-¡Papá!- Alba corrió por el andén de la estación arrastrando su maleta nada más ver a su padre, que la esperaba mientras leía sentado en uno de los bancos. Miguel Ángel levantó la mirada en cuanto escucho la voz de su hija mayor.
-Pero bueno hija, ¿ya estás aquí?- dijo con una sonrisa de oreja a oreja mientras Alba lo abrazaba con fuerza.
-Pues sí, fíjate, por una vez ha llegado puntual- sonriendo, dejo un beso sobre la mejilla su padre y se separó para mirarlo bien -¿Cómo estás? ¿Qué tal el trabajo?
-Bien, el trabajo bien, cariño, como siempre.
-Ay, papi, te he echado de menos- suspiró mientras lo abrazaba de nuevo-¿Y mamá?- le pregunto animada mientras se dirigían hacía el coche.
-A esta hora en clase de zumba- dijo Miguel mirándose el reloj despreocupado.
Alba se pasó la mayoría del trayecto hasta casa en silencio mirando por la ventana las calles de Valencia, la que había sido su ciudad desde que era una niña, mientras divagaba con Radio Clásica de fondo. Le vino a la mente como sus padres solían discutir sobre qué emisora poner y sonrío. Se sentía feliz de estar en casa.
La rubia esbozó una sonrisa al divisar la casa familiar, un adosado con el porche repleto de plantas de todo tipo. Se bajo impaciente del coche, deseando ver a la persona a la que más ganas tenía de abrazar tras casi más de dos meses.
-¡Mini! ¡Que ya estoy aquí!- gritó divertida al adentrarse en la casa, sintiéndose arropada por el característico olor de su hogar. Marina apareció por las escaleras y en cuanto terminó de bajarlas se echó a los brazos de su hermana. Miguel apareció tras las chicas con parte del equipaje de Alba y sonrío al ver juntas a sus hijas de nuevo. Subieron a la planta de arriba para dejar las maletas y enseguida volvieron a bajar para refrescarse, ya que estaban a finales de junio y el calor empezaba a apretar.
-Me gustaría haber podido ir a recogerte con papá, pero es que estoy con un trabajo del máster que me tiene frita- dijo Marina mientras llenaba unos vasos con agua de la nevera.
-Bah, no te preocupes. Lo importante es que vamos a estar juntas todo el mes- le sonrió Alba alargándole la mano desde el sitio de la encimera en el que se había subido.
-¿De verdad Alba? ¿Todo el mes de Julio?- Marina abrió mucho los ojos, ilusionada.
-A ver... En principio sí, si Amelia no me necesita allí para nada importante. Pero bueno, eso ya se verá -apretó la mano de su hermana pequeña sonriendo al verla tan contenta, estaba deseando pasar parte del verano con ella.
-Pues cruzaremos los dedos para que tu maravillosa jefa no requiera de tu presencia en Madrid. Jo, es que tenía tantas ganas de que estuvieses aquí- dijo apoyando la cabeza en su hombro.
-¿Qué tal el máster?
-Ya sabes que bien Alba, si hablamos todos los días. Solo me queda entregar este trabajo, un examen de nada la semana que viene y seré libre.
-Genial entonces. ¿Y mamá qué tal se porta?
-Pues ya sabes, como siempre- rodó los ojos Marina - Si estuviera aquí ya te estaría riñendo para que te bajaras de la encimera- dijo riendo y dándole una palmada en la cadera.
-No le tiene que quedar mucho para volver ya ¿no?
-No te creas, que se ha hecho unas amigas nuevas en el gimnasio y por lo visto después de la clase se quedan hablando hasta las mil. El otro día intentó endosarme al hijo de una de ellas- bufó.
-Ay, esta señora no va a cambiar en la vida- rió Alba.
-Pues ya ves que no, yo que pensaba que me iba a dar un poco de tregua después de lo de José María- dijo bajando la mirada.
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Primeras impresiones
FanfictionNatalia Lacunza pertenece a una de las familias más adineradas del país. Alba, trabaja como galerista de arte en Madrid y vive soportando las contínuas insistencias de su madre para que se despose cuanto antes. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se c...