Daphne odora; Me gustas tal como eres.
Al principio, la teoría de Félix de que cenando juntos podrían acabar siendo amigos no parecía muy posible.
Para empezar, el comedor era demasiado grande para que en él cenaran sólo cuatro personas, aunque una de ellas fuera un duque. El altísimo techo dorado y plateado, la larga mesa con sus sillas de terciopelo rojo, las columnas de mármol blanco, los espejos y los querubines, nada de todo eso ayudaba a crear un ambiente confortable, al menos para Bridgette.
Luego estaba el problema de la comida. Había dos tipos diferentes de sopa, una fría y una caliente. Le siguieron tres platos de pescado y dos de carne, cada uno con cuatro variedades distintas. Todo estaba muy bien presentado y era delicioso, pero a Bridgette le pareció una exageración y un gran desperdicio. Era imposible que cuatro personas se comieran todo aquello.
Ella estaba acostumbrada a cenar sobre una mesa cubierta de polvo en el desierto o en un sencillo puesto italiano. En esas cenas ella y su padre siempre hablaban de historia, de antigüedades o de la excavación en la que estaban trabajando.
Y para acabar, estaba el problema del anfitrión. Él intentaba ser amable, y el señor y la señora Bennington escuchaban encantados sus comentarios, pero ella no podía. Sus maneras, especialmente con ella, eran educadas y consideradas.
Bridgette sabía que esa demostración de encantos formaba parte del plan de Félix para que se quedara en Hampshire. Él podía ser el hombre, más encantador del mundo, pero Brid no podía soportar que lo fuera con ella sabiendo lo que él pensaba en realidad.
Por otra parte, Félix no sólo se preocupaba de si le gustaba la comida, sino que parecía estar observándola en todo momento. Cada vez que levantaba la vista, lo descubría mirándola con una intensidad difícil de definir.
Ella tenía el mismo aspecto de siempre. Lo único que había hecho había sido ponerse su mejor vestido, que era de un gris pálido que estaba muy pasado de moda, y quitarse las gafas. Era imposible que ninguno de esos cambios hubiera captado la atención de Félix, así que llegó a la conclusión de que su desconcertante forma de observarla se debía a su paseo bajo la lluvia. Al fin y al cabo, él la había tachado de loca por ello.
Y a la hora de los postres ya no podía aguantar más.
—Señora Bennington— se dirigió a la vieja señora que estaba sentada frente a ella —¿no cree que el duque me está mirando mucho esta noche? Me examina como si fuera un extraño artefacto.
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Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪó
Random-𝑳𝒂 𝒇𝒓𝒂𝒈𝒂𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒇𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔, 𝒔𝒆 𝒕𝒓𝒂𝒅𝒖𝒄𝒆 𝒂 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒔. Oculta tras unas enormes gafas, Bridgette Dupain-Cheng es la restauradora de antiguedades mejor preparada para ll...