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Tomé un taxi hasta mi casa, se suponía que mi madre iba a pasar por mí, pero aún faltaban dos horas para que ella viniera y no quería seguir en este estado de amargura, ni mucho menos quería ver a don cobarde y doña traidora por los pasillos, así que preferí irme antes a mi casa, para así olvidar los típicos problemas de adolescentes.

Es gracioso todo esto, y es que cuando eres pequeño te imaginas una vida de adolescente tal y como te la muestran en las películas, pero la triste realidad es que estudias más, tienes problemas de autoestima, cambios de humor, acné, falsos amigos y depresión al máximo nivel.

Entre a casa con una flojera, lo único que quería era llegar a mi cama y dormir, para así evitar por un rato al mundo exterior.

—¿Mamá estás en casa? —Grité con la voz aun cortada.

—¿Ellie? —sentí el ruido de la silla rayando el piso, mi hermano salió del comedor.

Nos miramos en silencio unos segundos. Tiré mi mochila a un lado y caminé a él para abrazarlo. Mike me correspondió el abrazo y me apretó fuerte mientras frotaba su mano contra mi espalda. Hundí mi cabeza en su pecho mientras algunas lágrimas se escapaban de mis ojos.

Desde hace tiempo estaba necesitando el abrazo de mi hermano.

—¿Qué sucede duende? —Preguntó él, sin soltarme de su abrazo.

—No quiero volver jamás al instituto Mike—Me aferre más a él—No dejes que me lleven ahí, por favor.

—¿A quién debo matar duende? —él siempre suele decirme esa clase de apodos, sólo para animar a su hermana depresiva.

—A Sara—dije aferrándome más a su abrazo.

—¿Sara? —Preguntó confundido

—sí—Afirme como una bebé—Quiero que la mates y vendas sus órganos al mercado negro y después me compres con el dinero muchos pastelitos.

—oh, duende, no puedo matar a una mujer y mucho menos hacer lo que me pides.

—Entonces contrata a alguien para hacerlo, y de paso a Cristopher Cross también lo matas, pero a sus restos de él se los das a un perro—apenas pronuncie el nombre de Cross los músculos de mi hermano se tensaron.

—¿Cross? —apretó su mandíbula—Voy a matar a ese pendejo y si sus restos se los daré a un perro, Pero ¿Qué te hizo el mimado?

Alcé mi vista y pude ver preocupación en sus ojos.

—Sara y Cross me hicieron pasar una humillación muy fea, pero todo fue culpa de Sara, gracias a ella los amigos de Cristopher me avergonzaron y es que ella lo amenazó—Mike abrió sus ojos sorprendidos, al parecer él tampoco esperaba que mi mejor amiga hiciera algo así—después Cristopher estaba avergonzado de mí y ni si quiera me defendió.

—¡Fuchi, son unos tarados! —Dijo arrugando un poco la nariz

—No quiero verla nunca más Mike, porfis, haz lo que te pido.

—Hermanita chula, no puedo hacer eso, pero recuerda que tú eres mejor que esa bola de tarados—Acaricio mi cabello.

—Yo soy una total marginada, pero esta vez con depresión—Me dolía decir eso de mí, pero era cierto—Tú mismo lo dijiste.

—Vamos pastelito, sabes que cuando ambos nos enojamos, decimos cosas sin sentido no me hagas caso en esos momentos.

—Pero es cierto Mike, solo me la paso avergonzando a todo el mundo.

—Cállate Ellie, sabes que me enorgullece saber que eres mi hermana—Medio un beso en la parte superior de mi cabeza.

—siempre dices mentiras.

—lo juro, amo poder decir que mi hermana no es una cualquiera, que no usa minifaldas, que no la veo encima de chicos todo el día, eres la chica de los sueños de aquellos chicos cuyos corazones es honesto, aparte eres buena hija, aunque tu no lo creas, pero sobre todo tu personalidad y amor hacia los demás es grandioso.

Reí de ternura.

—Eres cursi gigante

—Eres mi hermana duende, te odio, pero tengo que hacer de animador para que después no me acuses por ser un mal hermano.

—Te odio—Lo empuje haciendo que retrocediera unos pasos, el comenzó a reír.

—Mañana Cristopher se las verá conmigo.

—No le hagas nada Mike.

—tranquila hermanita solo le mostrare los súper poderes de los Méndez.

—Mike...

—Sólo será un moretón en su horrible cara.

—Mike...

—Un golpecito pequeño

—¡Nada de golpes Mike!

—Si ya entendí—sonreí— Pero si ese chico se atreve a mirarme a los ojos, o si te molesta, conocerá el poder que se encuentra en nuestro interior Ellie—dijo para después despedirse e irse a su habitación y yo imitándolo.

La última vez que Mike golpeo a alguien, le quebró el brazo, la nariz, y lo dejó prácticamente desfigurado, todo gracias a que su anterior novia, lo engaño. el pobre pasó semanas con un pantalón feo y mi hermano parecía un moribundo, lo peor es que golpeó tanto al chico que creo le quitó la capacidad de poder tener hijos.

Al final Mike también pago por haber hecho tal crimen y bueno todos aprendimos la lección de no meternos nunca con Mike.

—Ellie Méndez—Escuché desde la planta de debajo de mi casa, mi mamá acababa de llegar.

—¿Qué? —Grité

Escuche cómo subía las escaleras.

Observe mi cuarto, toallas tiradas, ropa sucia acumulada en una silla, papeles. Todo resumido era igual a que mi mamá me iba a matar por mi desorden.

Me levante, tome absolutamente todas las cosas tiradas que pude, las hice un enorme bollo, las tire en el ropero y cerré con llave este.

—Ellie Rosario Méndez— ¡Oh, Dios! perdón, pero soy yo otra vez, solo para decirte que mi madre está a punto de matarme, ¡sálvame de esto!

—Abre mamá— Grité

Ella entro, observo mi cuarto y luego a mí, que la esperaba sentada con cara de inocente sobre la cama.

—¿Acaso estoy pintada o algo por el estilo, para que me hagas esto?

—¿Qué dices? —dije confundida.

—Te dije que iba a pasar por ti—Mierda, olvidé ese pequeño detalle—¡Estuve una hora esperándote como idiota!, y cuando decido bajar a buscarte, me encuentro con el director y este me dice que le habías respondido mal a una maestra y te habías fugado—gritó—¿Qué voy a hacer contigo?

—Lo siento

—No Ellie, ¿Cómo es posible que te hayas fugado con un chico?

—Mamá, Pregúntale a Mike, volví a casa, me sentía muy mal y regresé temprano.

—Ya no sé qué hacer contigo Ellie, estas totalmente desubicada conmigo, te portas mal, me contestas, mientes, te peleas con tu hermano y te va mal en el colegio.

—¡Mamá, no me conoces, no sabes ni siquiera lo que hago!

—Eres mi hija, claro que te conozco

—No sabes nada de mí—Reí sarcásticamente—Ahora por favor vete de MI HABITACIÓN—dije remarcando lo último.

—¿Acaso no puedes ser mejor hija? —Gritó

—¿Mejor hija? No me drogo, no fumo, no bebo alcohol, no salgo de fiesta, no soy una cualquiera y me dices que sea mejor hija.

—Me sacas de quicio—se dio una vuelta y camino para salir de mi cuarto

—No me hubieras parido—Grité y cerré de un portazo mi puerta.

—voy a matarte hija del...—Cerré con llave la puerta del cuarto.

Él no me conoce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora