JULIANA
__________________Los días parecían lentos sin Valentina en ellos. Traté de ni siquiera mirarla mientras ella hablaba por Skype con Milo. Me hizo extrañarla demasiado y verla sólo me recordó lo injusto que era todo. Hablábamos por teléfono brevemente antes de acostarnos, pero no fue suficiente. Nada de eso era. Lo que no hice fue retener mis sentimientos. Me había dicho que me amaba. Me había mostrado que amaba a nuestro hijo. Sólo necesitaba arreglar sus cosas y volver con nosotros para siempre. Esos fueron los pensamientos que me mantuvieron en marcha mientras abrí la puerta del hospital.
Cuando bajé del ascensor, Natalia estaba parada allí con una sonrisa en la cara.
—Fede caminó hoy.
Dejé salir una sonrisa tan grande que mis labios se agrietaron por el frío. —¿Qué tanto?
—Sólo al otro lado de la habitación—, dijo. —Pero él caminó.
—¿Cómo está llevando lo de la cicatriz?
Su cara triste. —No tan bien. Sigue haciendo bromas al respecto, y sabes que sólo hace bromas...
—Cuando está deprimido. Mierda.— Exhalé. —¿Qué podemos hacer?
—Sigue recordándole que la cicatriz no importa. No lo sé. —Me abrazó rápidamente. —Feliz cumpleaños, hermanita. Te veré más tarde.
Caminé hacia la habitación de Fede, llamando una vez antes de entrar. Me congelé por completo, mi corazón galopando en mis oídos al ver a Valentina sentada en la silla junto a la cama de Fede. No era la primera vez que la veía aquí. Desde que averiguó las horas de visita, llegaba a la misma hora. Sin embargo, no hice nada para disminuir la forma en que me sentía cada vez que la veía.
—Um, hola.— Entré, dejando que la puerta se cerrara detrás de mí. —No traje nada—, le dije torpemente.
Mi hermano levantó la ceja. —¿Cuándo traes algo?
—Cállate, he estado ocupada con tantas cosas.
—Te perdonaré, pero sólo porque es tu cumpleaños.— Sonrió, encogiéndose. Odiaba verlo con dolor. La cicatriz en el lado izquierdo de su cara era curvada en forma de gancho, por poco y perdía su ojo. Todavía era de color rosa brillante, pero los médicos aseguraron que todos se desvanecerían en el tiempo. Nunca sanaría completamente, pero mejoraría. Me acerqué y lo besé en la frente antes de dar la vuelta a la cama. Valentina se puso de pie antes de que llegara a ella, envolviendo sus brazos alrededor de mí y jalándome hacía ella.
—Feliz cumpleaños, bebé. Carajo, te extraño—, dijo contra mi cabello. Envolví mis brazos alrededor de su torso y la inhalé, guardando el olor para más tarde. Nos soltamos después de oír a Fede moviéndose en la cama.
—Escuché que le prohibiste la entrada a Vale del apartamento—, dijo mi hermano cuando Valentina y yo nos alejamos la una de la otra.
—Yo no le prohibí exactamente. Oh, casi lo olvido. — Metí mi mano en mi bolso, el cual era algo grande y saqué la tarjeta que Milo había hecho a Fede y otra que había hecho Valentina. —No sabía que estarías aquí, pero la he estado llevando conmigo por si acaso.
Su cara mostró una gran sonrisa. —¿Hizo una tarjeta para mí?
Los observé a los dos mientras abrían sus cartas. La de Fede decía "Recuperate pronto", el cual había escrito yo y tenía cohetes y otras cosas abstractas dibujados por todas partes, todo lleno de colores. La de Valentina decía "Te extraño", con esa tarjeta ayudé a Milo a dibujar cohetes, panqueques, tocino y libros, además que el le había agregado su toque personal con todos los colores. Su sonrisa se hacía más grande mientras miraba la tarjeta, con el pulgar rozando lentamente. Miró hacia arriba después de un par de segundos.