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Me presentaré soy Danna tengo 16 años de edad y voy a cursar la preparatoria que no quiero, solo por flojera. Soy alguien que mayormente se la pasa alegre y suelo ser risueña, soy una joven de cabello castaño largo y lacio, ojos café oscuro y de peso promedio, ni flaca ni gorda, lo ideal dirían muchas.

En estos momentos sonó la alarma y miré el techo de la habitación un largo tiempo maldiciendo a la persona que inventó la escuela ¿por qué tenían que inventar tan grande sufrimiento? No quiero ir al colegio. ¿Podemos volver a la época de los cavernícolas dónde nadie se preocupaba por la escuela y las únicas preocupaciones eran el sobrevivir y tener alimento? ¿Se imaginan conocer a los dinosaurios? Siempre he querido saber como ha sido esa época, me parece interesante solo que sé que lo que dicen en los libros de texto es pura mentira. Ya pensé mucho, ¿verdad?

Mejor me levanto de la cama para ir a la escuela porque si no lo hago mamá lo hará y es mejor que no, es capaz de venir a mi habitación a sacarme a punta de patadas. Así que con mucho esfuerzo sobrehumano que apliqué me levanté de mi muy preciada cama para empezar a arreglarme.

Me duché para tratar de despertar por completo, me vestí con el típico uniforme de oberol azul marino, calcetas azules y zapatos negros y como toque final, no me peine. Tengo mucha flojera para hacer las cosas, creo que no volveré a desvelar me solo para ver películas.

Opté por solo pasarme el peine para medio arreglar el desastre de mi cabello y hacerlo en un moño enorme.

Bajé las escaleras para poder desayunar porque si no lo hacía mamá se iba a molestar de que no desayunara, repito no quiero eso.

Llegué al comedor y vi que mamá estaba terminando de servir el desayuno. Cereal con leche, que rico.

—Buenos días mi amor —saludó mientras se sentaba.

—Buenos mamá —contesté sentándome en mi respectivo lugar.

En eso entró mi padre. Ese señor con el que peleo mucho.

—Buenos días mis amores —habló mientras me dejaba un beso en la cabeza y se alejaba para darle uno a mamá, ella le sonrió.

—Buenos días papá —dije sin ánimos, tengo mucho sueño para responder bien.

—Alguien no durmió bien, ¿no es así —preguntó mientras me señalaba con la cabeza

—No podía dormir —contesté encogiéndome de hombros.

—¿Y no podías dormir por ver tus películas? —volvió a insistir en el tema.

Eso lo hizo de maldad, mi intuición me lo decía.

—¿Otra vez Danna Katherine? —genial uso mis dos nombre, aquí vamos con el regaño.

—En mi defensa veía películas porque no podía dormir.

—¿Por estar ocupada llorando? —mencionó mientras se llevaba un poco de cereal a la boca, voltee a verlo y él sonrío maliciosamente.

Si bien había llorado, pero no era mi culpa que la película tuviera un final triste y no feliz.

—¿Qué te he dicho Danna? —dijo mamá mientras detenía su acción de comer cereal.

—Gracias papá —le hablé en forma sarcástica.

—De nada cariño —contestó agrandando la sonrisa de su cara.

—Ya mami, solo fue por hoy —dije tratando de calmarla, a ella no le gusta que me desvele.

—Eso dijiste la semana pasada —volvió a hablar papá. ¿Por qué lo hace?

—No ayudes —dije viéndolo fijamente.

—Katherin —me llamó por mi segundo nombre. ¡Peligro!— Si no te duermes temprano voy a apagar el Internet temprano.

—¡No —grité inmediatamente, no puede hacer eso.

—¿No? —repitió. ¡Peligro! ¡Tenemos un 33-12!

—Digo no mamá no es necesario, no lo volveré a hacer —puse mi mejor cara de arrepentimiento.

—Eso espero hija —dijo mientras seguía comiendo.

—Lo prometo— dije para calmarla, claramente no iba a obedecer. Y supongo que eso es algo que ella ya sabe.

—Ya verás que no te hará caso —susurró mi papá, lo miré molesta y él sacó la lengua infantilmente.

—Tú que sabes —lo reté.

—Te conozco mejor que a nadie —contestó sonriendo orgulloso.

Y así fue mi desayuno peleando con mi papá por meterle ideas a mi mamá, bueno solo le decía la verdad pero no tenia porque hacerlo.

 ¡Siempre está en mi contra!

Al terminar de desayunar nos dirigimos al coche y subimos para que papá me dejara en la escuela y luego pudiera llevar a mamá a su trabajo. 

Si mis dos padres trabajan. Muy triste.

Cuando llegamos bajé del auto y ellos hicieron lo mismo.

—Ten mucho cuidado mi amor, cuídate —dijo mamá abrazándome con dulzura.

—Suerte, ojala te rompas una pierna —habló papá, lo mire seria.

—Como le dices eso a la niña —mamá le dio un golpe en la cabeza, me burle de él.

—Eso dicen para dar suerte amor —susurró mientras se sobaba la cabeza.

—Bueno, me voy —corté mientras abracé a mamá y luego a papá.

—Cuídate cariño, te amamos —sonreí enormemente. Esas palabras eran mi motivación del día.

—Yo los amo más —dicho esto me di la vuelta para entrar al infierno de escuela. No es tan así, solo exagero. Es solo que no tengo ánimos de nada.

En lo que me alejaba oí como mama regañaba a mi papá por decirme cosas como lo de la pierna, volví a reír imaginando su discusión.

A muchos les daría vergüenza que sus padres los lleven a la escuela pero a mi no, al contrario lo adoro. Y me siento orgullosa de que así fuera.

Así que sin más empezaría un nuevo año escolar. 

La vida de DannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora