"Conversaciones al desnudo"

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¿Qué sucedió en nuestro último año?

Esa pregunta había quedado suspendida entre ellos.

Carla sabía que debía responder, había decidido darle la respuesta que merecía. Después de tanto tiempo en la oscuridad, la verdad necesitaba salir a la luz, aún así aclarar sus ideas no resultaba fácil, los recuerdos peleaban en su mente, uno tras otro, imponiéndose los más dolorosos sobre los escasos buenos que tenía de esa época.

En ese momento deseo más que nunca estar en su piso, para así mostrarle las cartas que le había escrito. Porque Carla le había escrito no una, sino seis cartas a Samuel, aunque jamás hubiese escrito su nombre en ellas. Cuando las había redactado solo se había dedicado a tomar un papel y lápiz, dejando fluir sus ideas, pero en su interior sabía que lo que escribía eran palabras para él, explicándole lo que había sentido, lo que había vivido, lo que había deseado y temido, sin embargo nunca tuvo la intención, ni se atrevió a mandárselas, sino que permanecían guardadas en una caja, segura que jamás saldrían de ahí.

Las había escrito cuando la oscuridad había alcanzado cada poro de su piel, cuando estaba tan a ciegas en su propia vida que parecía que se había vuelto a caer en una piscina, llena de Molly y alcohol corriendo por sus venas. Las escribía en la madrugada o tal vez a medio día, no lo recordaba, pero si tenía claro que lo hacia cuando salía a la superficie a tomar aire antes de volver a hundirse. También recordó cómo cada vez que se hundía peleaba por volver a flotar aunque muchas veces se dejó permanecer en las profundidades disfrutando la quietud, la ausencia de dolor, culpas y rostros que la perseguían, todo ahí parecía no importar hasta que ya no pudo más.

Samuel se dedicó a observarla, dándole su tiempo, no quería presionarla, pero tampoco cambiaría de tema. La observó cómo se acomodaba en la cama cerca de él subiendo las piernas para dejarlas dobladas mientras se abrazaba a ellas. Se quedó detenido admirando su perfil, mientras ella apoyaba su mentón sobre las rodillas. Cayendo en cuenta que no creía haber visto nariz más perfecta que la de ella y esos labios carnosos y rosados que solo le llamaban a besarlos una y otra vez.

Carla se perdió unos minutos más con la imagen que lograba ver por la ventana. Las luces y ventanas de edificios más lejanos bajo el manto negro que resultaba ser el cielo de Ámsterdam a esa hora la atrapaba como siempre que se dedicaba a verlo.

Era tanto lo que debía hablar que no sabía por dónde empezar, por eso creyó que lo mejor era indagar sobre que era lo que a él quería saber, esa respuesta le diría como partir esa conversación que podría ser difícil, tanto que, tal vez, ni siquiera fuera capaz de decirlo todo.

-¿Qué quieres saber? ¿Por qué mentí en la corte? ¿Por qué estuve con Yeray? ¿Por qué decidí irme de Madrid y alejarme de todo?- pronunció ella diciendo cada pregunta con calma aunque el dolor que le provocaban era como si le estuvieran sacando un parche de una herida que aun estaba sin sanar de todo.

-¿No todas responden a lo mismo?- quiso saber Samuel que trató de buscarle su rostro, pero para no incomodarla sólo movió la cabeza, sin embargo Carla seguía vista al frente como si estuviera pegada a un punto fijo, con su mente muy lejos de ahí, donde estaban las respuestas a esas preguntas.

-Si... - le respondió Carla al cabo de un minuto.

Su voz resultó plana y distante. Samuel quiso aclararle que él solo quería escuchar lo que ella quisiera contarle, no le exigiría nada más, pero se detuvo al ver que ella continuó su respuesta.

-...y no- terminó de decir Carla y esta vez ese monosílabo pareció un suspiro ahogado ya que como bien asumía él, todo remitía a lo mismo, Teo y su propia cobardía de enfrentarlo a tiempo. Así ella lo podía resumir, sin embargo entendía que esas no eran las respuestas que él quería ni se merecía escuchar, era mucho más lo que le debía.

El hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora