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|Definir es limitar|

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De nuevo, el silencio reinó entre ambos. Ya estaba lejos de casa y no pensaba volver hasta dentro de unas horas.

—Oye... ¿te apetecería tomar unos tragos de vodka conmigo? —indague intentando sonar casual.

Dash estalló en carcajadas.

—Pues siempre y cuando terminemos ebrios será un placer aceptar tu propuesta —respondió siguiendome el juego.

—¿Te veo en el mirador en quince minutos?

—Allí estaré.

Finalice la llamada justo a tiempo para subir al autobús que me llevaría al mirador. Para mi sorpresa Dash se encontraba en su auto cuando llegué, antes de llegar me encargué de comprar el alcohol en el mini supermercado.

Abrí la puerta de copiloto y subí. Por un momento me sentí extraño, no supe que decir.

—¿Y bien? —curioseo rompiendo el silencio. Esa era su especialidad.

—No había vodka, solo conseguí vino.

Me encogí de hombros alzando la botella, su mirada chocó con la mía y no pude evitar contemplarla. Sus ojos eran diferentes, y eso los volvía hermosos.

—¡Es perfecto! —exclamó en una risa— ¿Podría abrirla señor Asher?

No pude evitar reír también. La incomodidad se había esfumado, con Dash lo momentos incómodos no existían, ella siempre encontraba la forma de ahuyentarlos. Abrí la botella y di un largo trago.

—¡Esto es horrible!

—Después del tercer trago te acostumbras —me arrebató la botella e ignorando mi expresión de asco, bebió.

Intente negarme a beber de nuevo pero la rubia no se detendría hasta que lo hiciera. La verdad es que tenía razón, luego del tercer trago mi paladar se adapto al sabor del vino. Dash tomo una bolsa del asiento trasero y me la arrojó.

—¿Qué...? —me callé al ver un montón de paquetes de gomitas en forma de oso y algunas galletas.

—Siempre vengo preparada —afirmo guiñandome un ojo.

Alcohol y dulces.

Ella me enseñó que esa era la mejor combinación.

Las ventanillas del auto estaban abajo permitiendo que la brisa fresca se colara por estas.

—Cuéntame algo —pidió.

Observé su expresión relajada mientras descansaba en el asiento, llevaba puesta una camiseta sin mangas y unos shorts. Aún así se veía linda.

—No tengo nada interesante que contarte.

—¡Vamos! Ahora que oficialmente seremos amigos debemos saber más del otro. Podemos hacernos preguntas.

—De acuerdo. Pero antes... hagamos un trato: cuando estemos juntos solo se tratará de nosotros, no haremos preguntas acerca de nuestros problemas o nuestra familia. Al menos hasta que tengamos la confianza suficiente para querer hablar de ello.

—Me parece un trato justo —asintió, estrechando nuestras manos—... entonces, ¿qué debería preguntar? —frunció las cejas en un gesto pensativo— Eh... ¿sales con alguien?

Reí comenzando a sentir los efectos del alcohol.

—¿Salir con alguien? No, definitivamente no.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora