Capítulo 8

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Despierto cuando ya ha anochecido por completo, miro el reloj digital de la mesita de al lado de mi cama, son pasadas las ocho de la noche, lo único que deseo es regresar a mi profundo sueño. Un momento, ¿qué hago yo en mi cama? Restriego mis ojos para comprobar que no sigo soñando, es un hecho, me hallo en mi habitación y tapada con mis sábanas. No puede ser, lo último que recuerdo es quedarme dormida en el sofá de la sala mientras observaba a Alex trabajar. Una idea surca en mí cabeza provocando de mis mejillas ardan por la vergüenza: Alex me trajo cargada hasta la cama y me dejo durmiendo.

No es posible, es ridículo. Me levanto de un salto de la cama y sin ni siquiera calzar zapatos, voy corriendo al recibidor. Escucho el sonido proveniente de la cocina, me muero si aún se encuentra aquí. Me acerco a la isla suavemente para que mis pasos no se escuchen. No obstante, la tensión escapa de mi cuerpo cuando es a Catherine a quien encuentro parada frente al fogón.

—Eres tú.

—Decepcionada de encontrarme a mí—su sonrisa me aterra, solo puede significar diversión para ella y mal rato para mí.

Miro al suelo y me sonrojo, no puedo negar que esperaba ver a otra persona, Cath parece pasar por alto este hecho y yo me tranquilizo. Mi amiga se acerca y posa delicadamente su mano en mi frente por unos segundos para luego tocar mi cuello.

—La fiebre se ha ido por completo—parece contenta mientras retira su mano para volver a la cocina—Deberías telefonear a tu mamá, ha llamado varias veces.

— ¡Mierda! Le dije que llamaría y lo olvidé por completo con todo el trabajo.

Voy a tomar el teléfono, pero Catherine me habla antes de que pueda marcar.

—Por cierto, te han dejado esto también—dice entregándome una pequeña hoja de papel doblada con en nombre de Alex escrito en una de las caras.

Tomo la nota dubitativamente, no sé si leerla, aún muero de vergüenza con el simple hecho de pensar que me llevó en brazos hasta mi cama o peor, si Catherine tiene la nota es que le vio aquí, ella nunca cogería el papel si hubiese estado sobre la mesa o algo por el estilo. Mi amiga espera ansiosa a que lea el pequeño mensaje y le brinde detalles, pero su emoción aumenta mi negativa.

—La revisaré luego, ahora me aseguraré de llamar a mi madre.

No parece feliz con mi respuesta, aunque no le queda otro remedio que aceptar mi decisión. Asiente con la cabeza para volver a la cocina brindándome la privacidad necesaria para conversar con mi madre.

Regreso a la habitación para buscar el móvil, marco el número y espero a que mamá responda la llamada.

— ¿Diga?

—Hola mamá, ¿Cómo estás?

—Cariño, ¿cómo te encuentras? Te he llamado varias veces, Cath me dijo que no te hallabas bien—se escucha muy preocupada y esto me hace sentir culpable.

—Siento no haberte llamado antes mamá, he estado muy ocupada con el trabajo.

—Debes cuidarte más y no trabajar tanto, ¿estás comiendo y durmiendo bien?

—Sí, en serio, puedes estar tranquila, fue solo un pequeño resfriado debido a la lluvia—tratando de redirigir el rumbo de la conversación pregunto— ¿Cómo se encuentra papá?

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora