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—Para mañana les voy a dar una tarea que se enfocara mucho a lo que ustedes quieres estudiar en un futuro—me encontraba en mi clase de psicología.

Me habían sacado de la cama y arrastrado al instituto, sin mi consentimiento, por fortuna no había tenido el honor de ver a don cobarde y a doña traicionera. Aunque se podría decir que entre al instituto prácticamente tipo ninja y con mi hermano de guardaespaldas.

—Como les decía, para mañana, van a tener que investigar qué es lo que quieren estudia, aparte también deberán hacer un resumen sobre la persona que los inspire, aclaró que puede ser de la persona que ustedes quieran.

Comencé a pensar a quien usaría para el trabajo, realmente no sé si conozco alguien que me inspire, la mayoría de las personas que me rodean son falsas.

—Antes de que saquen sus conclusiones—Interrumpió mis pensamientos la profesora Scott— La tarea es muy larga y complicada por lo que he decidido ponerles este trabajo en parejas.

Mierda, odio hacer una tarea en parejas, siempre me pone con un vago que me deja todo el trabajo a mí.

—Pero esta vez lo haremos distintos, yo no elegiré sus parejas—eso es peor, nunca me eligen a mí, absolutamente nadie, por lo que la maestra me asigna con un desinteresado—Cada uno de ustedes me va a decir un número, yo veré en la lista de alumnos a quien le corresponde ese número y así se formarán las parejas, ¿está claro? —Todos respondimos un hermoso "Sí"—Veamos—tomó la lista de todos y colocó su dedo índice en el—Williams, dime un número del uno al treinta y cinco.

—Doce—respondió el chico que nunca había visto

—Bien el señor Pérez será su compañero—Williams sonrió hacia su compañero, definitivamente estos se sabían su número de lista.

—Ahora...Méndez—todos me observaron, sí que son chismosos.

—em si, el número—pensé en un número—El quince— el único número que me gusta y es de mi buena suerte.

La profesora agacho su cabeza y comenzó a buscar en su lista, rogaba que el destino fuera por primera vez conmigo bueno.

Espero me toque un buen compañero o compañera, odio hacer todo el trabajo, aparte las desveladas dejan ojeras y parezco un zombi después.

—bien señorita su compañero será el joven Jones— escupió ella.

Busque con mi mirada al chico, que realmente nunca había visto. Detecte como todos veían a un chico que estaba sentado en uno de los primeros bancos, tenía su cabeza apoyada sobre el banco y dibujaba algo con su lápiz, parecía que aún no sabía que lo acababan de nombrar.

—¡Cameron Jones! —Gritó la profesora, el chico se levantó de golpe, tirando todas las cosas que tenía en su pupitre y haciendo reír a todo el salón.

—Sí, dígame, para qué soy bueno, espere ¿Está es la clase de psicología? —Dijo nervioso

—que su compañera para el trabajo será la señorita Méndez, Bell preste más atención y sí, esta es la clase de psicología.

—Soy Cameron Jones—corrigió el

—Como sea joven, vaya a trabajar con su compañera—El chico volteó su cabeza y me observó con sus ojos grandes, parecía que él ya sabía quién era yo.

Vi cómo tomó su libreta y su lapicera, se levantó de su banco y caminó hacia mí.

—Hola—Se acerco a mí con una sonrisa, corrió la silla del asiento que estaba al lado mío y la acerco a mi banco—Bell Jones Camero primero, ese soy yo—Río—Soy Cameron Jones, el Bell no existe, bueno si pero no, me puedes decirme Cam—volvió a reír.

—Soy Ellie Méndez— dije dándole una sonrisa— ¿Acaso eres nuevo?

—No realmente, hace un año vine a vivir a Los Ángeles, soy de España, y por si no lo sabías también soy tu compañero en cinco clases.

Qué vergüenza, nunca lo había visto.

—Lo siento, casi no soy la chica que ve quienes son sus compañeros—reí—veras soy algo distraída

—Me agradas—Sonrió— Yo también soy algo distraído, hay personas que dicen que me parezco a Dory, pero versión hombre, por lo distraído y olvidadizo, pero créeme eso me enorgullece así no tengo de que preocuparme, te he notado en las clases, porque a mí si me gusta ver quiénes son mis compañeros.

—Mi abuelita a mí me dice manzanita, pero eso es otra cosa—respondí—¿debería asustarme? —pregunté

—No te preocupes, soy un buen compañero—reímos

—Y bueno Ellie, ¿vienes a mi casa después de clases?, bueno si estás de acuerdo—dijo aun con su sonrisa.

—¿Disculpa?

—Para hacer el trabajo—Aclaró—Pervertida

—Tú eres el que pensó eso, yo nunca mencione algo que señalará según tu "mi perversión"

—Pero lo pensaste—sonrió

—Por supuesto que no

—A que sí, Traviesilla

—Claro que no, cochino.

—Claro que sí, apuesto a que te gusta el sexo

—Claro que no, Bell

—Claro que sí, Rosario— empujó un poco mi hombro mientras reíamos.

—¿Cómo es que sabes mi segundo nombre? —Ya estaba empezando a sentir miedo.

—La maestra de Química lo dijo una vez que faltaste, como dije soy muy observador.

—Vale, aunque deberías decir ese tipo de cosas tan fácilmente, no sé, pero suena algo terrorífico.

Cameron rio y seguimos hablando de cosas sin sentido. La campana nos interrumpió la emocionante charla que teníamos, aunque eso sí, estaba segura de que seríamos buenos amigos.

—Entonces qué dices— Dijo tomando sus cosas—Te espero en el estacionamiento y nos vamos juntos, ¿te parece?

—Qué lindo eres Cameron y si te veo en el estacionamiento— reí

—No— Gritó haciéndome asustar— No me digas Cameron, pareces a Martha cuando me regaña, deberías verla parece Hulk, pero en mujer.

—¿Martha?, ¿Hulk Mujer? — pregunté confundida

—Mi mamá—Respondió— No importa, olvídalo, ya sabes a veces uno piensa cosas y suenan mejor en la cabeza, en este caso sonaba mejor en mi cabeza, ¿comprendes no?

—Si tú lo dices—sonreí

—Okey—soltó una risita—eso fue como algo de Ciudades de papel—Empujó levemente mi hombro—Yo sé que estoy algo loco, nos vemos después Quentina Jacobsen, ya sabes eres el chico, pero en mujer— dijo gritando casi lo último.

—adiós, Benners Starling—Respondí casi gritando igual.

Ni siquiera sabía porque lo había comparado con el amigo de Quentin, pero daba igual. Cam freno su paso, se dio media vuelta, me miró, me volvió a sonreír y después volvió a caminar, este chico sin duda es de otro mundo.

Él no me conoce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora