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|La verdadera cara de Dash|

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El tan esperado día por fin llegó.

Estuve toda la semana ansioso porque llegara, no podía seguir conteniendo mis ganas de hacerle aquella pregunta que marcaría el inicio de nuestra relación.

¿Y si ella decía que no?

Intentaba alejar ese pensamiento de mi mente, no quería ser pesimista. Ella me quería y yo la quería, ¿porqué diría que no?

Me miré al espejo una última vez y acomode la corbata azul rey que había comprado para combinar con su vestido. La chica que me atendió al comprarla fue muy amable al explicarme como hacer el nudo de forma correcta.

Violeta aún se mostraba reticente en cuanto a Dash e incluso me pidió no asistir a la fiesta, pero me negué a escucharla. Aborde el taxi que me esperaba fuera e ignoré sus comentarios.

Al llegar a la mansión bajé nervioso, mostré la invitación a los de seguridad y estos me permitieron entrar; el estacionamiento estaba lleno de autos lujosos, había decoración por todas partes: globos, arreglos florales, faroles, velas, todo perfectamente acomodado. Al entrar un mesero me ofreció una copa de champán y la acepté gustoso buscando con la mirada a Dash.

La sala pasó a convertirse en un salón, los muebles y decoraciones habituales ya no estaban, en su lugar había flores en lugares estratégicos. Un hombre de traje que tocaba el piano en una esquina era el entretenimiento de los presentes mientras los meseros iban de un lado a otro con bandejas en sus manos.

Estaba rodeado de personas desconocidas con etiqueta, todos pasaban de mí pero eso no evitó que me sintiese incómodo y fuera de lugar. Bebí un sorbo de mi copa y busqué mi móvil en el bolsillo para llamar a la rubia.

—Asher —saludo emocionada.

—Rubia, estoy cerca de las escaleras, ¿dónde estás? Me siento solo.

La línea se mantuvo en silencio.

—¿Rubia?

—¿Sí..? —volvió a hablar.

—Ya dime, ¿dónde estás?

—Justo detrás de ti —escuche su voz a través del teléfono y al mismo tiempo a mi espalda.

Volteé colgando la llamada y admirando a la chica que tenía frente a mí; su cabello estaba recogido en un moño alto, llevaba puesto vestido azul ceñido hasta el pecho y suelto en la parte de abajo dejando entrever una de sus piernas a través de una abertura. Lucia hermosa, pero yo no podía apartar la vista de sus finos labios pintados de rojo.

—Te ves... maravillosa.

—Tú también. Por cierto, linda corbata.

Sonreí y la seguí al jardín donde la multitud era menos. Estaba decorado de igual forma que la entrada, con pequeños faroles colgantes y distintas clases de flores. Había mesas distribuidas en el centro, y al final una pequeña tarima.

Otro mesero pasó cerca de nosotros y le entregué mi copa vacía.

—Gracias por venir a hacerme compañía, estas fiestas son muy aburridas.

—No he venido por ti —bromeé—, estoy aquí por la comida gratis.

—¿Ah, sí? —fingió estar enojada mientras se acercaba cada vez más.

—Sí... aunque podría reconciderarlo si me das algo a cambio.

—¿Algo como esto? —eliminó la distancia entre ambos y me besó.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora