|6|

123 9 1
                                    

|Disfruta el momento mientras dure|

.
.
.

Cuando desperté la mañana siguiente, todo mi cuerpo dolía. Era una mierda. Me removí incomodo y fue ahí cuando noté a Dash a centímetros de mí. Por suerte estaba de espaldas.

Los recuerdos se arremolinaron de golpe, mostrándome lo sucedido: Dash y yo tomando vodka como si fuese agua, Dash y yo riendo, Dash y yo bailando... y por último, Dash y yo observando las estrellas recostados en el césped. Sentí que lo ocurrido había sido un error, nada de eso debió de haber sucedido, ¿cómo pude permitir que una desconocida derribara mis muros?

Estuve dispuesto a irme pero no fui capaz de dejarla allí.

—Dash, Dash despierta...

Su pequeño cuerpo se removió al tiempo que soltaba un quejido.

—¿Qué...? —balbuceo llevando una mano su sien.

—Debemos irnos... esto, lo de anoche. No estuvo bien —aclaré.

Su ceño se frunció en confusión. La ayude a levantarse y le pase su mochila la cual utilizamos como almohada.

—Asher debe ser una broma —me miro a la espera de que lo confirmara—, no puedo creerlo... pensé, pensé que...

—Pues te equivocaste Dash —hablé interrumpiendola—, no somos amigos.

Comencé a caminar colina abajo, pero su voz me detuvo:

—Sabes, por un momento creí haber encontrado a alguien que me comprendía... pero veo que me equivoqué.

—Solo quiero saldar mi deuda. Es todo.

—Tranquilo, no volveré a buscarte. Considera lo de anoche como pago —su tono fue decidido, pero en el fondo percibí un ápice de decepción.

—De acuerdo —musite sin ser capaz de voltear a verla.


.
.

El resto de la semana me mantuve enfocado en la nueva mercancía que Zeus nos entregaría, o al menos eso intente pues aquellos ojos de colores diferentes no salían de mi mente por alguna maldita razón. Me odié por ello. Sentía algo de culpa por haberla tratado de esa manera, cuando ella no me presiono a hablar... tan solo fue un desliz por causa del alcohol.

Estaba sentado en una banca fingiendo escuchar música mientras observaba el pequeño parque de la zona. Un chico tomó asiento a mi lado y murmuró la palabra clave para saber que era un comprador, sostuve la pequeña bolsa con pastillas dentro de mi bolsillo y la deslice en la silla, el hizo lo mismo con el dinero. Cada uno tomó lo suyo y luego el desapareció. Horas después conseguí vender la mitad de la droga, me dirigía de vuelta a casa cuando Esteban apareció interceptandome.

—Esta noche habrá una fiesta. Debemos ir —anunció encendiendo un cigarrillo.

—No lo sé... —dude.

—¡Vamos Asher! No seas aguafiestas, te servirá para vender la mercancía. Además puede que ella esté ahí.

Ella.

La última vez que la había visto fue antes de que me arrestaran.

—De acuerdo iré.

Esteban palmeo mi hombro sonriendo.

—Solo hizo falta mencionarla para que te animaras a ir.

—No seas imbécil, iré por la mercancía.

—Sigue engañandote todo lo que quieras. Te veré allí —se despidió.

Lo que caracterizaba a las fiestas ilegales era que siempre cambiaban su ubicación por seguridad. Esa vez fue en una construcción abandonada cerca de los límites de la ciudad, lo que debió ser un edificio, estaba a medio terminar. Me abrí paso entre la multitud y busqué algo de alcohol en la barra, la música retumbaba en las paredes provocando que algunos se movieran al compás de esta.

Mis ojos la buscaron entre la multitud, pero no pude verla. Aún no llegaba.

Algunos chicos se acercaron a mi y supe lo que querían, me dediqué a vender el resto de la droga en una esquina apartada de la multitud. No tardé mucho en quedarme sin pastillas, las fiestas eran un buen lugar para el negocio pues la mayoría quería liberarse de sus problemas un rato.

Decidí ir por otro trago al terminar, pues yo también necesitaba relajarme y apartar aquellos ojos de mi mente un rato.

Entonces ella apareció.

Lo supe por el aroma de su perfume.

—Creí que no vendrías... Lilith.

Una sonrisa socarrona adorno sus perfectos dientes. Su mano sostenía un porro de marihuana, lo llevó a su boca y dio una calada.

—No me lo perdería por nada.

Me arrebató el vaso y bebió su contenido de un solo trago, arrojandolo al suelo.

Su cabeza empezó a moverse al ritmo de la música, me tendió el porro y lo acepte. Nos mantuvimos así unos minutos, fumando en silencio, hasta que la canción terminó y una nueva se reprodujo.

—¡Amo esta canción! —chilló eufórica. Arrojo lo que quedaba del cigarrillo y lo aplastó con uno de sus tacones— Ven bailemos.

Sin darme tiempo a refutar me llevo a la improvisada pista de baile, los ojos curiosos no tardaron en posarse sobre ella. Lilith era una pelirroja de ojos oscuros, era atractiva y todo en ella emanaba curiosidad. Sus caderas se movieron lentamente, sabía lo que hacía, intentaba provocarme; llevó mis manos a su cintura mientras pegaba su espalda a mi pecho. No me negué. Yo solo la seguía embobado mientras ella marcaba el ritmo, envolviendonos en un aura extraña, cargada de tensión y sensualidad.

No éramos amigos, pero ella conseguía atrapar a cualquiera con su actitud. El vestido corto que llevaba puesto resaltaba las áreas necesarias en su cuerpo y eso solo la hacía ver más provocativa.

Por alguna extraña razón mi cerebro se empeño en mostrarme el recuerdo de Dash bailando de forma alocada junto a mi. Me distraje unos segundos en los que Lilith giró quedando frente a mi, me miró unos segundos antes de atrapar mis labios en un beso cargado de deseo. Era algo que solíamos hacer, pero nunca llegábamos más allá. La conocí en una de esas fiestas tres meses antes, nuestros encuentros al principios solo se basaban en beber en compañía del otro, o hablar idioteces sin sentidos por causa del alcohol, pero en cada encuentro la tensión entre ambos aumentaba hasta que no pudo contenerse más.

No nos conocíamos, solo compartíamos un interés.

—Sabes —hablé lo suficientemente alto como para que lograra escucharme a pesar de la música—, necesito un consejo.

—Adelante.

—¿Qué haces cuando alguien llega a tu vida de la nada con la intención de ayudarte, pero tu no quieres su ayuda?

Percibí un pequeño brillo en sus ojos.

—Los cambios son necesarios a veces, tener la misma rutina de siempre puede llegar a aburrirte. Tal vez deberías darle una oportunidad a ese alguien. Disfruta el momento mientras dure.

—Eres buena dando consejos —susurre en su oído de forma juguetona.

—Soy buena en muchas cosas Asher —rio. Fue mi turno de besarla, mordí levemente su labio dispuesto a dirigirme a su cuello pero ella me detuvo.

—Ya debo irme.

—¿Qué? Pero aún es temprano.

—Buena suerte con ese alguien —finalizo guiñandome un ojo.

Una vez más desapareció entre la multitud sin dejar rastro... como cada vez que intentaba tocarla.

.
.
.
.

¡Nuevo capítulo!

¿Qué les pareció Lilith y su extraña relación con Asher?

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora