Cuatro meses después estoy rebosando de felicidad, una emoción relativamente dormida en mí, vuelve a tomar su curso natural, pues la relación fraternal con Oleg se ha retomado tal cual como si nunca hubiésemos pasado por un descanso obligado, por lo visto su matricárcel es tan llevadero como el mío. Al parecer, el gran Dios, nos está demostrando que no todo es malo en este mundo, cosa que dudo, sobre todo cuando soy yo quien lo hace malo, pero, en fin, allá Dios sí quiere perder el tiempo en mí.
Caminamos forrados de negro pésame, con el alma en un hilo, pero, no por miedo a los centenares de cuerpos que reposan bajo nuestros pies sino porque en lugares como estos las almas oscuras como las nuestras se ven tentadas a abandonarnos en busca de otro cuerpo que les entregue algo de paz en lugar de la parca que siempre nos acompaña. La reja pesada de acero forjado rechina en nuestros oídos, Lluis se acopla sobre el pecho de su padre. Miro de reojos con desagrado el mal hábito de chuparse el dedo gordo, mientras mi sobrino aprieta mi mano demostrando que este sitio no le trae tranquilidad, pero un Belov debe adaptarse a cualquier entorno o circunstancias así que lo ignoro.
—Debes quitarle ese mal hábito, Sombra, sabes bien que en nuestro mundo no sobreviven los débiles —espeto sacándole con desdén el dedo a Lluis. —Tú mejor que nadie lo sabes, de hecho, estamos aquí en esta farsa precisamente por eso— le recuerdo mientras miramos el centenar de tumbas en el camposanto.
—Lo sé, pero aún es un niño, ya tendré tiempo para eso —trata de ponerse en el lugar de su hijo.
—Es mejor pronto que nunca —insisto.
Caminamos alrededor de veinte minutos hasta dar con los restos de una tumba abandonada bajo la sombra de varios abedules.
—Ésta está bien —elige al azar Oleg mientras termina de observar las otras lápidas en caso de encontrar una mejor.
—Bien, debes mandar a hacer otra lápida con su imagen y nombre, así ya tendrán una tumba sustituta para que Lluis llore a su madre —sugiero observando a los dos compañeros de juegos reír al notar el movimiento de las hojas.
Camino a casa, un mensaje algo sorpresivo entra a mi línea privada.
>>Buen día, primera cita; goza de buena salud, sugerí un tratamiento de vitaminas, minerales y alimentación balanceada para ambos esposos. Para no levantar sospechas. Luego de un mes recetaré las hormonas>>
<< Perfecto, mantenme al tanto de cada detalle<< exijo. Cierro la comunicación con Anna, respiro conforme, pues el plan "mis ángeles" está en otra etapa.
Ya de vuelta en casa, decido llamar a Susanne para invitarla a un almuerzo el cual no podrá olvidar el resto de su vida. Será una degustación donde la comida le dejará un buen sabor de boca, pero a la vez una marca permanente que sólo yo sabré disfrutar saciando por completo mi sentido de la vista cada vez que yo contemple su intimidad. <<Necesito a como dé lugar ver casi a diario esa hermosa, sexy y excitante marca de nacimiento, la misma que hace pocos años atrás me hice tatuar en el dorso de mi mano izquierda cuando disfruté de mi casi matrimonio>>, recuerdo oportunamente.
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EL AROMA DEL PODER.
RandomNo me creo un dios que decide quien vive sino un diablo que sentencia quien muere. De su vientre nacerá sólo mi descendencia aunque sea yo quien escoja el momento y las condiciones del embarazo. Me importa una mierda que ella sea ajena y est...