Capítulo 1

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¡Pum! Catherine salió de la habitación asustada por el estridente sonido de objetos contra el suelo solo para encontrarme desparramada de bruces rodeada por las cajas de la mudanza. A Cath, como solía llamarla cariñosamente, comenzaban a salírsele las lágrimas de la risa incontrolable.

—Pero, ¿Se puede saber qué diablos te ha sucedido? —pregunta a la par que intenta articular las palabras entre las incontables carcajadas.

Trato de levantarme mientras sostengo mi trasero con la mano para amortiguar el dolor de la caída, no sería una sorpresa que en un par de horas encontrase un moretón donde me propiné el golpe, era un problema que solía tener desde pequeña a raíz de la pálida tonalidad de mi piel.

—Gracias por ayudarme querida, no tenías que molestarte—contesto con el típico sarcasmo me caracteriza mientras que comenzaba ya a cabrearme—Si no vas a cargar las cajas como mínimo controla a ese pollo tuyo para que no vaya atravesándosele a las personas.

—Como le hayas hecho algo a Cuquita date por muerta—dice Cath retomando la seriedad en el rostro.

En momentos como este suelo pensar que el maldito animal es lo único por lo que se preocupa realmente mi amiga en todo el mundo.

—Puedes estar tranquila, no he cocinado al bicho.

Catherine y yo nos conocimos en mi primer año universitario cuando recién me había trasladado a Nueva York desde el Caribe, Cath era un año mayor. Al ser recién llegada, fui muy poco sociable y a pesar de haber entablado conversación con una o dos personas preferí no ser cercana a nadie. En el momento que me instalé en la habitación de la beca conocí a mi compañera.

Catherine Collins era una joven alta y de complexión delgada, llevaba el cabello corto de una tonalidad castaña oscura y ojos color café, era realmente carismática y siempre le gustaba lucir bien. No fue difícil tratar con ella, le encantaba sociabilizar, en un comienzo intenté evitarla, presentaba una personalidad muy extrovertida cuando lo que yo deseaba era pasar inadvertida, sin embargo, esta faceta no duro mucho tiempo. Me convertí en el pañuelo de lágrimas de Cath para llorar sus decepciones amorosas y a la vez, mi amiga, fue una distracción para mis propios problemas.

Luego de varios largos años, ambas conseguimos graduarnos como licenciadas en arte. Por mi parte, rápidamente conseguí trabajo como asistente en una galería de arte que iba en ascenso, aunque también inicié a trabajar como escritora para una revista femenina. Mi columna, consiste en responder preguntas y brindar consejos a mujeres que escriben sobre sus vidas y piden ayuda, en algún momento del pasado descubrí que era muy buena escuchando a los demás y dándoles apoyo.

Con el sueldo de ambos trabajos, logré rentar un pequeño apartamento lo bastante cómodo para una sola persona, aunque también poseía una habitación para invitados. Y así es como había llegado a donde estaba ahora.

—Deja de preocuparte por el animal y ayúdame a cargar las cajas, ¿qué te está tomando tanto tiempo?

—Andaba leyendo tus correos, es interesante lo que te cuentan esas mujeres.

— ¡Pero qué diablos! ¿Sabes que eso es privado? — la interrogo mirándola acusatoriamente, a lo que ella contesta con fingida inocencia.

—Si fuese privado no te lo enviarían para que lo publiques en esa revistilla tuya donde de seguro lo leerán millones de personas.

Punto a su favor.

—Haz lo que desees—entorno los ojos al darme cuenta que sería una pérdida de tiempo seguir discutiendo por ese tema—Pero primero ayúdame a desempacar que se nos hace tarde y aún hay que preparar la cena.

Perfecto Canalla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora