CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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JULIANA
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Hice que Valentina se escabullera en medio de la noche. Tenía otra reunión con su abogado por la mañana de todos modos y esperábamos que fuera la última. Así que, después de mucha deliberación de su parte, me dio un beso, se coló en la habitación de Milo para darle un beso, y se fue. Horas más tarde, cuando me arrastré fuera de la cama, me encontré frente a un Milo muy triste, que estaba sentado allí mirando sus waffles.

—¿Qué pasa?

Trajo su mirada a la mía. —¿Cuándo va a volver Valentina?

—¿Qué?— Puse mi taza en la mesa y le di toda mi atención.

—¿Cuándo va a volver? La extraño.

—Pronto, mi amor. Muy pronto.— Miré su plato intacto. —¿Quieres más jarabe?—

Negó con la cabeza. —Valentina les pone crema batida.

—Te traeré crema batida entonces.— La saqué de la nevera, apilé los waffles y les puse crema batida. Por la forma en que me miraba supuse que quería más. Supiré. —¿Qué?

—Ella hace caras con la crema batida.

—Milo.— Exhalé, poniendo la lata abajo. —Estás comiendo waffles con chispas de chocolate. La mayoría niños de tu edad desearían estar comiendo esto en este momento.

—Sólo la extraño—, dijo con una voz pequeña, con el labio inferior temblando mientras me miraba. Se me cayeron los hombros. Caminé alrededor del mostrador y hasta él, tomándolo para darle un abrazo.

—Yo también la extraño.

—¿Valentina va a ser mi otra mamá?

—¿Quieres decir que si se viene a vivir aquí?

Milo asintió.

—Milo.— Me detuve para mirarle la cara. —Valentina es tu otra mamá. Recuerdas que te hablé que habían muchos tipos de familias, una con papá y mamá, otras con mamá sola, otras con ayuda de los abuelos, otras con dos papás y otras con dos mamás. Pues Valentina es tu otra mamá.

—¿Mi verdadera mamá?

—Sí. ¿Qué opinas de eso?

—Me gusta.— Sonrió.

Corté sus waffles y seguí sus instrucciones sobre cómo Valentina los preparaba para él: agregar jarabe de chocolate y más crema batida. Me sorprendió que Valentina permitiera este desayuno para Milo. Parecía algo que ella no comería.

—Así que, supongo que te agrada Valentina.

—Me agrada mucho.— Metió un bocado de gran tamaño en su boca.

—¿Te gustaría cambiar tu apellido y ser Milo Federico Carvajal?

Miró hacia arriba, las cejas subiendo ligeramente. —¿Qué es Varvajal?

—Carvajal. Car-va-jal—, le dije. —Es el apellido de Valentina y como es tu mamá, también puede ser tu apellido.

Sus labios se fruncieron cuando aparentemente lo pensó. Finalmente, asintió —Me gusta.

—Muy bien.

—¿Cuál es tu apellido?

—Valdés.

—¿No Varvajal?

—Carvajal —le dije—Y no.

—¿Por qué no?

Mi Camino de Regreso a Ti - JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora