En los siguientes tres meses los esfuerzos están enfocados en terminar mis estudios universitarios. Caso contrario de lo que vive Susanne ya que está comprometida, sin mucho interés de mi parte, con los últimos preparativos de nuestra unión religiosa.
Las innumerables tradiciones italianas me tienen al borde del colapso, comprobándome que odio los formalismos y la burocracia, dos facetas donde la cosa nostra son amos y señores. Malditos italianos de mierda, parecen bipolares, por un lado, asesinan, sobornan, violan, esclavizan, venden cuerpos u órganos vitales como quien compra o vende racimos de uvas y por otra parte son tan estúpidamente románticos que se me remueven todas las vísceras provocándome inmensas ganas de defecar.
Me encuentro endemoniadamente obligado dentro de un mar ácido de ridículas decisiones y consultas que van desde el color de vestimenta que debemos portar los novios, pasando por las interminables fiestas de presentación, sin olvidar la indispensable fiesta de compromiso entre otras, me fastidia tener que asistir a las cenas familiares donde los italianos no hacen otra cosa más que comer y beber por horas, al igual que no hay nada peor que los benditos desayunos con los miembros más allegados, almuerzos donde las dos mafias se sientan para compartir la mesa con una sonrisa muy bien ensayada, pero con una mano sostienen el cubierto y con la otra lista para presionar el gatillo del armamento en caso de ser necesario.
Pero la peor tradición es la maldita serenata que se supone que debo darle personalmente a Susanne, la que cree que me tomará como esposo. Ésta es la única exigencia solicitada por mi suegro, <<cosa que no pienso cumplir a cabalidad>>, sentencio a consciencia pues nunca permitiré que un viejo decrépito me obligue a hacer nada. La tradición dicta que debo demostrar mi amor con canciones románticas, sí como no, ni que de verdad estuviéramos enamorados, <<¿a quién quiere engañar?>>, revuelco mis más nefastos pensamientos entorno a la ridícula y forzada boda. <<Siempre tengo la opción de quedar viudo antes de decir; acepto>>, con esa reflexión consigo relajación.
Para ser sincero con la realidad, la verdad, es que tanto Susanne al igual que yo estamos obligados a este "matricarcel" para mantener un poco de paz entre ambos bandos. Pero el estar obligado no hace que yo, Krov', ponga rodilla en tierra, todo lo contrario, me impulsa a encontrar la manera de que las únicas doblegadas sean las rodillas de ella.
Es imperativo que Susanne se reúna hoy conmigo para finiquitar algunas cosillas, las cuales, ella no sabe que no estoy dispuesto a negociar. <<Hoy probaremos que tantas técnicas de manipulación aprendí en psiquiatría>>, me digo, mientras veo los pasos firmes, pero femeninos, el bamboleo exagerado de sus casi inexistentes caderas me informa que es su punto débil <<dime de qué te vanaglorias y yo, Krov' clavaré mi daga allí para hacerte sangrar hasta que tu autoestima esté bajo mis pisadas>>, discurro entre miles de pensamientos, pero consciente de mis futuros actos. La observo sonreír cual fiera salvaje al entrar al café, la blanca dentadura rodeada de sus labios pintados de coral me indica que está dispuesta a aceptar cualquier acuerdo.
Mi poderío intelectual aumenta hasta romper el techo del local, <<genial, tu reinado de leona está a punto de terminar>>, presagio en silencio, <<luego de esta conversación no serás más que una gatita domesticada por y para mi>>, medito mientras me levanto de la silla tomando su mano para besársela. Gesto que Susanne no esperaba y aunque sé que la desilusiona logra disimularlo muy bien.
<<Desilusión>>, me felicito al lograr tan rápido que caiga en ese sentimiento, <<ahora me faltan tres>>, repaso la lista para no dejar a ninguno por fuera.
<<Por ahora no merece el privilegio de besar mi boca, debes ganártelo porque nada es gratis en esta vida>>, concluyo con la mirada, a la vez que la invito con un ademán a sentarse frente de mí.
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EL AROMA DEL PODER.
RandomNo me creo un dios que decide quien vive sino un diablo que sentencia quien muere. De su vientre nacerá sólo mi descendencia aunque sea yo quien escoja el momento y las condiciones del embarazo. Me importa una mierda que ella sea ajena y est...