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|¿Levantarse con el pie derecho es sinónimo de un buen día?|

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El día posterior a la fiesta desperté de buen humor, algo muy raro en mí. Pero después de todo algo bueno. A pesar de mi resaca me levanté dispuesto a ir a la casa oráculo para entregar el pago de la droga, todo marchaba bien hasta que al entrar a la cocina por algo de comer encontré a Violeta en el suelo.

—¿Estás bien? —me límite a preguntar.

Ella asintió lentamente intentando levantarse.

—Solo estoy algo mareada eso es todo —habló en un intento por sonar creíble, mantuvo aferrada su botella de vodka a medio terminar.

Bufé harto de encontrarla siempre en la misma situación.

—Estoy de buen humor Violeta, no lo arruines —le arrebate la botella y la tiré en el pequeño cesto de basura a pesar de sus quejidos.

—¡Como te atreves a hacer eso! —gritó, y estuvo a punto de decirme algo más pero se contuvo cubriendo su boca mientras corría en dirección al baño.

Aquello era malo. Muy malo.

La seguí y sostuve su cabello azabache mientras su rostro se ocultaba en el inodoro.

—¿Violeta, acaso tu estás?... —no fui capaz de terminar mi frase. Sus ojos oscuros al igual que los míos me observaban temerosos mientras limpiaba con una toalla los restos de vómito.

—Pensaba decírtelo —susurró.

La realidad me golpeó de lleno confirmando mis sospechas. Comprendí el porqué se encerraba en su habitación los últimos días, estaba evitándome por que no tenía idea de como decírmelo.

—¿Cuando? ¡¿Cuando pensabas decirme que estás embarazada?! —bramé con la respiración agitada— ¡¿Tienes idea de lo que esto significa?!

—Sí, si la tengo maldita sea. No soy una adolescente de quince años Asher. No me trates como una. —se quejó.

—Hasta una adolescente sabría cuidarse mejor que tú —mascullé apretando el puente de mi nariz. Odiaba tener que actuar como su padre, cuando en realidad era su hijo; tener la responsabilidad de todo solo porque ella era incapaz de controlar su vida—, ¿Qué piensas hacer?

Fui directo al grano pues no hacía falta preguntar quién era el padre, podía ser cualquiera de los hombres que visitaban el bar.

—No pienso tenerlo, pero tampoco tengo el dinero suficiente para ir a una clínica... pensé que sería más fácil provocar un aborto espontáneo.

—Pensabas embriagarte hasta caer inconsciente —afirmé entendiéndolo todo. Su silencio solo lo confirmó aún más—. Quiero que vayas a tu habitación y descanses, conseguiré el dinero para ir a una clínica. No intentes nada porque te juro que...

—Hay rumores de que volviste a la banda esa —habló interrumpiendome—. Te han vuelto a ver en el parque vendiendo su sucia mercancía.

—Gracias a esa sucia mercancía podré pagarte un aborto seguro, ya que eres tan idiota como para permitirte quedar embarazada. —espete con la mandíbula tensa.

Su mano impactó en mi mejilla sin darme tiempo a reaccionar, lleve mi mano a la zona que ahora escocía.

—Soy tu madre, me debes respeto —exigió.

Reprimí una pequeña sonrisa.

—El respeto es algo que se gana, no se exige.

Me apresure en salir lo más rápido posible de aquel asfixiante lugar. Cada día que pasaba sentía que mi relación con Violeta era casi inexistente, al punto en que un día simplemente me iría y no me importaría dejarla atrás.



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Una vez más me encontré de pie frente a la puerta de la casa abandonada, recite la frase clave para que me permitieran entrar y sin detenerme a saludar a algunos de los chicos que se encontraban en la sala, subí las escaleras y me pare frente a la oficina de Zeus.

—Puedes pasar —ordenó con voz neutral.

Su vista se mantenía fija en un libro mientras fumaba un cigarrillo. Carraspeé para llamar su atención.

—Oh, Asher. Que bueno verte.

—Traje el dinero de las ventas —dije y saqué el fajo de billetes del bolsillo de mi chaqueta.

Zeus lo recibió y contó detenidamente para después regalarme una de sus extrañas y aterradoras sonrisas.

—Siempre eres uno de los primeros en pagar, sigue así Asher —asentí cogiendo mi parte de la paga. Me dirigí a la salida con la intención de irme pero su voz me detuvo—. La semana que viene llegará algo nuevo, lo llaman fentanilo. Todo el mundo habla de el y quiero que tú —me señaló con su cigarrillo antes de darle otra calada—, seas el primero en ofrecerlo en la siguiente fiesta del madness.

Mi garganta se secó y trague saliva con dificultad, Zeus acababa de darme una tarea importante y yo solo podía pensar: no lo arruines, no lo arruines.

—Haré lo que pidas —tuve que luchar porque mi voz no sonara temblorosa.

—Me agrada tu actitud —sus comisuras se elevaron levemente—, hazlo bien y prometo que la paga será muy buena. Ahora, lárgate de mi oficina.

Atravesé la puerta y no me detuve hasta estar en el primer piso de nuevo. De inmediato aplausos y silbidos me envolvieron.

—Pero miren quién está aquí, nada más y nada menos que Asher el conquista putas —se burló Cameron y el resto del grupo lo secundo con risas.

No entendí que quiso decir hasta que otro chico soltó un nuevo comentario:

—¿Te la cogiste ayer? ¿Qué tal fue, sabe dar mamadas? La verdad es que está super buena, y ese cabello rojo...

Se referían a Lilith.

Y de una forma poco agradable.

—No vuelvas a hablar así de ella —ordené en tono amenazante, sujetándolo del cuello de su camisa.

No tenía idea de porqué surgió ese repentino ataque de ira, pero no me quedaría de brazos cruzados escuchando las mierdas que hablaban sobre ella. Lo que quedaba de mi buen estado de ánimo se había esfumado en un menos de un segundo. Tenía demasiadas cosas en la cabeza: el aborto de Violeta, la nueva droga, el hecho de que no podía fallarle a Zeus... Dash. Sí, Dash, pues no dejaba de sentirme un poco culpable; supongo que todo eso fue una razón para explotar.

—Oye Asher, cálmate ¿sí? Era solo una broma —aclaró Cameron apartándome del chico, no recordaba su nombre pues era uno de los nuevos.

—No quiero que vuelvan a mencionarla, ¿entendido?

—¿Cuál es el problema? ¿Acaso es tu novia o qué? —indagaron con burla.

—No. No lo es. Pero no por eso voy a permitir que hables así de ella, eres un imbécil si crees que está bien denigrar a las mujeres.

No espere una nueva respuesta, abandone el lugar y solté un suspiro cargado de tensión. Escucharlos hablar de esa forma me recordó a todas esas veces en las que escuché comentarios sobre el oficio de Violeta en la escuela.

Su madre es una puta...

Se acuesta con hombres por dinero...

Deberías ver como se viste, es como si no llevara ropa...

¿Lo sabrá? ¿Sabrá que tiene una madre prostituta?

Violeta intentó ocultarlo por mucho tiempo, pero los rumores corrían rápido. Hubiese deseado que ella me lo dijera... así no me habría sorprendido tanto escucharlo de otras bocas.



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#NoLectoresFantasma.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora