No puedo creer aun lo que ven mis ojos. ¡Qué diablos hace Teresa en medio del vestíbulo de Alex! El rostro de Alex ha pasado de la total perplejidad a un enojo colosal, sus cejas fruncidas me dan a entender que esta visita le agrada tanto como a mí, o sea, una mierda. Me levante del cómodo sofá y me encamino junto a Alex, necesito una explicación y la tendré, a las buenas puedo ser el caramelo más dulce, pero a las malas me puedo convertir en el veneno más letal y la verdad es que mi paciencia ya estaba llegando a su máximo límite.
— ¿Qué haces aquí Teresa?
La gravedad en la voz de Alex, por unos segundos, me sobresalta más que el hecho de ver a la zorra siliconada. No queda en él ni una pizca de la educación que mostró hacia ella la noche del restaurante, esta actitud provoca que una pregunta surja en mi mente ¿A qué se debe tanta mezquindad tan repentinamente?
—Estaba cerca y pensé en pasar a saludar—no me gusta la sonrisa en sus labios—Abby, cariño, que gusto encontrarte aquí…
— ¿Cómo lograste subir sin que el portero me avisara? —interrumpe Alex.
La sonrisa de Teresa se expande aún más por su rostro, el brillo malicioso de sus ojos demuestra que algo se trae entre manos y, por lo visto, está logrando sus objetivos.
—No pensé que te molestaría una sencilla visita luego de nuestro encuentro de ayer en la mañana.
Soy consciente del escalofrío que recorre el cuerpo de Alex, un pensamiento pasa por mi mente y el mundo de fantasía en el que he estado viviendo hasta este momento se empieza a desmoronar: Ayer en la mañana Alex debió haber estado en su oficina resolviendo unos asuntos pendientes. Paso la mirada de uno a otro esperando que sea una farsa, sin embargo, la tensión que ronda a Alex y la manera en que cierra los puños terminan por confirmar la afirmación de Teresa. Hubiese deseado no ser la única en la habitación que se ve tan confundida.
— ¿Alex, a qué se está refiriendo Teresa?
Para mi asombro, logro sonar serena y sin nervios, lástima que mis sentimientos en este momento sean todo lo opuesto. Un rápido vistazo a ambos me permite deducir como Alex, solamente con la mirada, le exige a Teresa total silencio y que le deje hablar a él, pero esta última parece hacer caso omiso de su pedido.
—No lo sabías querida, Alex ayer me llamo en la mañana para quedar, incluso nos vimos aquí mismo, por eso el portero me dejo subir.
— ¿Pensé que habías estado en la oficina todo ese tiempo ayer?
Cruzo mis manos sobre el pecho tratando de fingir la dureza e indiferencia que sé que no poseo en estos momentos. Alex abre la boca para decir algo, pero Teresa se le vuelve a adelantar.
—Te dijo que estaba en la oficina—suelta una carcajada— ¿Cómo le has dicho semejante cosa a tu novia? —le pregunta a Alex sarcásticamente haciendo énfasis en la última palabra, sabe lo que sus palabras provocan y no le importa—Aunque entiendo, a ninguna chica le gustaría saber que su pareja se ha pasado toda la mañana en su apartamento con otra chica compartiendo alguna que otra copa.
Ni siquiera sé que contestar, las palabras se atoran en mi garganta.
—Sabes que no fue así Teresa, deja de mentir.
—Ahora miento, de seguro que también me negarás que me has estado llamando al teléfono desde que nos reencontramos en el restaurante la pasada noche, de paso dirás que tampoco me besaste ayer.
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Perfecto Canalla
RomanceÉl no estaba dispuesto a dejarla ir, ella no volvería a caer en sus manos.... por muy dulce que fuesen sus caricias