𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 23. Glicinia y Almendro

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Glicinia y Almendro; Me aferro a ti con esperanza.

Glicinia y Almendro; Me aferro a ti con esperanza

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La mansión que Félix tenía en Londres estaba ubicada en Grosvenor Square y era una muestra más de su opulencia, él pasaba mucho tiempo en esa casa y reflejaba a la perfección su personalidad, mucho más que sus otras propiedades. Las chimeneas eran de un pálido mármol y las mullidas alfombras de colores sutiles con diseños sencillos. Había gente que la describía como demasiado sobria, aburrida y más intimidante que impactante. Para Félix eso era todo un cumplido.

Una de aquellas mullidas alfombras estaba siendo muy castigada desde que había ido a visitar a Bridgette en Russell Square tres días antes. No dejaba de pasearse de arriba abajo por delante de la chimenea de su estudio. Cada hora que pasaba, estaba más impaciente.

Cuando visitó la casa de los Fitzhugh no tenía ninguna duda de que Bridgette le contestaría. Un juego en el que utilizar el lenguaje de las flores, un lenguaje por el que ella había mostrado mucho interés. Por fuerza, tenía que estar intrigada, pero aún no había recibido ninguna respuesta a su desafío. A ella le gustaba jugar tanto como a él.

El primer día después de su visita a las damas Fitzhugh había seguido con su rutina, seguro de que cuando llegara a casa encontraría allí su respuesta, pero no recibió nada.

Al final del segundo día, aún no tenía ninguna respuesta, y empezó a preocuparle que ella no respondiera a su desafío.

A las nueve de la noche del tercer día, su confianza y su preocupación fueron sustituidas por un profundo y oscuro sentimiento de inseguridad. Ésa era una emoción nueva para él y no le gustaba especialmente.

Ahora, se paseaba delante del fuego, deseando con todas sus fuerzas que el hecho de que ella no respondiera no significara que no tenía intención de hacerlo, y empezó a pensar en una nueva táctica. Tenía que encontrar el modo de convencerla de que casarse con él era la única opción posible. Él había creído que con el juego de las flores, con su previa declaración de que iba a ganar, sería suficiente para lograr que ella contestara, pero si no lo hacía tenía que encontrar otro modo. De ninguna manera iba a rendirse.

La puerta del estudio se abrió y Félix se detuvo cuando entró Nino, su mayordomo en Londres.

—Luka Couffaine está aquí, señoría— le informó Nino.

El mayordomo se apartó de la puerta para dejar paso al compositor. Luka era una de las pocas personas que no tenían que acordar una cita para visitar al duque. Él siempre era bien recibido.

Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora