo sabia pero les empezaba a dar cierta rabia, se habían tomado la molestia para lanzarles rayos y cambiado el clima para advertirles sobre el peligro en Karmaland pero no movían ni un solo dedo. Tal vez era una de las desventajas de ser uno de los dioses, no podían intervenir en lo que sucediera en la Tierra.

Espadazos y flechas no parecían dar mucho efecto, Alex había recibido un gran zarpazo, que por poco lo deja sin su ojo izquierdo, Elyas por suerte actuó rápido y lo alejó un poco para vendarle y evitar que se desangrara, volvió a ponerse su casco el cual ocultaba la herida. Sentía dolor pero no había tiempo para eso.

Las doncellas lograron quitarle un pedazo de su ala, dejándolo herido, mas esa distracción de pequeña victoria fue utilizada para lanzar a Vegetta dejándolo inconsciente, al parecer era su único objetivo pues pasó de los demás, los de la Hermandad atacaban a los héroes para que no interfirieran en lo que planeaban hacer, acabar con Samuel.

- No... -estaba pasando de nuevo pero esta vez su amado no tenía oportunidad alguna de escapar- ¡NO! ¡SAM, DESPIERTA! -entre dos de los encapuchados lo redujeron, los refuerzos llegaron pero nadie podía detener aquel inminente destino. El nombrado despertó, pero no había nada que hacer, no habían más sorpresas...

- ¡FRANK! -no supo cómo sucedió, simplemente pasó, todo fue tan rápido pero se vio en cámara lenta.

[FlashBacks]

Después de un día de misiones y mucho entrenamiento con Merlon, los jóvenes guerreros decidieron descansar un poco al aire libre, era eso o estar los cinco tratando de acomodarse en el viejo amueblado sillón de la sala para tres personas y pelearse entre ellos para elegir quien tenia el control remoto para cambiar a su gusto cualquier canal en la tele, sí, definitivamente era mejor estar afuera.

Además que mejor tarde sino es con sus queridísimos "hermanos" en el campo debajo del viejo sauce, uno el cual lleva plantado desde hace mucho tiempo, prácticamente el doble de años que ellos cinco juntos, incluso un poco más.

—¡Veg! ¡Te ha llegado una carta! –el nombrado volteo en dirección de donde lo llamaban, era Luzu y tenia un sobre entre manos, lo miró con una ceja alzada ¿Otra carta? ¿Para él? Le parecía raro, no era muy 'sociable' que digamos, claro que con su grupito era distinto... al menos sonreía; su actitud había cambiado gracias a -también- una carta que le habían mandado hace no más de tres años, le había dejado pensativo e irritable, puesto que en aquel mensaje supuestamente lo estaban vigilando y que en unos cuantos años lo matarían, su comportamiento era justificable.

Secrets [Premios Karmaland 2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora