Capítulo 16

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La tarde comenzaba a caer permitiéndome apreciar en toda su belleza los esplendorosos colores de la puesta de sol sobre el océano. El día había transcurrido como si fuese un cuento de hadas: el vino, la espectacular comida entre mariscos y frutas y como olvidarme del príncipe azul con sus constantes halagos, besos y abrazos. Sin embargo, ya era hora de marcharse y regresar a la realidad. Llegamos a puerto poco después de que comenzase a anochecer y, al igual que cuando llegamos, nos esperaba el hombre de mediana edad para recibir la embarcación y con el carro de Alex preparado.

—Gracias Raúl—responde Alex mientras recoge las llaves del Aston.

— ¿Necesita algo más señor? —responde el hombre ahora conocido como Raúl.

—No te preocupes, ¿Cómo se encuentran tu mujer y tu hija?

—De maravilla, mi mujer no deja de considerarse cocinera y mi pequeña… bueno digamos que cada día es menos pequeña.

—Mándales saludos de mi parte—pide Alex mientras abre la puerta del pasajero para mí— Espero poder visitarlas pronto.

—Será un placer recibirle, Mónica está ansiosa de enseñarle algunas fotografías que realizo con la cámara que usted le regalo.

—Entonces tendré que ir pronto—Alex sube al auto y antes de marcharnos vuelve a dirigirse al señor—Buenas noches Raúl, no te marches tarde.

Raúl asiente y nos despide con la mano mientras Alex da marcha atrás para salir del estacionamiento. No deseo ser descortés o meterme donde no me llaman, pero la curiosidad me gana.

— ¿Raúl es empleado tuyo?

—Trabajaba para mi padre y cuando me hice cargo de la compañía pasó a trabajar para mí.

—Pareces tenerle mucho cariño.

—Así es—afirma—Ha sido como un segundo padre desde que le conozco, se merece mi aprecio y respeto en partes iguales.

Le miró fijamente sin poder esconder la sonrisa en mis labios, no entiendo la razón, pero su respuesta me enorgullece, es enternecedor ver el amor en sus ojos cuando se refiere a Raúl. Me planteo varias veces si realizar o no la siguiente pregunta que ronda por mi cabeza, hasta que por fin me decido.

— ¿Quién es Mónica?

Con solo ver la mirada divertida y malvada de Alex me arrepiento al instante de mis palabras.

— ¿Celosa? —la burla se hace notar en su voz.

Pongo los ojos en blanco mientras arqueo la comisura de la boca en una mueca y giro la cabeza hacia el lado opuesto al que se encuentra Alex, todo esto para evitar que vea el efecto que su interrogante ha causado en mí: siento las manos sudar y, nuevamente, mis mejillas arden de la vergüenza. Los segundos pasan y cuando pienso que el silencio no puede ser mayor entre ambos, Alex dice:

—Mónica es la hija de Raúl, acaba de cumplir quince años hace par de meses y como posee gran interés en las artes le regalé una cámara fotográfica profesional, la chica tiene talento, cada vez que los visito me muestra sus nuevas obras—quita sus ojos de la carretera para fijarlos en mí y con toda la chulería de la que es capaz añade— Contenta con la respuesta.

Si antes estaba sonrojada ahora parezco un foco rojo en medio de la oscuridad, no obstante, este era un juego que podíamos participar los dos.

— ¿Debería importarme? —en el fondo intento convencerme más a mí misma que a él— No se crea tantas cosas señor Meelark, usted no es el centro del universo.

Intento que mi contestación le moleste, pero creo que solo le provoca a seguir molestándome.

—Quizás no sea el centro del mundo, pero en estos momentos soy lo que más deseas en tú mundo.

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora