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|Imbécil traga nubes|

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La brisa despeinaba mi cabello, aún seguía en el techo, sentado en la orilla con mis pies balanceándose de un lado a otro. Escuchaba las lentas respiraciones de Dash al otro lado de la línea. Dio un largo suspiro.

—Tranquilo —dijo por fin, recuperando el ánimo en su voz—, mejor... hablemos de otra cosa.

—Bien, ¿de qué quieres hablar entonces?

De nuevo otro suspiro.

«¿Qué sucede contigo, Dash?»

—¿En serio quieres lidiar conmigo? —la incertidumbre se vio reflejada en sus palabras— Porque te juro que no lo entiendo, y... si solo lo haces por lo del correpcional yo...

—No —refute demandante, interrumpiendola—, no lo hago por eso, ¡ni siquiera sé porque lo hago! Pero está bien, no todo necesita una respuesta. Me agradas... por alguna extraña razón —escuché una risita de su parte. Sonreí.

—No soy lo que aparento ser —susurró.

Ahora entiendo que esa fue su manera de advertirme, pero en ese instante no me importó.

—Yo tampoco lo soy...

—Tal vez sea esa la razón del porqué congeniamos.

—Ambos aparentamos estar bien para que no nos pregunten que sucede...

—Para que no sientan lástima de nosotros —completó.

De nuevo me sentí envuelto en una pequeña burbuja de confianza, en la que podía ser yo sin necesidad de máscaras. Entonces comprendí que no se trataba del alcohol, se trataba de Dash; porque solo con la rubia podía ser yo mismo sin temor a ser juzgado.


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Las cosas parecían marchar bien en mi vida tras dejar Oráculo, demasiada paz y tranquilidad llegaba a perturbarme. Violeta pasaba más tiempo con Paul, se veía feliz, así que prefería ignorarla; me mantenía encerrado en mi habitación o iba al mirador con Dash, a ambos nos gustaba admirar las estrellas.

No había vuelto a hablar con Zeus, pero sabía que intentaba mantener un perfil bajo pues Cameron llevaba una semana desaparecido. Su cuerpo debía estar tres metros bajo tierra, y, sonara un poco cruel, pero no me importaba en lo más mínimo.

Hay algo que aún no te he dicho, el porqué de mi especie de resentimiento hacía él. Cameron y yo nunca nos llevamos bien, le gustaba humillar a todos, en especial a mí, pero nunca se lo permitía. Fue Cameron quien divulgó los rumores de que Violeta era una prostituta, en la secundaria; el y otros chicos habían ido al bar y la reconocieron, a partir de ahí intento hacer mi vida miserable recordándolo todo el tiempo.

Tu madre estuvo a punto de acostarse conmigo.

La madre de Asher tiene sexo con niños.

Es una puta.

Solo tenía catorce años, nunca había tenido una figura paterna que me enseñara a defenderme o que me animara en mis peores momentos, mi única solución fue ignorarlo, fingir que no me importaba. Me aísle de todo y todos, me volví frío e indiferente, y aunque por dentro estuviese muriendo, juré que nunca nadie volvería a verme débil.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora