𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 12. Hibisco

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Hibisco; Belleza delicada.

Hibisco; Belleza delicada

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Esa noche, después de cenar, Bridgette estaba en la biblioteca, trabajando, cuando un sirviente fue a buscarla.

—¿Señorita Dupain?— preguntó desde la puerta.

Bridgette levantó la vista del texto romano-británico que estaba traduciendo.

—¿Sí, Oldham?

—Su señoría me ha mandado a buscarla.

Debía de ser la hora de su lección de baile. Miró un reloj que había sobre la mesa: aún faltaba un cuarto de hora para las ocho. Quizá iba atrasado. Dejó a un lado la traducción y siguió al lacayo por unas escaleras hasta llegar a la zona norte de la casa. Félix había encontrado un sitio en el que no tendrían público.

Durante los seis meses que Bridgette llevaba en Tremore Hall, sólo había conocido una pequeña parte de la inmensa casa, aún no había tenido tiempo de explorar el resto. Así que, cuando finalmente llegaron a su destino, no tenía ni idea de dónde estaba. Oldham le abrió la puerta y se hizo a un lado para que ella pasara.

Félix la estaba esperando de pie junto a la chimenea y cuando ella entró le hizo una reverencia, luego le indicó a Oldham que podía irse. Esa habitación no se había usado en mucho tiempo, pensó Bridgette, el suelo estaba cubierto de polvo y las cortinas no se habían limpiado desde hacía años. El único objeto que había en toda la habitación era una preciosa caja de madera encima de una mesa.

—Nunca había estado en esta parte de la casa— dijo ella mirando a su alrededor —¿Dónde estamos?

—Éste es el sector de los niños.

—Está muy lejos de las otras habitaciones.

—No creo que Tremore Hall fuese diseñada pensando en los niños— respondió mirándola con un aire un poco cínico —Es común colocar las habitaciones de los niños lejos— añadió con humor —así no molestan.

—Vaya tontería— Observó la habitación con detalle —¿Ésta era su habitación?

—Sí.

Intentó imaginarse a Félix de niño, pero no era fácil. Miró a la pared y siguió con el dedo unas marcas de pintura.

—Un mapa del Imperio romano— dijo, sonriendo al darse cuenta de lo que eran.

—Bueno, eso intentaba ser. No era perfecto, pero según mi madre era bastante bueno.

Y ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ғʟᴏʀᴇᴄɪóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora