"De preguntas y silencios"

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Carla no podía cree lo que sus ojos veían, se comenzó a sentir mareada, teniendo que pestañear un par de veces para ver si esa ilusión desaparecía, y así poder seguir con sus planes intentando olvidar ese juego macabro de su mente, pero la imagen de Samuel seguía frente a ella, comenzando a convencerse de que era real y se quedó quieta intentando reconocerlo, comparando la imagen que tenía de él en sus recuerdos con esa que se le enfrentaba aquella tarde de verano.

Y se dió cuenta de que era el mismo al que recordaba, al que había añorado en silencio durante ese último año de colegio y los siguientes que le sucedieron. Seguía siendo ese Samuel que le había tocado ver desde lejos, observándolo estar con otra, y que finalmente tuvo que sacar de su vida para no lastimarlo más.

Era el mismo al que le había dado un simple beso en la mejilla a modo de despedida. Ese beso que hubiera dado todo su dinero y más por haberse atrevido a dárselo en los labios, pero no lo hizo ya que sabía que lo eso podía significar para ambos. Tampoco podía negar que una parte de ella esperó que él hubiera tomado la iniciativa, que la sostuviera de las mejillas y la hubiera besado como no lo había hecho por meses, o por lo menos que hubiera movido el rostro sólo un poco, lo suficiente para hacer un intento, cualquier cosa, menos que se quedara ahí detenido con los ojos cerrados.

Sin embargo entendía que después de todo lo que ella había hecho, de que jamás le retribuyera sus "te quiero", el que tuviera que verla con Yeray, y por último, al decirle que se iba, que Samuel estuviera resignado, que se hubiera rendido a seguir luchando por ella, por un amor que no le traía nada bueno.

¿Cómo podía reprocharle algo si ella se había pasado los últimos meses empujándolo fuera de su vida?, aunque cuando por fin lo logró, había dolido como una estaca en el corazón.

Seis años habían pasado desde que se había quedado con ese dolor, ese mismo tiempo desde la ultima vez que lo había visto y se había convencido de que no lo volvería a ver, pero ahí lo tenía, frente a ella mirándola con intensidad, hasta que lo vio retroceder un par de pasos cómo si se arrepintiera de ese impulso que lo había llevado a llamarla.

Carla abrió la boca para intentar decirle algo, por lo menos un simple "hola" que lo detuviera ahí un instante más, pero no pudo pronunciar nada. Boqueó como pez fuera del agua, algo que jamás le pasaba, no en el pasado, menos en la Carla que se había convertido, pero ese era el efecto que él provocaba en ella, capaz de hacerla mostrarse de una forma en que nadie más podía.

El helado que tenía aún en la mano comenzaba a derretirse y se ensució la mano. El frío liquido tocando su piel la hizo salir de ese estado casi catatónico en el que se encontraba y se movió rápidamente para buscar una servilleta.

Samuel seguía en su duda interna creyendo que ella realmente lo había olvidado, aunque no le hacía sentido o no quería creérselo ¿Cómo podía haberlo olvidado? ¿Cómo, si él, a pesar de todo, aún recordaba hasta un par de lunares que tenia escondidos en partes de su piel que no estaban a la vista?

La vio cambiar de expresión cuando él retrocedió, la vio intentar decirle algo, y luego arrepentirse de hacerlo hasta que notó como caía helado en su blanca y delicada mano. Sonrió internamente al verla buscar acelerada un papel o algo con que limpiarse y fruncir el ceño al no encontrar nada que la ayudara. Para su suerte, él llevaba dentro de su bolsillo una servilleta, que había guardado del bar y la sacó con rapidez.

-Ten- le dijo extendiéndole el papel y su voz sonó más fuerte de lo que hubiera querido.

Carla al escucharlo decir eso, dejó su tarea de buscar en su bolso y levantó la mirada, encontrándose una vez más con los ojos de él.

Ahí estaba Samuel dandole justo lo que necesitaba. Estiró la mano para recibir la servilleta sin prisas ni titubeos y le dio una media sonrisa.

-Gracias- pudo finalmente articular con su voz pausada y profunda tan característica.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora