Capítulo 5. Arinka, mi Sarka.

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<<Aún recuerdo>>... Cuando mi autocontrol se fue al demonio, por mucho que intenté sin éxito retenerlo, pues en esa ocasión mi mente y mi cuerpo hablaban distintos idiomas, maldita torre de Babel empeñada en complicar la comunicación, allí estaban mis deseos primitivos enfrentados a mis ansias de poder, fastidiándome, al no ponerse de acuerdo, cada quién, hablando su propio idioma el cual era totalmente desconocido para el otro... Pues apenas habían pasado un par de meses desde el instante en que la vi por primera vez, y ¡diablos!, mi control pasó en un abrir y cerrar de ojos o debo decir entre un latido y otro del corazón a una dependencia adictiva, fascinante y envolvente... Sin querer evitarlo me las ingenie para hacerla tropezar conmigo en algún pasillo concurrido de la universidad, sólo para olerla, necesitaba fijar su aroma en mi alma, <<aunque ésta, está camino al infierno, pero eso no viene al caso>>, me reprocho. Fracciones de segundos fue lo que duró ese instante congelado en el tiempo, segundos, escasos segundos, en que la sostuve entre mis brazos, darme cuenta que nuestros cuerpos engranaban con la precisión de un reloj suizo era asombroso, casi hilarante, su calor deshizo parte del iceberg que resguardaba mi inerte corazón, <<si es que realmente tengo uno; en ocasiones lo dudo>>. Decir que la boca se me hizo agua, que mi pene creció como nunca lo había hecho y que mis sentidos se activaron era decir e intentar admitir una cacofonía de sentimientos y reacciones corporales, sin embargo, mi autocontrol tomó las riendas de la pintoresca, juvenil y ridícula situación para finalmente alejarme con rapidez justo en el momento que ella recuperó el equilibrio evitando así que me viera.

Recuerdo que pasé esa tarde y gran parte de la noche autoconsintiendo a mi falo mientras que deseaba haber desprendido suficientes feromonas para que se le incrustaran mi aroma en su piel, fue como dejar que mis instintos anímales o prehistóricos, cual hombre de las cavernas saliera de lo más profundo de mi ser... <<Absurdo, ¿verdad?, que en pleno siglo veintiuno me comporte como uno de mis antepasados más recónditos>>, río al pensarlo.

Últimamente suelo cerrar mis ojos tratando de recordar su aroma, <<esa chica pizpireta>>, la pienso a pesar de mis esfuerzos de alejarme de ella, ¡demonios! esa chica la que hace que mi sangre se espese y caliente cual lava que intenta destruir con su torrente mis venas y eso, maldita sea, me preocupa. Porque, ¿cómo protegerla si continúa derritiendo mi helado corazón? es por eso que me repito; control...control...control.

No he cruzado miradas y mucho menos palabras con ella. La quiero lejos de mí y de la mafiya. Esa será la única buena acción en mi vida, aunque con ello no gane el cielo, su recuerdo, me permitirá subsistir en el infierno.

Cuando siento perder el control en alguna situación me enfoco en su risa, su aroma y me dejo llevar por mi lujuriosa imaginación hasta el grado de necesitar una larga y sexual ducha fría.

Hoy voy camino a reunirme con mi sombra para finiquitar los preparativos de nuestro próximo viaje a Rusia por motivos de trabajo. Pero recibo un mensaje de Oleg indicando que se retrasará diez minutos, cosa rara en él, así que cual maniático del control deslizo el dedo en la pantalla de mi celular para ubicarlo por medio de la aplicación que instalé y compruebo que se encuentra aún en la universidad. ¡Bien!, por él, pues tener que encontrar otra sombra o escudo como él es casi imposible.

EL AROMA DEL PODER.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora