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|¿En serio no lo entiendes?|

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—Ah, eres tú —fueron las palabras de la antigua rubia aún sobre la mesa. Me percaté de que más chicas estaban junto a ella siendo el entretenimiento de la mayoría de los hombres presentes.

«¿Solo un "ah, eres tú"?»

—Dash baja de ahí.

Intenté ayudarla pero ella me apartó de un manotazo y bajó sola. Sin esperarme se dirigió a la salida.

—¡Hey! ¿qué ocurre? ¿Cómo terminaste en este lugar? Deberías estar en tu casa.

—¡No me digas que hacer, Asher!

—Dash, cálmate. Solo me preocupo por ti.

Me acerqué un poco a ella pero retrocedió.

—¡Dash! —una agitada castaña corrió en nuestra dirección—, por fin te encuentro creí que te habías ido.

—¿Ruby? —frente a mi estaba la hermana de Esteban. Ella solo sonrió— ¿Ustedes se conocen?

—Ruby va a mi escuela, somos amigas.

Recordaba vagamente a Esteban hablando sobre que su hermana había obtenido una beca en una de las mejores escuelas de la ciudad. Nunca pensé que sería la misma a la que Dash asistía.

—Eh, ya debo irme... llámame cuando estés en casa —agitó su mano en forma de despedida y se perdió entre las calles vacías.

Volvíamos a estar solos.

—¿Que hacías aquí? —pregunté de nuevo.

—Divertirme... aunque no con tan buena compañía como tú —murmuró, pero pude escucharla.

—¿Qué?

Me ignoró y camino por la acera, lejos de la fiesta, y de mi. La seguí. No entendía el porqué de su actitud tan cortante, pero no la dejaría vagar en un lugar que no conocía.

—Te hice una pregunta.

Detuvo sus pasos para encararme.

—Ruby quería que la acompañara, así que acepté venir, no tenía idea de que estarías aquí... y entonces te vi, con una pelirroja en tus brazos.

—No es lo que crees, no tengo nada con ella —me excuse.

—No es necesario que me expliques Asher, es tu vida.

Reanudó la marcha por la desolada calle, su cuerpo tiritaba por causa de la fría brisa. Me quité la chaqueta y la coloqué sobre sus hombros, Dash me miró con una mezcla de enojo y agradecimiento.

—¿Que te pasa? Actúas extraño y tú no eres así.

—Eres un tonto traga nubes —afirmó ocultando su rostro en mi pecho— ¿en serio no lo entiendes?

La sostuve por los hombros obligándola a mirarme.

—¿Entender qué?

—¡Me gustas, imbécil!

Recuerdo claramente ese momento, fue tan extraño y maravilloso en partes iguales. No sabía como sentirme, pero aquella parte de mí que quiso besar a Dash esa tarde en su casa, se sintió feliz.

—¿Hablas en serio? —titubeé sin ser capaz de decir algo más.

—He sido demasiado obvia pero eres muy idiota como para captar las señales.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora