Cómo era de esperarse mis padres me trajeron a la escuela.
Era aún temprano así que fui al vestidor para ponerme el uniforme de deporte antes de que todas las niñas del salón llegarán.
Me gusta el deporte pero soy muy floja para hacer actividades físicas.
Cuándo terminé me dirigí a la cancha y me senté en las gradas, vi que la maestra estaba buscando algo en su mochila. Ella al verme me saludó, le devolví el saludo.
Me iba a acercar a ella para matar el tiempo platicando pero sonó el timbre. No hice ni el intento de levantarme porque empezaron a llegar todos. La maestra era muy estricta, así que todos llegaban puntuales, si no te castigaba realizando más ejercicios y eso era algo que nadie quería.
Selegna llegó a mi lado. Estaba vez no había hecho escándalo para tener mi atención, algo anda mal.
—¿Qué te pasó?— pregunté cuando voltee a verla y miré que tenía el labio roto
—Ya sabes, me golpeé con la puerta— dijo volteando su cabeza hacia otro lado
—¿Te volvió a pegar?— pregunté mientras la maestra pasaba la lista de asistencia.
Sabía la respuesta, su padre la había golpeado, otra vez.
—Se molesto porque tu papá me llevó a casa— dijo suspirando
—Lo siento mucho. A la próxima le diré a mamá que te lleve ella— puse mi brazo en su espalda y empecé a acariciar lentamente en un intento de consolarla
—Sabes que aún vaya yo sola siempre habrá pretextos para volver a hacerlo— dijo mirando a la nada
—Selegna, aún estás a tiempo de denunciar
—Tranquila ya falta poco para que me vaya de ahí— sonrió con tristeza
_Tu abuela estará bien— dije volviendo a insistir
—Ella no lo aguantaría y sabes que mi miedo es que me deje sola— sus ojos se vieron llenaron de lágrimas inmediatamente
Esa era la razón por la que ella no hablaba. Tenía miedo de que su abuela muera si se entera que su hijo maltrata a su nieta, su abuela no lo podría soportar.
La maestra habló. Nos indico que debíamos de darle 15 vueltas completas a la cancha.
Empezamos trotando, mientras todos nos molestamos entre sí.
Al dar la quinta vuelta extrañamente me cansé. No hacia deportes pero sí tenía buena resistencia. Me agote demasiado, la maestra me gritaba que fuera en conjunto con mis compañeros. Sentí que no podía respirar bien, sentí que estaba muy débil. Me detuve, me incline y apoye mis manos en mis rodillas, mi respiración era agitada sin embargo no siento que pueda respirar. Me fije en el suelo y vi que había diminutas gotas de sangre en el piso, por instinto me toque la nariz, de ahí sale la sangre.
—¡Danna!— grito la maestra en forma de regaño mientras se acerca
—¡Por dios!— Selegna se puso enfrente de mí, —¿Estás bien?
—¿Está bien señorita Leyva?— preguntó la maestra cuando llego a mi lado.
¿Por que todos preguntan eso cuando claramente ven que no estoy bien?
—Yo... No me siento bien... No puedo... Respirar— siento que no puedo ni hablar
Todos se acercaron para saber que pasa.
—Tranquila, mírame— oí que dijo la maestra. Obedecí y la miré, —Inhala y exhala conmigo, ¿Ok?— asentí, —Bien 1 inhala... Exhala, eso así, continua
Mientras realizaba las respiraciones con ella sentí como el aire poco a poco iba entrando a mis pulmones, nunca en mi vida había sentido tanta felicidad por poder respirar.
—Vamos a enfermería— me dijo suavemente cuándo ya pude respirar normal, me agarro por la espalda para ayudarme a caminar
Sentí que Selegna se puso del otro lado para, también ayudar a caminar
—No te dejare sola— me dijo
—¡Se cancela la clase por hoy!— gritó la maestra, —Todo estará bien— me dijo
Por lo menos ya no sangraba mi nariz.
Cuándo llegamos a la enfermería me dejaron en una camilla. Una vez que entró la enfermera se sorprendió de verme ahí. Conozco a la enfermera Canda, no por venir seguido, no, de hecho nunca había venido a la enfermería, la conozco porque antes ella también llegaba temprano a la escuela y solía platicar conmigo.
—¡Dios! Eres a la persona que menos pensé ver aquí— dijo alumbrando mis ojos con una pequeña linterna
—Si, bueno con eso de que ya no hablamos pensé en hacerte una visita
—No fue la manera más linda. ¿Cómo te sientes?
—Me siento muy cansada
—¿Qué fue lo que pasó?— preguntó dirigiéndose a la maestra
Mientras la maestra le explicaba a la enfermera lo que había pasado en su clase Selegna se acercó a mi.
—Me tienes muy preocupada— vi su rostro decaído
—Estoy bien, no es para tanto— lo que menos quiero es que se preocupe, ya tiene muchos problemas con los cuales lidiar.
Una vez terminaron de hablar la maestra se retiró para ir a dar su otra clase. La enfermera se acercó mientras me mira detenidamente.
—¿Te drogas?— preguntó dejándome anonadada
_¿Qué? ¡Claro que no!— chillé de inmediato
—¿Entonces por qué te sangró la nariz?— continuó en la misma postura
—No lo sé. ¡No me drogo!
—Es bueno saberlo. Solo tenía que descartar la idea— dijo mientras iba a buscar algo
Selegna solo se rió por la escena. Mensa.
La enfermera regresó con una inyección. Que no sea lo que estoy pensando casi no me gustan.
—Te pondré anestesia para que puedas descansar— dijo mientras me inyectaba en el brazo izquierda
—Gracias— no me quedó de otra que decir eso
_Les haré justificantes a las dos para el resto de sus clases. Antes de la salida ya se debieron ir. ¿Está bien?
—Sí, claro— respondió Selegna
_Enfermera— sentí mis ojos pesados, —No le diga a mis padres por favor
—Solo esta vez lo dejaré pasar— dijo mientras me guiño el ojo
Y de ahí no supe nada más
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La vida de Danna
Teen FictionDanna es una chica dulce y que sus padres adoran así como ella a ellos. Ella le gusta un chico desde haces años, Antonio, un chico que tiene novia. Ella no hace por intentar algo con él. Descubre que es enamorarse en el momento equivocado. ¿Por qué...