Capítulo 21

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— ¿Me estás diciendo que el chico te preparo una cena romántica, en su pent-house, en uno de los mejores edificios de todo Nueva York? —interrogaba Mario, aun sin salir de su asombro.

Alex me había traído esta mañana a casa luego del desayuno, había insistido para que me quedase con él, pero preferí regresar a mi apartamento para poder trabajar tranquilamente, cosa que junto a Alex me sería imposible, sin embargo, nada más atravesar la puerta de entrada, Mario me acribillo a preguntas sobre mi romántica noche y la verdad es que tampoco me dejaba trabajar mucho.

—Exacto, ¿qué crees de ello?

—Dos cosas, primera: se nota que le gustas mucho si incluso te preparó la cena y se tomó la libertad de llenar la casa de velitas y todas esas cursilerías que le gustan a ustedes las mujeres—abandona su seriedad para soltar una gran sonrisa—Y segunda: Ese hombre está forrado en dinero Abby.

—Eso me lo imaginé yo desde que vi su Aston Martin y su yate.

— ¿Tiene un Aston Martin?

—Sí.

—Un puto Aston Martin—Mario parecía un poco traumatizado ahora.

—Sí, pero ese no es el punto.

—Un jodido Aston Martin y yo no tengo ni una bicicleta.

—Por Dios Mario, reacciona—dije mientras chasqueaba los dedos frente a él, intento contener la risa, la situación se estaba volviendo graciosa.

—Lo siento, perdón, ya me comporto—exhaló un largo suspiro—Entonces, que te preocupa.

— ¿Por qué piensas que me preocupa algo?

Voy a la cocina a por un vaso de agua con Mario siguiéndome los talones, se exactamente a lo que se refería mi amigo, sin embargo, me costaba decirle.

—Vamos Abby, no has dejado de mover el pie de forma nerviosa o jugar con tus uñas mientras me contabas tu noche especial, te conozco lo suficiente como para saber que andas preocupada por algo solo que aún no me lo cuentas—se detiene a pensar unos instantes— No te habrá pedido matrimonio ¿o sí?

Tuve que agarrar firmemente el vaso para que no resbalase de mis manos.

—No, claro que no, ¿cómo se te puede ocurrir eso?

—Ok, entonces, ¿me vas a contar que ocurre o tengo que seguir sacando suposiciones?

No le miro a la cara por unos segundos en que considero mis opciones hasta que finalmente me decido. Necesitaba consejo, o por lo menos desahogarme y quien mejor que mi amigo para ello, además, si no contaba ya los que pasaba por mi cabeza iba a terminar explotando.

—Anoche Alex me dijo que deseaba que confiara en él, que lo necesite, que cuente con él en mi vida—espero unos segundos antes de terminar la frase que se atora en mi garganta—Quiere que le ame.

— ¿Y tú que respondiste? —no hay ningún rastro de burla en las facciones de Mario.

—No dije nada, solo me mantuve en silencio.

—Pero ya tú le quieres.

No era una pregunta, sino una afirmación, ni siquiera me molesté en negarlo. No tendría ningún sentido que lo hiciese.

—La verdad es que tengo miedo—Mario no hablo, tan solo me dejo continuar—Hace tanto tiempo no sentí como que alguien me pudiese lastimar tanto, no quiero ser débil ante él, ¿y si sale mal?

— ¿Y si sale bien?

Su pregunta me atrapo desprevenida y me dejo pensando durante unos segundos ¿existía la posibilidad de una historia junto a Alex?

—Escucha Abby, siempre en la vida existe la posibilidad de que salgamos lastimados o que las cosas no salgan como nosotros queramos, pero ese no es motivo para detenernos, o sea, nadie sale todos los días a la calle pensando que morirá y aun así todos tenemos claro que la muerte llegará algún día. Si lo planeas todo para no salir herido no vives, solamente sobrevives y no es lo mismo, los golpes son los que nos enseñan a ser más fuertes y volvernos mejores personas, además, porque condenas una relación al fracaso cuando ni siquiera le has dado la oportunidad.

Mario tenía razón, pero me seguía costando trabajo admitirlo.

—Vamos cariño, tú nunca te has caracterizado por ser una chica temerosa en la vida: eres terca, orgullosa, cabezona y generalmente haces las cosas ates de pensarlas, has lo mismo ahora, déjate llevar por tus instintos y todo saldrá bien.

—Tienes razón, aunque lo de terca no lo creo— comento mostrando una sonrisa para relajar el ambiente.

—Si claro, tú no eres terca y yo soy miss universo.

—Idiota.

Ambos nos reímos por la broma, Mario era un amigo muy especial en el que podía pasar de una conversación seria a un chiste en cuestión de segundos solo con el objetivo de animarte. Aún conservaba en mi mesita de noche un tallado de madera que el hizo con una dedicatoria que decía: Soy de esos amigos que te ven llorando y te pregunta ¿a quién hay que matar? Y sinceramente, en los más de nueve años que nos conocíamos siempre me demostró que podía confiar en él, a pesar de que en muchas ocasiones las distancias nos habían jugado malas pasadas.

De repente, Mario adquiere una seriedad que por un segundo pensé que me confesaría algún secreto de estado, envuelve sus manos alrededor de las mías y las alza justo a la altura de nuestras barbillas, me observa con mirada penetrante sin ni siquiera parpadear y una voz grave me dice.

—Abby, si la historia entre ustedes resulta bien solo les deseo la mayor felicidad del mundo y que estén muy unidos el uno al otro al punto que compartan decisiones juntos—la emoción me impedía hablar, jamás pensé que mi amigo me dijese estas cosas como un padre entregando la mano de su hija— De ese modo, el día en que me case puedes convencerle que me regale un Aston Martin como regalo de bodas.

De no tenerme las manos sujetas le habría asestado un fuerte golpe en la cabeza para comprobar si sus neuronas aun funcionaban de manera correcta.

—Vete a la mierda.

—También lo acepto como regalo de cumpleaños.

—Serás tonto o es que se te ha quedado el trauma—respondo sin poder contener el buen humor que se apodera de mí.

Lo que se le ocurría a Mario no lo pensaba más nadie.

—Es que quiero un Aston Martin—su voz se volvió como la de un niño pequeño dando pataletas porque desea que sus padres le compren un dulce.

—Pues cómpralo con el sueldo de tu trabajo.

—Claro como no lo pensé antes, quizás si comienzo a ahorrar ahora y pido algunos prestamos logre adquirir uno en unas siete vidas y aun así me quedaría debiendo siete más.

—Capullo.

Siento mi móvil vibrar en mis bolsillos, cuando lo busco veo que se trata de un mensaje de Alex.

Alex: ¿Quieres quedar esta noche?

Ni siquiera lo pienso, sigo los consejos de Mario y mi respuesta llega automáticamente.

Abby: Por supuesto.

—Por esa sonrisa intuyo que alguien tiene cita otra vez, cada segundo veo mi nuevo Aston Martin más cerca.

—Eres imposible—contesto antes de volver a reír.

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora