Capítulo XXXV.

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Saúl POV.


Ya han transcurrido tres semanas desde mi regreso a la Ciudad de México. Y básicamente no estoy haciendo mucho ya que, como terminé el 8° semestre en Bangkok y en la Universidad mi generación aún está iniciando el octavo semestre, me han dado poco más de cuatro meses de vacaciones hasta que inicie el siguiente ciclo escolar en el mes de septiembre. El mes de Mayo aún está comenzando y en las calles de la ciudad aún se pueden ver las jacarandas adornando las principales avenidas. Se ve tan espectacular, que por momentos olvidas la contaminación que suele a ver en esta gran metrópoli. 

Jamás había tenido tanto tiempo libre como ahora, así que comienzo a aburrirme al no tener nada qué hacer. 

Ya he releído la mayoría de los libros de mi librero. Incluso he regresado al gimnasio, pero extrañamente ya no me siento tan motivado para ir. No es como que antes tuviera un motivo, pero desde mi regreso, me he sentido bastante melancólico. Mamá me dice que es normal porque me ha gustado tanto la experiencia vivida en Tailandia, que no quería regresar, pero que con el tiempo la melancolía pasará, aunque no creo que eso sea posible en realidad. Quizás exagero, ya que apenas tengo 21, el próximo mes cumpliré los 22, pero extrañamente puedo afirmar que me siento incompleto. Como si una parte de mí, se hubiera quedado en Bangkok. Quiero pensar que esa parte, es la que aun mantiene la esperanza de volver a encontrarme con Bright nuevamente. 

Mentiría si dijera que no le echo de menos. Creo que ahora lo extraño aún más, porque sé que las posibilidades de reencontrármelo en este lado del globo, son aún mucho más pequeñas que el poder encontrarlo en algún lugar de Tailandia.

Mamá confía en que todo esto se me pasará algún día. Dice que es normal que me sienta así, porque lo que siento por él, aún está a flor de piel, pero que con el tiempo, todas esas emociones,  se irán apaciguando. Que no significa que ya no lo quiera nunca más, sino más bien que guardaré todo en un lugar en mi corazón y aprenderé a vivir con ello.

Honestamente soy un romántico empedernido, y aunque no lo parezca, lo soy mucho más que mamá. Ella lo reconoce, dice que soy así por culpa de ella, pero no creo que eso sea algo por lo que culparla, sino más bien es algo que debo agradecerle, porque gracias a eso, puedo sentir un gran amor y afecto hacia otras personas. Quizás lo único malo de todo eso, es que suelo idealizar las relaciones con la gente que me rodea. Como si el amor perfecto existiera. Eso solo me ha generado un par de decepciones, pero nada graves.

Bajamos de la Suburban en color negro y nos adentramos al supermercado.

Recorremos los pasillos y ayudo a mamá a empujar el carrito cromado. 

— ¿Este cereal o aquél? — pregunta mamá sujetando una caja de Nesquik en el aire.

— Eso no se discute, má — comenzamos a reír — sabes que mi favorito siempre ha sido el Choco Krispis. — le respondo mientras me agacho para tomar la caja de mi cereal y luego colocarlo dentro del carrito.

— Sigues siendo todo un niño — ríe y me hago el ofendido.

— ¿Crees que no sé que también comes de mi cereal? — le pregunto frunciendo el seño.

— ¡Qué? — pregunta con exageración — para nada — responde rápidamente.

— ¡Ay ajá! — le respondo y nos echamos a reír nuevamente.

— Bueno — dice lentamente — soy culpable — ríe — pero es que está delicioso.

— ¿Verdad que sí? — reímos.

My Thai boyfriend, a superstar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora