CAPÍTULO 9.

1.2K 130 3
                                    

Narra Sujey.

No puedo describir las múltiples emociones que sentí al escuchar a Lei tocar aquella pieza de música, nunca me había sentido tan tranquila y eufórica al mismo tiempo. Cuando él cerró los ojos al comenzar a tocar por fin entendí el sentimiento que ocurre cuando algo te apasiona, a tal punto de perderte en ello y  que todo desaparezca para tí.
Cuando nuestra mirada se cruzó un sentimiento bastante singular apareció.
Aunque no entendí porque él la apartó inmediatamente y se comportó de manera indiferente, no pude evitar sentirme feliz.

–¿Estás segura de que no quieres ir conmigo a la cafetería Sujey? 
–Ya te dije que no Sarahí, necesito un poco de aire fresco, estuvimos casí dos horas entre muchas personas y ahora eso comienza a hacer efecto, me siento un poco mareada. —le respondó mientras me hecho un poco de aire con la mano. –Ve tú anda, nos vemos en la última clase, ¿está bien?—continuó.
–Está bien, cuídate y no llegues tarde o el profesor te pondrá retardo. —me responde mientras comienza caminar.
–Tú igual, adiós —le digo mientras muevo la mano en señar de despedida.

La azotea es el primer lugar que viene a mí mente, es un lugar tranquilo y fresco, no lo dudó más y me pongo en camino hacia allá.

–¿Para qué? ¿Para decirme también lo aburrido que soy? Gracias fue suficiente —escuchó una voz familiar al llegar, era Lei con ¿su amiga? Era la misma chica de la cafetería.
–Mine Huk no tenía la intención de ofenderte, no te lo tomes tan a pecho Lei. —Escuchó decir está vez a ella, ¿quien es Mine Huk? Rayos ni siquiera debería estar aquí escuchando algo que no me corresponde.
Cuando estoy por irme escuchó a Lei levantar la voz y su voz no suena bien, está quebrada.
–¿Qué no me lo tome en serio? Jing no te bastó con rechazarme y hacerme daño, también te la pasas restregandome a tú perfecto novio en el rostro, ¿Creés que es fácil para mí soltarte, ¿acaso nunca te haz puesto en mí lugar? —él está llorando, Lei está llorando, está roto, tan roto cómo yo lo estuve alguna vez, y aún lo estoy, pero es algo que constantemente evitó pensar.
Y entonces todo toma sentido, aquel día en la cafetería él se fue por la misma razón, estaba triste por la misma razón. En algún punto él me dijo que los asuntos de los demás no le interasaban, y ¿como lo haría si está tan pérdido en su propio dolor?
–Lo siento Lei realmente no fue mí intención dañarte —escuchó decir a Jing, haciéndome percatar de que no me eh marchado.
–No, no digas nada sólo vete. —le dice él mientras le da la espalda y me da la oportunidad de escabullirme y ocultarme atrás de algunas cajas, pues después de ello Jing, de quien ahora sin querer sé su nombre, salió apresuradamente.

¿Qué hago? Si salgo de aquí él pensará que soy una entrometida, que no está lejos de la realidad ahora que lo pienso, pero y ¿si se molesta?
Que esté de espaldas me da cierta ventaja.

Y entonces viene a mí mente un fragmento de una novela que leí hace poco, el protagonista hizo sonreír a la chica contándole una experiencia un tanto penosa y rara. No pierdo nada intentándolo, bueno probablemente mí dignidad, pero realmente odio ver a las personas llorar y él no a parado de hacerlo, me hace sentir tan sensible.
-Okey Sujey estás loca, pero aquí vamos. —me digo a mí misma mientras respiró profundo y camino hacia él.



–¿Sabías que los gatos pueden morir de sobredosis? Hace un tiempo mí tía tenía un gato un poco viejo y quiso probar sí tenía la misma resistencia que ella, el gato murió unas horas después, y mí tía no paro de llorar durante una semana, fue bastante trágico —le digo mientras me siento a su lado.
Él tenía el ceño fruncido y me veía con cara de confusión, aunque después de un momento formó una media sonrisa.
Y entonces analice lo que dije, ohh, ¿yo de verdad había dicho eso? Tierra trágame.
No puedo evitar reír ante mís pensamientos y lo que dije anteriormente, quiero desapararecer.
–¿De que te ríes? —pregunta levantando una ceja en señal de aún más confusión
–De que lo que dije fue bastante estúpido —le digo mientras rió con más fuerza.
Después de unos segundos él comienza a reír conmigo un poco, al parecer lo eh contagiado.
–Lo lamentó, no sabía que decir, pensé que te deshidratarías sí continuabas llorando. —le digo sonriendole un poco ante mí nueva ocurrencia.
–¿Deshidratarme? Eres tan rara —me dice mientras sonríe cálidamente, negando con la cabeza. Después de divagar un poco revolvió mí cabello molestandome.
Agradezco que no haya preguntado hace cuanto estoy observandolo, sería un  poco bochornoso, aunque la mueca que hizo al inicio me hizo saber que se lo preguntaba, pero decidió esquivarlo supongo.

–Basta, no hagas eso, me costo mucho tiempo cepillarlo y acomodarlo. —le digo finalmente sonriendo y quitando su mano y sosteniéndola junto a la mía.

Alto, ¿Qué estoy haciendo? ¿Porque no la suelto? Pienso, mientras lo miró con incomodidad y él hace lo mismo. La suelto y me rasco un poco la cabeza en señar de incomodidad. Ambos quedamos en silencio.

De repente recuerdo que traigo un par de dulces en mí bolsillo, ¡claro!, puedo compartirlos, así que sin más los sacó de ahí.

–¿Quieres uno? —le digo mientras pongo mí mano con los dulces frente a él.
–¿No son esos dulces con los que me ahogue hace poco? —me dice mientras me mira un poco y no puedo evitar reír ante ese recuerdo de verlo casí morir por el picante.
–No, estos no están picantes, hay un chocolate también —le digo y lo miró invitándolo a tomar uno.
–Okey, ¿no comes muchos dulces? —me dice mientras lo toma y comienza a quitarle la envoltura.
–Lo mismo me pregunta mí madre a diario —le digo mientras sonrió recordando. –Y mí respuesta es no, los dulces nunca son suficientes, siempre me hacen sentir más tranquila, me ayudan a ver el lado dulce de la vida, lo sé no son sanos, sin embargo no puedo evitarlo, supongo que es un habitó que me mí padre me implantó cuando era pequeña.
–Ya veo, ¿de dónde me dijiste que vienes?
–De México, me encanta mí país, algún día deberías conocerlo, es bastante colorido y cálido.
–Tal vez lo haga, me gusta mucho viajar. Pero, ¿porque haz venido hasta aquí a estudiar? ¿No había buenas escuelas allá?
–Las había, pero quería conocer cosas nuevas, salir de mí zona, ser independiente, quería dejar muchas cosas que aún me hacían daño; lo que más me costo fue dejar a mí familia, los extraño muchísimo, pero estoy segura que valdrá la pena y cuando terminé podré regresar orgullosamente. —le digo sintiéndome nostálgica.
–Vaya, realmente eres alguien muy sentimental, pero también alguien muy especial. —me dice mientras me mira fijamente a los ojos.
–¿Lo soy? Vaya, quisiera creer eso. —le digo mientras me giró y veo a la nada, sin ningún gesto.
–¿Por qué lo dudas? —me pregunta con confusión.
Ni siquiera yo lo sé, sólo sé que no me creo aún lo suficiente, que aún estoy pérdida buscándome , que estoy buscando respuestas a si soy especial o no, que aún estoy tratando de encontrarme, después de perderme.
–Tengo que irme, tengo clase, nos vemos luego Lei. —le digo evitando su pregunta y levantándome decidida a irme.
-Está bien, gracias Sujey —me dice mientras me sonríe
—¿Gracias? ¿Por qué? –le digo confunfida.
–Por hacer que olvidará todo y por hacerme sonreír. —me dice mientras también se levanta.
–No ha sido nada, gracias por escuchar las tonterías que dije —le digo mientras sonrió.
–Bueno estamos a mano —me dice mientras toma mí mano y la estrecha.
–Creo que sí —le digo está vez perdiéndome en su mirada, que ahora tiene un brillo singular.
–Ve a tú clase, llegarás tarde, espero verte pronto Sujey —me dice mientras suelta mí mano y se gira dándome la espalda.
–Adiós Lei —le digo mientras corro pues realmente llegaré tarde, Sarahí me va a matar.






Narra Lei

Después de Jing nadie me había hecho sentir tan bien hasta hoy que Sujey pudo hacer que sonriera, ella se abrió un poco conmigo sorpresivamente; y pude notar que algo le hace daño, algo de lo que no a hablado con nadie, conozco perfectamente ese sentimento pues también lo eh vivido.

–¡Lei! ¿En que piensas? Pareces pérdido en tú mundo. —Me dice Ximen, dándome una taza de té.
–En nada, sólo estaba repasando mís pendientes —le digo tranquilamente.
–¿Seguro? ¿No quieres contarnos algo? —me dice curiosamente.
–¿Algo? No creo que no, todo está bien. —le respondó levantando los hombros.
–Sabes que siempre te vamos a escuchar y apoyar ¿cierto? —dice está vez Meiuzo.
–Lo sé, no entiendo, ¿que les preocupa? Estoy bien, no puedo pasarmela llorando, alguien me dijo que puedo deshidratarme si continuó haciéndolo. —Les digo mientras sonrió al recordar las palabras de Sujey.
Veo cómo los tres me miran curiosamente, sonriendo.
–¿Quien te lo dijo? —pregunta Si cruzando los brazos.
–No necesitan saberlo, no ahora. —les digo mientras me levanto y salgo del salón.

Y ahora que lo pienso...
Tal vez conocerla a ella sea algo bueno, tal vez pueda ayudarme a encontrarme ó tal vez me pierda aún más.
Tal vez conocerla no fue una casualidad, tal vez pueda romper mí barrera, y si la hace entonces dejaré de oponerme ante mís propios sentimientos o tal vez no.

Serendipia - Huaze LeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora