𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 14. Hinojo

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Hinojo; Fuerza.

Hinojo; Fuerza

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Algunos nobles pensaban que su título ya los convertía en caballeros, pero para Félix ser un caballero requería mucho más que haber nacido con privilegios. Él se había ofrecido para enseñar a bailar a la señorita Dupain y aunque él quería que se quedara, iba a hacerlo lo mejor posible. Iba a cumplir su palabra aunque ella pusiera a prueba su honorabilidad hasta límites peligrosos.

Cuando le pidió que se quitara el delantal no había sido totalmente, sincero. No era sólo que él creyera que aquella prenda era horrible, sino que quería volver a verla sin él. Observar de nuevo la magnífica figura que había descubierto aquel día bajo la lluvia.

Él había tenido razón al calificarlo mentalmente como cinturón de castidad, pero con un cuerpo como el de ella quizá fuera necesario. La otra noche había tenido que contenerse para no acariciar nada más que su pelo. Era su primera clase de baile y su maestro sólo pensaba en la danza más vieja del mundo.

Esa misma mañana, con sólo pensar en ella todo su cuerpo volvió a arder de deseo.

Félix detuvo a ''Desafío'' junto al lago y el lacayo que cabalgaba junto a ellos se paró a una distancia prudente de su amo.

Era una tarde cálida y gloriosa, los robles y los álamos lucían ya todos sus colores otoñales, pero él ni se dio cuenta. Mientras su montura se refrescaba, Félix se permitió cerrar los ojos e imaginar qué podría hacer con aquel par de largas y seductoras piernas.

Cuando abrió los ojos, su caballo ya había saciado la sed y se dispuso a reanudar su paseo, pero al levantar la vista, algo en la colina captó su atención.

Allí, bajo la sombra de un gran roble, vio a la mujer que había ocupado sus pensamientos toda la mañana. Estaba sentada ante un mantel blanco y tenía una gran cesta de picnic a un lado y su sombrero de paja al otro.

Félix hizo un gesto al sirviente para que lo siguiera y dirigió a ''Desafío'' hacia lo alto de la colina.

Como todos los jardines de la finca, la glorieta la había mandado construir el abuelo de Félix, el noveno duque de Tremore, y había sido diseñada por Capability Brown. Llevaba el ostentoso nombre de Templo de Apolo, pero no era nada más que un círculo de columnas decorado con esculturas romanas falsas.


Al oír ruido Bridgette levantó la vista.

—¡Este lugar es precioso!— exclamó al ver a los hombres que desmontaban a escasos metros de ella.

Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora