Capítulo 17

3.5K 360 9
                                    

Llego a casa alrededor de la media noche, estuve dando un poco de vueltas en el taxi por toda la ciudad para relajar mis nervios, pero, finalmente cuando me di cuenta de que esto no sería posible decidí regresar. Mi apartamento está sumergido en la total oscuridad, ya mi amigo debe haberse marchado a dormir hace algún tiempo. Arrojo mi bolso en el primer mueble que encuentro y entro directo en mi habitación. Tomo una ducha con el agua caliente, pero ni esto logra templar mis nervios. Me acuesto en la cama y, por más que lo intento, no logro conciliar el sueño. ¡Estúpido Alex! Porque tuvo que arruinar la noche con esas idioteces, su seguridad sobre el tema me molesta mucho, es cierto que me dolió su partida de una forma que nunca entenderé, quizás por el gran afecto que le tuve cuando estudiamos juntos, después de todo fuimos buenos amigos, pero de ahí a estar enamorada de él existe un gran tramo.

Estoy molesta e irritada y lo peor de todo es que Alex me ha hecho replantearme todo lo que siento y pienso hacia su persona—No mientas, sé que recuerdas nuestras peleas…Sino, no hubieses huido tanto de mí cuando me viste en la oficina de tu jefe— Tiene razón en ese punto, lo recordaba todo. ¿Por qué hui de él aquel día y elegí continuar como si no tuviésemos un pasado en común si era solo un amigo de la infancia? Le odio, odio lo que me hace pensar, odio como me provoca, odio como le anhelo. Con todas estas ideas en la mente no logro dormirme hasta cerca de las tres de la mañana.

Suena la alarma del despertador a las seis en punto de la mañana y siento como si solo hubiesen transcurrido minutos desde que cerré los ojos. Estoy totalmente agotada por la falta de sueño, solo deseo apagar la maldita alarma dar la vuelta y seguir durmiendo, pero el trabajo, ante todo. Me aseo deprisa y busco en el armario un vestido azul de mangas cortas que me llega a las rodillas y se ajusta a mi cuerpo combinado con unas pequeñas botas negras de tacón hasta los tobillos, por último, ato mi cabello en una alta coleta de caballo.

Salgo de la habitación para ir a la cocina en busca de un poco de café, mientras lo preparo Mario sale de su habitación aun pegando bostezos.

—Buenos días, ¿quieres una taza?

Mi amigo se sienta en uno de los taburetes junto a la isla de la cocina y asiente en señal de aprobación. Me observa unos segundos, pensativo y con el ceño fruncido como si recriminase algo hasta que por fin no puede más y suelta.

— ¿A qué malditas horas llegaste anoche? ¿Sabes lo preocupado que estaba?

—Cuando llegue ya estabas durmiendo y creo que soy bastante grandecita para saber cuándo y a qué hora regreso a casa—la falta de sueño y el conflicto de la noche pasada me estaban ocasionando un humor de perros.

—No digo que no te sepas cuidar, sé que llevas mucho tiempo viviendo sola y puedes valerte por ti misma—su tono de voz disminuyo, ya no sonaba enojado—Solo me preocupaste, no llamaste para decir que tardarías tanto y pensé que te había pasado algo.

—Lo siento—intento yo también disminuir mi tono de voz hasta sonar comprensiva, pero me es más difícil.

— ¿Qué ha ocurrido?

—No sé a qué te refieres—mentira.

—Sentí el portazo anoche cuando llegaste y hoy tienes un humor que da miedo hasta a un asesino serial ¿me dirás que ha pasado o tengo que adivinarlo yo?

Lo más probable es que ahora mismo un asesino serial fuese más inofensivo que yo.

—No tengo tiempo, se me hace tarde para ir al trabajo.

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora