Alex permaneció en la puerta de mi apartamento pidiendo que le dejase hablar y maldiciendo un poco más de una hora hasta que, finalmente, se marchó convencido que no lograría nada parado en la entrada de mi casa, no sin antes jurar que no se detendría mientras no consiguiera hablar cara a cara conmigo, que no dejaría de permanecer en mi mente hasta ese momento, no permitiría que dejase de pensar en él.
No tenía la menor idea de a qué se refería Alex hasta que dos horas después de su partida comenzaron a llegar a casa un gran número de repartidores con enormes ramos de rosas de diversos colores, en su mayoría rojas.
— ¡Acaba de hablar con él antes de que nos convierta la casa en un invernadero! —repetía Mario una y otra vez, pero continuaba sin hacerle caso.
Más que enojada, me encontraba sumergida en uno de nuestros antiguos retos para probar quien era más terco y no tengo intenciones de rendirme primero. Eran casi las cuatro de la tarde cuando volvieron a tocar la puerta de la casa, fui muy decidida con la intención de decirle al nuevo repartidor que le reenviara el ramo de rosas a Alex o que lo tirase en el primer cesto de basura que encontrara, sin embargo, lo que encontré fue a una muy sonriente Catherine y a su pequeña bola de plumas.
—Creo que me confundí de residencia—dijo no más entrar en la sala—Mi intención era visitar a mi amiga no ir a una floristería.
—Mejor no le eches más leña al fuego.
Cath soltó a su pequeña mascota en el suelo y rápidamente esta fue a acurrucarse sobre los cojines del sofá, como le gustaba al tierno plumífero mis queridos cojines. Cath aún conservaba las llaves del apartamento, sin embargo, solo las utilizaba si yo no estaba en casa.
—Si los daña, tú pagas.
—Es idea mía o estas más gruñona de lo normal.
—No, no es idea tuya—contesta Mario que entra en esos momentos a la estancia—El súper chico estuvo aquí hace unas horas y han tenido la pelea de enamorados más divertida que he visto en mi vida.
Lanzo una mirada divertida en dirección al ex militar.
—No fue una pelea de enamorados—aclaro.
—Sí que lo fue.
—Entonces, ¿ya se reconciliaron? —pregunto Cath emocionada.
—Ni mierda—chillo.
Salgo disparada a la cocina para preparar un poco de té de menta, puedo escuchar como Catherine y Mario continúan en el salón conversando, este último contándole toda la historia a mi amiga: desde el ataque al Aston Martin hasta la llegada de miles de flores del día de hoy. Cuando ya está el té preparado, regreso junto a ellos con una bandeja en la que coloco la tetera y varias tazas. No pensaba admitirlo, aunque me torturasen, pero me encantaba el aroma de las flores frescas por toda la casa.
— ¿Qué piensas hacer sobre todo esto? —me interroga Catherine— ¿Piensas aclarar las cosas con él?
—No hay nada que hablar, ya lo que se tenía que decir se ha dicho.
—No, no se dijo—contrataca Cath—No se han dado la oportunidad de aclarar la situación o discutirlo y por lo visto—continua mientras observa todas las flores del apartamento—Alex opina igual que yo.
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Perfecto Canalla
RomanceÉl no estaba dispuesto a dejarla ir, ella no volvería a caer en sus manos.... por muy dulce que fuesen sus caricias