Oleg, mi fiel chófer, me mira de reojo, decir que él es mi perro faldero es faltarle el poco respeto que se ha ganado al ser mi sombra o escudo según sea el caso. Esbozo una corta sonrisa notando que ésta sustancia me mantiene en paz, relajando cada uno de mis destructivos músculos. Éste preciado plasma es la culminación de un día rutinario de trabajo donde yo, Vladislav, hago honor a mi nombre, regla con gloria; apropiado ya que desde tiempos inmemorables sólo los Vladislav imponían las leyes y reglas que debía cumplir la escoria humana; los bien llamados esclavos.
Pero no perdamos tiempo en la evolución social de la humanidad. Concentrémonos en el presente, mi presente, el que voy forjando a pasos agigantados a pesar de muchos.
Controlar cualquier falla, situación que no me agrade o intente escaparse de mis manos es el día a día desde que tengo catorce años. Fue éste ansiado líquido el que me demostró que no todos son necesarios ni tienen cabida en éste mundo, es para aquellos que entreguen su alma y cuerpo a mis órdenes o caprichos, para así poder alcanzar la posición de líder que tanto deseo; ser el líder absoluto de la mafia rusa, ser el nuevo Pakhan, esa es mi única meta para la cual nací, a pesar de mi corta edad y ser hijo de un simple soldado del grupo de apoyo del organizador de cada celda que conforma la bratva, a quien solemos llamar con respeto Boyevik Victor.
Han transcurrido seis fructíferos años en los cuales he ascendido dentro de la bratva dejando una estela de tormento en cada escalón. Dolor que no me afecta ya que no me pertenece ni roza a mi familia, éste último es un término algo abstracto en mi torcido mundo, por definición, familia es según yo, mejor conocido como Krov'; Es el grupo de personas que optan por someterse para fortalecerme a cambio de protección, eso es la familia bratva. Sé por experiencia que el vínculo consanguíneo nos debilita haciéndonos vulnerables flaqueando en nuestras metas. Sólo los débiles se aferran a tal primitivo vínculo. Y yo, Vladislav, estoy muy lejos de aferrarme a nadie ni a nada.
A pesar de todo el daño colateral que ocasiono, al llegar el final del día no me cuesta nada dejar reposar la conciencia entregándome a Hipnos. Dormir alrededor de cinco horas es lo segundo que me relaja, llevo los mismos seis años sin disfrutar de un verdadero sueño reparador. Me entusiasma tener la certeza que pronto será uno de los tantos lujos que podré gozar al menos por el tiempo que dure mi preparación profesional en el extranjero. Verás, el dinero negro o tal vez deba llamarlo dinero rojo; pues está hecho con el dolor y el sufrimiento de los más débiles, pero, ¿a quién le importa?... Es ese dinero el que mueve montañas y abre puertas en las universidades más prestigiosas, alterar las notas e inventar un currículo estudiantil no es nada nuevo para la Mafiya.
Sólo los primogénitos de los líderes tienen este privilegio. La carrera a estudiar está predeterminada por el cargo que ejerce el padre en la línea de la organización o como nosotros la llamamos; Bratva. Pocas muy pocas son las excepciones y yo, Krov', soy la más reciente. Regalía producto del gesto de agradecimiento por parte del Sovethik o consejero como gusten llamarlo. Él es la mano derecha del actual pakhan, nuestro máximo líder; el intocable, las manos y mente maestra que nos mantiene como la mafia más poderosa a nivel mundial a pesar de ser la más reciente.
Es por todo lo anterior y por mi obsesiva necesidad de controlar todo a mí alrededor que no me creo un Dios que decide quien vive, soy más bien, un diablo que sentencia quien muere.
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EL AROMA DEL PODER.
RandomNo me creo un dios que decide quien vive sino un diablo que sentencia quien muere. De su vientre nacerá sólo mi descendencia aunque sea yo quien escoja el momento y las condiciones del embarazo. Me importa una mierda que ella sea ajena y est...