Capítulo 27

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Me quedo un poco atónita, no esperaba encontrar a Alex parado en la entrada de mi oficina, está sumamente enojado, tiene los puños apretados como quien desea contener su propia ira. La mirada asesina que le dirige al pobre Robert me deja claro que el motivo de su furia es la manera en la que este sostiene mi rostro entre sus manos. Sin embargo, el pobre de mi compañero de trabajo que desconoce la verdadera relación entre Alex y yo y que aún se encuentra preocupado por mi repentino desmayo, parece aliviado cuando ve aparecer a Alex.

—Gracias a Dios que está usted aquí señor Meelark, la señorita Blaine se ha desmayado, puede quedarse con ella en lo que voy a buscarle un vaso de agua.

El enojo que Alex presentaba hace apenas unos segundos parece desaparecer por completo ante las palabras de Robert y en su lugar su rostro tan solo parece demostrar una genuina preocupación. Viene corriendo a mi lado, quiero aguantar la mano de Robert para que no me deje sola junto a Alex, pero aún me siento demasiado débil y los brazos no me responden.

Robert sale de la habitación, su lugar a mi lado es sustituido por Alex. Siento como el corazón se me quiere salir del pecho entre tantos latidos, no tengo el valor para mirarle frente a frente.

— ¿Cariño que te sucede? —su voz es dulce.

—No es asunto tuyo.

Mis palabras salen tan frías como un tempano de hielo, intenta poner su mano sobre la mía, pero me aparto rápidamente. Por primera vez desde que entró a la oficina le miró fijamente con la intención de mandarle de paseo, sin embargo, algo en el distrae mi atención por unos segundos. Mi vista, antes borrosa debido al desmayo, comienza a ver con naturalidad y lo que aprecio me deja sorprendida: el rostro de Alex está lleno de moretones en la zona de los pómulos y sobre sus carnosos labios resaltan varias cicatrices. Como si se tratase de un alto reflejo coloco la palma de mi mano en su mejilla y veo como Alex se sobresalta bajo mi toque, solo que no sé si es por el dolor físico o espiritual.

— ¿Qué te ha pasado? ¿Quién te ha hecho esto?

—Una pelea, me lo merecía por capullo.

Nada de eso estaba ahí cuando me marche de su casa el sábado en la tarde, mi mente viaja a la imagen de Mario igualmente lleno de golpes y su negativa constante a que llamase a la policía, todo tiene sentido ahora.

—Tienes razón, te lo mereces— no hay humor en mis palabras.

Retiro mi mano de su rostro, la rabia que comienza a llenar el vacío de emociones en mi interior me brinda la fuerza necesaria para ponerme en pie, intento caminar, pero Alex me corta el paso.

—Necesitamos hablar.

— ¿A ti no te dice nada que no te haya contestado ni los mensajes ni las llamadas? —pregunto en tono sarcástico—No tengo nada que hablar contigo.

—Por favor Abby, necesito explicártelo todo, las cosas no son como las dijo Teresa.

— ¿Y no crees que es demasiado tarde para eso? —va a decir algo, pero le interrumpo—Por favor señor Meelark, tengo que reunirme con mi jefe y usted está interrumpiendo mi trabajo.

Vuelvo a poner el mismo tono informal que utilizaba con él hace un mes cuando llego a trabajar a la galería. Salgo de la oficina a toda marcha tratando de contener las lágrimas que se aglomeran en mis ojos. Debo contener las emociones mientras me encuentro en el trabajo, no pienso traer mi vida personal al trabajo y, sin embargo, no tengo el valor suficiente para encarar a Alex en la galería los tres días que quedan para la exposición.

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora