𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 20. Cala

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Cala; Honor y orgullo.

Cala; Honor y orgullo

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Bridgette notó que él se levantaba y abrió los ojos. Empezaba a amanecer y vio que él estaba de pie junto a la mesa, dándole la espalda.

Se apoyó en un codo y miró su torso desnudo. Estaba tan cerca que podía verle perfectamente sin las gafas, tan cerca que podría tocarlo. Tenía unos hombros muy anchos, pensó ella, y unas caderas más estrechas que las suyas. Desde el primer momento que lo vio en la excavación se dio cuenta de lo atractivo que podía ser un hombre sin camisa. Pero a pesar de toda su fuerza, la había abrazado con dulzura y la había acariciado con exquisitez. Sin el calor de su cuerpo empezó a notar el frío de la habitación, pero le bastó con recordar lo que había pasado entre ellos para volver a sentirse a gusto. Eso la hizo sonreír.

Bostezando, se incorporó y apartó el abrigo de él, que aún la cubría, con intención de empezar a vestirse.

—Creía que estabas dormida— dijo él sin darse la vuelta.

—No— Ella le rodeó las caderas con las piernas desde atrás y se abrazó a su espalda. Esa mañana se sentía femenina, bonita y absurdamente feliz. Estaba contenta y todo le parecía bien. Era fantástico que tener relaciones con un hombre lograra todo eso. Era algo extraordinario.

Ella apoyó la mejilla en su espalda y se dio cuenta de lo tenso que estaba él desde que lo había abrazado. Apartó la cabeza preocupada.

—¿Félix?

Él se separó bruscamente de ella y sólo la miró un instante antes de agacharse para recoger su camisa del suelo.

—¿Estás bien?

Félix se levantó y se puso la camisa. Entonces la miró, carraspeó y volvió a apartar la vista.

—Te he hecho daño— dijo mirando a través de la ventana —Perdóname, no era mi intención.

¿Por qué estaba tan preocupado? Le había dolido, pero muy poco, y sólo durante un momento.

—Oh, no— Bajó de la mesa y, para tranquilizarlo, Le acarició el brazo —No fue nada. Estoy perfectamente bien, Félix— Desvió la mirada hacia su torso y volvió a sentirse un poco tímida —La verdad es que me siento maravillosamente bien— confesó sonriendo, y se atrevió a acariciarle el pecho. Tocó la piel caliente que aún no había cubierto con la camisa y lo miró esperando que él se diera cuenta de cuáles eran sus intenciones.

Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora