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|Lo que esconde tu máscara|

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«Imbécil.

¡Se suponía que estabas molesto!»

Por más que me reprochara ya no había marcha atrás a lo que habíamos hecho, en su auto, en un estacionamiento subterráneo.

Acomode mi pantalón y evite mirarla para no caer en la tentación de nuevo.

—Sabes, ahora que lo pienso nunca te he visto sin chaqueta o camisetas de mangas largas —mis hombros se tensaron—. ¿No te gusta enseñar tus brazos, o qué?

Carraspeé incomodo.

Era cierto, en el correpcional nuestro uniforme consistía en un conjunto gris de algodón, pantalón y suéter. La primera vez que estuvimos juntos la única luz era la que se colaba por la ventana, y al ella despertar ya estaba vestido. Y justo en ese momento no había tenido tiempo de desnudar mi torso, aunque tampoco la habría dejado hacerlo.

Siempre ocultaba mis brazos y había una razón para ello.

—No intentes cambiar el tema Dash.

Salí de los asientos traseros para luego ocupar el del copiloto, ella me imito y segundos después estuvimos fuera del estacionamiento.

—Lamento haberte hecho a un lado estos últimos días, no he estado muy bien —musito—. He tenido algunos problemas con mis padres y... al parecer no voy a graduarme.

Al ver que no diría nada continúo.

—Sabes que siempre me meto en problemas, me han suspendido varias veces y además he faltado por mi cuenta. Pero papá a dicho que lo solucionara así que estoy tranquila, fue mi madre quien lo tomó mal, discutimos mucho y bueno... no estuve de ánimos para nada... yo... no quería aburrirte con mis problemas.

Acaricie su mano que reposaba en el manubrio de cambios.

—Yo habría hecho cualquier cosa para animarte, aún si hubieses preferido no contarme. Prometimos no hacer preguntas acerca de nuestra familia o nuestros problemas, ¿lo recuerdas?

Me regaló una pequeña sonrisa y entrelazó nuestros dedos.

—Por supuesto que sí. Así como también recuerdo la promesa que te hice.

«Haré que cambies de opinión. Es una promesa Asher, y yo nunca falló a mis promesas»

Ya la cumpliste, me hiciste cambiar de opinión Dash. Me hiciste ver que estar solo no siempre es lo mejor.

Siempre le agradeceré el que me enseñara a confiar, a no refugiarme todo el tiempo en la soledad, aunque como todo lo que implicaba a Dash, tenía sus dos caras. Nada era del todo bueno, ni del todo malo.


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—Extrañaba este lugar.

Después de tanto tiempo volvíamos a estar de nuevo en el mirador, nuestro lugar especial.

—Yo también. Me gusta venir aquí, sobre todo si es contigo.

Asher y DashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora